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La UA busca vacuna contra la xylella mientras la avispilla también avanza imparable

Un equipo liderado por Francis Mojica, Jesús García y César Bordehore trata de hallar un tratamiento contra la bacteria que mata a los almendros, al tiempo que la plaga de orugas ya ha ocasionado pérdidas que superan el millón de euros en la provincia

Una excavadora arrancando almendros afectados por la xylella en El Comtat. JUANI RUZ

No está siendo esta una buena temporada para el sector de los almendros, acosado por plagas que comprometen seriamente su futuro. La esperanza que supone el hecho de que la Universidad de Alicante (UA) haya empezado a buscar una cura para la xylella a través de un equipo de científicos liderado por Francis Mojica, Jesús García y César Bordehore, se ve contrarrestada por el avance imparable de la avispilla, una plaga que ya afecta a la mitad de plantaciones de la provincia.

La xylella fastidiosa, una bacteria fitopatógena que ataca sin curación a los almendros, afecta en estos momentos a 1.700 hectáras de 72 municipios alicantinos repartidos por las comarcas de la Marina Alta, la Marina Baixa, el Comtat, l’Alcoià y l’Alacantí. La única fórmula para combatir el problema ha sido hasta ahora la destrucción de los árboles, siendo 81.000 los que están incluidos en el plan de erradicación que lleva a cabo la Conselleria de Agricultura bajo las directrices de la Unión Europea (UE).

En este contexto, la UA ha empezado a trabajar en una posible cura, a través de un convenio con la Conselleria de Agricultura. El acuerdo describe un compromiso de financiación a cuatro años para el desarrollo de un proyecto con tres investigadores principales. Se trata, en concreto, de Francis Mojica, microbiólogo y descubridor del sistema de reparación genética Crispr; Jesús García, también microbiólogo; y César Bordehore, biólogo y experto en modelización de sistemas dinámicos y coordinador de la Estación Científica Montgó-Dénia.

La iniciativa, que se desarrolla tanto en los laboratorios del campus de la UA como en la estación científica, pretende abordar una posible solución de esta enfermedad vegetal a partir de la utilización de proteínas naturales codificadas en el propio genoma de la xylella fastidiosa. Según explica Carlos Bordehore, «pese a que está en una fase inicial, al menos a nivel de laboratorio se han identificado moléculas activas que podrían ser candidatas a una futura acción preventiva tipo vacuna, aunque realmente no lo sea, o bien curativa, similar al afecto de un antibiótico para luchar contra esta plaga que azota varios países y diferentes especies vegetales».

Esta investigación no sólo es un punto de partida para intentar atajar esta problemática con el almendro en la provincia, sino que también está afectando a otras especies como el olivo, los cítricos y la vid en diferentes países del mundo, por lo que su repercusión puede ser más que significativa en este sector.

Pero, mientras este proyecto supone un hilo de esperanza para los agricultores, al mismo tiempo sigue avanzando por la provincia otra plaga, como es la de la avispilla, que si bien no tiene consecuencias tan letales para los almendros, sí que está causando por contra pérdidas de envergadura. La Unió, tomando como base un estudio elaborado por los servicios técnicos de la organización, alerta que ya afecta al 55% de las plantaciones de este cultivo en la Comunidad Valenciana, porcentaje este que se puede extrapolar a la provincia de Alicante, donde las pérdidas vinculadas a los daños en la producción y los gastos fitosanitarios superan el millón de euros.

Esta plaga, considerada como una de las más importantes que afectan al almendro, está presente ya en todos los países mediterráneos, extendiéndose de este a oeste. En la Comunidad Valenciana se detectó por primera vez en 2016, concretamente en las comarcas del Valle de Ayora-Cofrentes y Utiel-Requena. En lo que respecta a la provincia de Alicante, su presencia se sitúa en estos momentos en el Alto Vinalopó, Vinalopó Medio, l’Alacantí, la Marina Baixa y l’Alcoià.

La denominada eurytoma amigdali es una avispilla de color negro de unos ocho milímetros de longitud. Sus orugas pasan el verano y el invierno en el interior de la almendra, alimentándose de ella hasta que, tras crisalidar, sale al exterior entre mediados de marzo y principios de abril. Los frutos afectados permanecen en el árbol tras la recolección con un aspecto deshidratado, grisáceo y de menor tamaño que los frutos sanos. Por ello es muy importante retirar, antes del comienzo de la brotación, todas las almendras afectadas y destruirlas, evitando de esta forma que las larvas se transformen en adultos.

Control de la enfermedad

El gran peligro de esta plaga, según remarca el responsable del sector de frutos secos de La Unió, Ricardo Beltrán, es la falta de coordinación y el hecho de que no sirve solo con el tratamiento y control de forma individual. «Si mi vecino de parcela tiene los almendros abandonados y no actúa ante la avispilla, de nada sirve mi esfuerzo y las inversiones que haga en tratamientos», enfatiza. La Unió de Llauradors, en este sentido, reclama a corto plazo, mientras no se logre el control y la minimización de daños, un paquete de ayudas directas a los productores afectados que compense las pérdidas provocadas por esta plaga foránea.

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