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Jorge Sanjuan, gerente de Comersan: «El Reino Unido tendrá que continuar comprando textiles a Europa»

«El Reino Unido tendrá que continuar comprando textiles a Europa»

Jorge Sanjuan es consejero delegado de Comersan, una de las principales empresas textiles de la provincia de Alicante. Ubicada en Cocentaina, se ha especializado en el desarrollo de tejidos técnicos, lo que ha sabido aprovechar para reconvertirse durante la pandemia de coronavirus y fabricar mascarillas, dando respuesta al déficit de este tipo de materiales en un momento tan delicado como este. Sanjuan es un firme defensor de la innovación y de la denominada industria 4.0, factores éstos que considera imprescindibles para competir en unos mercados cada vez más exigentes.

«El Reino Unido tendrá que continuar comprando textiles a Europa»

¿Cuáles fueron los orígenes de la empresa?

Se trata de una empresa familiar que nació en 1969, con lo que ya hemos superado el medio siglo de actividad. Arrancó en Alcoy con la comercialización de textiles y materiales auxiliares, antes de que en 1980 emprendiese la fabricación propia. Fue en 2003 cuando ya nos trasladamos a Cocentaina, con el objetivo de agrupar las diferentes localizaciones en las que nos habíamos ido ubicando, a medida que íbamos creciendo y precisando de mayor espacio. La decoración y la tapicería son los campos principales en los que trabajamos, abarcando todo el proceso, desde el diseño hasta la instalación, pasando por la producción y el control de calidad. Ofrecemos a nuestros clientes, en gran parte hoteles, un servicio completo, puesto que, entre otras cuestiones, elaboramos muchos productos a medida. Como digo, el crecimiento de la empresa ha venido siendo imparable, hasta el punto de que en estos momentos tenemos unas instalaciones de 25.000 metros cuadrados, contamos con 140 trabajadores y facturamos alrededor de 14 millones de euros anuales. Las dos terceras partes, además, van destinadas a la exportación.

¿A qué países venden en la actualidad sus productos?

Nuestros principales mercados se concentran en Europa y América, hasta el punto que contamos con una filial logística en Estados Unidos, porque se trata de un mercado peculiar donde se trabaja en base a grandes volúmenes de compra y estar sobre el terreno ayuda mucho para la comercialización. También Latinoamérica es un buen destino para nuestras ventas.

Se han especializado en artículos exclusivos y de alto componente tecnológico...

Sí. Por ejemplo, hemos desarrollado telas que no dejan pasar para nada la luz, para lo cual hasta hace bien poco se utilizaban plásticos, y también elaboramos tejidos ignífugos y de absorción acústica. Contamos con un departamento dedicado a la investigación y al desarrollo de estos productos, e incluso hemos fabricado nuestras propias máquinas de laboratorio.

¿Cuáles son los motivos por los que han apostado por este tipo de tejidos?

No se trata de inventar la rueda ni nada por el estilo, pero sí de dar soluciones a los clientes con tejidos que aporten un valor añadido a través de cualquier tipo de funcionalidad, y todo ello sin apartar el lado estético, que lógicamente también es muy importante a la hora de convencer a los compradores. Últimamente, por exponer un caso, hemos estado realizando pruebas con tejidos a los que les hemos añadido propiedades antibacterianas, los cuales pueden tener utilidad en espacios públicos o concurridos. Teniendo en cuenta lo que ha sucedido con el coronavirus, sí que pueden tener una salida más que interesante, por ejemplo, para la hostelería, donde serían un elemento más a tener en cuenta aparte de la higiene. Más adelante, cuando este sector recupere el pulso una vez se pueda superar la crisis sanitaria, estudiaremos si este tipo de tejidos pueden tener demanda suficiente para fabricarlos y ponerlos en el mercado.

¿El futuro del sector pasa por este tipo de productos con elevado valor añadido?

El futuro pasa efectivamente por la innovación y también por lo que se ha dado en llamar la industria 4.0. De lo que se trata, insisto, es de ofrecer respuestas eficaces y rápidas a las necesidades de los clientes. La automatización, en este sentido, es de una extraordinaria importancia para conseguir que los compradores trabajen fácil contigo y se puedan acelerar al máximo los procesos. También hay que eliminar todo lo manual que no aporte, porque eso propicia, además, que los empleos sean más especializados y de una mayor calidad.

Ha hecho referencia a la crisis del covid, y Comersan ha sido una de las empresas que se ha reconvertido en este contexto para producir mascarillas. ¿Les ha ayudado su experiencia en la fabricación de tejidos técnicos?

Sin duda. En la empresa ya contábamos con máquinas para hacer filtros, y esa tecnología nos ayudó y mucho para confeccionar telas que pudiesen tener efectividad en la protección contra el virus.

¿Cómo abordaron este proceso de reconversión?

Casi fue una casualidad, a raíz de un viaje que realicé a Japón cuando en esa zona se estaban produciendo los primeros casos de coronavirus y la gente ya empezaba a llevar mascarillas para protegerse. A la vuelta decidimos elaborarlas inicialmente para nuestros trabajadores, pero ante la evidencia de que había un enorme déficit de este producto en el mercado, nos pusimos ya a producirlas para la venta. Al principio, la fabricación era casi manual, y tampoco existían normativas claras respecto a las características que tenían que cumplir los tejidos. Así que fuimos adaptándonos a lo que se iba estableciendo desde las autoridades sanitarias, y también mejorando y automatizando nuestros procesos productivos, hasta el punto que pasamos de las 8.000 diarias que fabricábamos al principio, a las 80.000 que podemos llegar a elaborar en la actualidad.

¿Qué valoración hace del comportamiento del sector ante esta crisis sanitaria?

El textil ha dado ejemplo y ha demostrado su capacidad de reconversión en este momento de emergencia fabricando mascarillas y otras prendas sanitarias, de las que existía un déficit alarmante. Es cierto que si algún sector era susceptible de elaborar este tipo de productos ese era indudablemente el textil, pero se tiene que valorar su capacidad para reaccionar de forma rápida y adaptar sus procesos productivos para cubrir el grave déficit de material que había en esta materia.

¿Se le ha abierto a las empresas una nueva vía de negocio?

Cuando empezamos no sabíamos si la crisis iba a durar una o dos semanas, y procedimos también a fabricar mascarillas por mantener activa la empresa y pagar las nóminas de nuestros trabajadores. Ahora, transcurrido todo este tiempo, analizaremos si puede ser un mercado que tenga continuidad y que efectivamente pueda convertirse en una posibilidad más de negocio de forma más o menos permanente.

Los hoteles y la hostelería en general son uno de los principales mercados de la empresa. ¿Se ha resentido mucho la actividad productiva y comercial por el covid?

Afortunadamente, las ventas de tejidos para el hogar se han mantenido en unos niveles aceptables, por aquello de que la gente se ha dedicado durante el confinamiento a invertir en la mejora de sus casas, debido a que ha permanecido más tiempo en las mismas. En el caso de la hostelería, el parón sí que ha sido más notable, debido a los cierres y la caída de los clientes. Había una inercia de proyectos en marcha que hemos podido ir terminando, pero muchos otros sí que se han paralizado. Con todo, a final podremos compensar los resultados con los tejidos para el hogar y también con la producción de las mascarillas.

¿Considera que las administraciones han adoptado las medidas oportunas para aminorar el impacto de la pandemia en las empresas y la economía en general?

Soy de la opinión que se han ido adoptando las medidas que se han podido, porque lo que se nos vino encima fue una auténtica locura, que por supuesto nadie esperaba. Creo que no podemos ser demasiado exigentes en este sentido, ya que de alguna forma se tenía que hacer frente a lo que ha pasado y sigue pasando. Demasiado bien parados hemos acabado saliendo.

En el caso de su empresa, ¿tuvieron que recurrir a algún expediente de regulación temporal de empleo?

No tuvimos otro remedio que presentar un ERTE, que estuvo vigente entre mayo y junio. En cualquier caso, vuelvo a insistir, las cosas han ido mejorando conforme iban pasando los meses en lo que respecta a actividad fabril y comercialización, por lo que al final vamos a manejar unas cifras similares a las obtenidas el ejercicio pasado.

¿La pandemia ha incrementado el comercio electrónico?

Se puede decir que con la crisis se ha acelerado un proceso irreversible que, además, puede ser una gran oportunidad para las empresas, porque por internet se ve todo y es un medio de una extraordinaria importancia para promocionar los productos. Si una persona tiene gustos específicos y no los encuentra en una tienda, siempre puede recurrir a este medio. Además, es una salida para las fábricas que no logran introducir sus artículos en la gran distribución.

¿Cómo ve el futuro?

Espero que conforme vaya avanzando el tiempo vayamos alcanzando una normalidad relativa, teniendo en cuenta asimismo que se ha comenzado con las vacunaciones. Hemos tenido, lamentablemente, una segunda y una tercera ola, pero considero que la gente también está más concienciada que al principio y va adoptando medidas preventivas. Las tiendas, por tanto, volverán a abrir, y también los hoteles. En cualquier caso, no se puede negar que continúa habiendo mucha incertidumbre y que en este 2021 que acabamos de iniciar todavía habrá que resistir, a la espera de que en 2022 ya remonte la actividad económica.

La exportación, como ha comentado, es fundamental para Comersan. ¿Cómo valora el contexto internacional actual con la salida de Trump y el Brexit?

Las políticas en materia de aranceles en Estados Unidos no han afectado afortunadamente al sector cuando ha estadio gobernando Trump, mientras que el Reino Unido, que no es un país donde la industria textil tenga un peso importante, tendrá que seguir comprando a Europa o a China. En estos aspectos, no estoy excesivamente preocupado por lo que pueda ir pasando en los próximos meses.

El gigante asiático, sin embargo, continúa siendo el principal competidor, y en unas condiciones como mínimo desiguales con relación a la industria europea...

Es del todo evidente que no competimos con las mismas armas, pero a lo mejor no es culpa de los chinos, sino de la legislación que tenemos nosotros. Aquí contamos con unos salarios mínimos y unas normativas de seguridad y medioambientales que tenemos que cumplir a rajatabla, y hay que exigirles lo mismo a las empresas asiáticas cuando exportan sus productos. El problema, por tanto, no es de China, sino nuestro, porque exigimos más a nuestras empresas que a las de fuera y facilitamos las importaciones asiáticas.

El textil tiene colgado el sambenito de ser el segundo sector más contaminante del mundo, sólo por detrás de la industria petrolera. ¿Se está trabajando para cambiar esta imagen?

Nosotros contamos con unos procesos de fabricación a través de los cuales apenas generamos residuos. El concepto de la sostenibilidad y la economía circular lo tenemos muy presente, hasta el punto que no producimos contaminación alguna. Trabajamos con materias primas recicladas en gran parte, lo que propicia una disminución de las emisiones de CO2 y muchos menos desperdicios. Tampoco consumimos apenas agua, porque ni tintamos ni estampamos. Así que para nosotros sí que resulta evidente que el futuro industrial pasa por ahí, por reutilizar gran parte de lo que usamos. Además, estoy convencido, y ya lo estamos viendo con las normativas que poco a poco van llegando desde la Unión Europea, que se va a legislar en este sentido, con exigencias cada vez más importantes en este tipo de materias.

¿Este comportamiento es extensible al conjunto del sector?

En nuestra zona sí, porque en las comarcas de l’Alcoià, El Comtat y la Vall d’Albaida, que integramos el clúster textil de la Comunidad Valenciana, hay una gran tradición en el reciclaje. Se recuperan prendas usadas para elaborar hilo o directamente otros tejidos. También los consumos de agua y energéticos se van reduciendo. El problema de la contaminación se da en otros continentes, porque aquí la normativa, como he comentado, cada vez es más exigente y las empresas están obligadas a cumplirla.

¿Cómo definiría el momento actual del sector?

Desde el año 2000, cuando comenzó la globalización, las empresas han ido adaptándose a las nuevas exigencias de los mercados y los clientes, protagonizando una auténtica reconversión. En estos momentos hay una tendencia hacia la relocalización y una apuesta clara por la economía circular. En el sector ha calado el mensaje de que el precio no lo es todo y se ha encaminado hacia la calidad. Hay menos empresas que antes, pero están mucho más preparadas y con perspectivas de crecimiento.

Sin embargo, sigue siendo poco atractivo para los jóvenes, hasta el punto que las empresas tienen problemas para encontrar mano de obra formada...

El textil es un sector tan especializado y con tantas ramas distintas que es complicado formar a los estudiantes en las escuelas. Sin embargo, tiene muchas posibilidades de futuro y atractivos tecnológicos, nada que ver con la imagen de hace años atrás, y me consta que estamentos como Aitex o el instituto Cotes Baixes de Alcoy, en cooperación con la Asociación de Empresarios Textiles de la Comunidad Valenciana, están haciendo esfuerzos por solucionar el tema.

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