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La tenaza de la Deuda Covid

Especialistas en recobros prevén un "tsunami de impagos" en España

Un call center de reclamación de deudas en Brasil.

El pasado 25 de marzo comenzó a impartirse por streaming desde América, pero con horario adaptado a España, un curso especial para gerentes. Bajo el título de “Diplomado Ejecutivo en Créditos, riesgos y recobro de impagados”, lo promueve el despacho Rosas & Nash de Santo Domingo, con colaboración de especialistas norteamericanos y españoles.

Esta es la segunda edición del curso en pocas fechas. Entre el 16 de febrero y el 4 de marzo se celebró otro en Barcelona con título “Técnicas Avanzadas de Recuperación de Impagados”, y lo siguieron ejecutivos de marcas como Danone o Asics.

Por alguna azarosa razón estos cursos coinciden en el tiempo con otro convocado más al sur. En el cuadro de formación de la antigua Fundación Tripartita –hoy Fundae- en la localidad cordobesa de Espejo (Córdoba), está convocado para parados un curso titulado “Gestión de cobros a distancia”. Su programa incluye enseñanzas como “Diferentes tipos de deudor” y “Cómo superar las evasivas del moroso”.

Esta floración de cursillos enseñando a cobrar deudas contribuye a confirmar un vaticinio de Enrique Rosas, experto en negociación para el cobro de deudas con formación en Harvard y principal ponente del curso de Barcelona: “Se espera un tsunami de impagos en España”, dice a EL PERIÓDICO. Por eso, “tratamos de proporcionar a los gerentes buenas herramientas de negociación” explica. Y España no es un caso único. “La magnitud del impacto del covid nos ha aconsejado atender requerimientos en toda América Latina, y en Francia, Portugal y Estados Unidos. En todos estos puntos se vive una situación alarmante, y todo tipo de organizaciones empiezan a prepararse para este tsunami de impagados”, asegura Rosas.

Carne de cañón

También la cadena Iniciativas Empresariales-Manager Business School, con academias en Madrid, Barcelona, Bilbao y otras siete ciudades españolas, y también con bonificación de la FUNDAE, ha incluido en su panoplia de cursos para 2021 uno titulado “Gestión avanzada de cobros e impagados”, con asignaturas de nombres tan elocuentes como “Cómo superar las excusas de mal pagador de los morosos”.

Es como si los expertos en formar a parados coincidieran en la inquietante previsión de que habrá mucha demanda de personal en las agencias que se dedican a reclamar facturas e impagos de préstamos, créditos al consumo, servicios telefónicos y tarjetas revolving.

Nuestro curso “es producto de esta crisis -admite Enrique Rosas- Una contracción como la que sufre España no puede dejar de tener consecuencias en el empleo, y, a su vez, en un incremento de la morosidad”.

Rosas ve emerger tras un año de pandemia a un tipo de ciudadano noqueado, de entre 30 y 50 años, que, “aunque lo desea, no va a poder atender sus compromisos como consecuencia de esta crisis”.

Enrique Rosas, experto en recobro de deudas financieras. R&N

El abogado Francisco de Paula Díaz ha registrado un crecimiento de casos en su despacho Abogados Bancarios de Los Barrios (Cádiz) “y un aumento salvaje de los procesos monitorios –juicios rápidos de reclamación de deudas a los que suelen recurrir las financieras- en los que la auténtica carne de cañón son quienes andaban en la economía sumergida. Esos no tienen ERTE, ni tampoco les llegan las prestaciones”.

La economista barcelonesa Janira Benages, del bufete CCB SinDeudasBCN, también ve más vulnerable a “gente a la que le han reducido las horas de trabajo, que percibía ingresos muy bajos o estaba cobrando parte en B. Ahora eso no se lo cubre el paro, y entra en insolvencia”.

Esas personas, prevé Rosas, “cuando se ven imposibilitadas de atender sus compromisos de pago, priorizan para atender lo básico, la pirámide de Maslow -una teoría que estructura las necesidades del ser humano de básicas (cama, techo, calor, alimento, salud…) a sofisticadas-. Eso está comenzando ya a ocurrir en el tejido social. Nosotros enseñamos a buscar la forma de que cambien de prioridades”.

Olas en la playa

Todas las fuentes consultadas miran al verano. Si la economía no remonta con suficiente energía, “el impago comercial va a ser importante después del otoño; se reflejará en un retraso en los plazos de pago entre empresas –aventura Rosas- y entre los tarjetahabientes y los créditos de consumo”.

La misma expresión, “tsunami”, emplea el experto en recobro Pere Brachfield en su despacho de Barcelona. Este gurú de las deudas dice que, de momento, de ese “tsunami de impagados” ve llegar “pequeñas olas a la playa. Este maremoto nos lo han retrasado artificialmente con préstamos ICO, ayudas, y la contención de los concursos de acreedores hasta el 31 de diciembre, pero los datos que voy recogiendo en diversas fuentes no me permiten dudar de que el tsunami de impagados viene, y va a llevarse por delante entre 50.000 y 100.000 empresas”.

Esas pequeñas olas que ve Brachfield en la playa son, entre otras, que un 18% de empresas han sufrido impagos significativos en 2020, según los datos de la aseguradora Crédito y Caución, y que más de la mitad están retrasando sus pagos, y un 10% cree amenazada su supervivencia por la morosidad.

Crédito y Caución también acaba de difundir otro estudio de evolución de las insolvencias, que prevé un crecimiento en España del 49% en 2021. El periodo medio de pago a proveedores, de ejhcho, según un estudio de Informa D&B, ha aumentado de 60 a 93,23 días.

Otros indicadores apuntan en la misma dirección. Y no solo de observatorios económicos. La Fundación Madrina, que atiende a 200.000 familias necesitadas, alertó la pasada semana de que un cuarto de las familias españolas están en riesgo de pobreza extrema, y de que puede generarse “una crisis de deuda”.

Perseguir morosos

La deuda covid, generada por el impacto de la pandemia, puede estallar sobre todo entre los trabajadores por cuenta ajena. El Banco de España certifica en sus estadísticas que en 2020 se dobló el volumen de los préstamos renegociados hasta los 4.200 millones de euros, y que del total de las peticiones de moratoria de créditos de todo tipo formuladas el año pasado (820.000, por valor de 31.480 millones de euros), el 80 por ciento fueron pedidas por asalariados.

“Hay razones para temerse lo peor si después de esta etapa hay despidos masivos”, calcula Santiago Alonso, secretario general de la rama de telemarketing del sindicato CGT. Por la experiencia de sus colegas dedicados a reclamar deudas desde implacables call center de financieras y fondos de inversión sabe que “hay muchas familias en las que antes entraban dos salarios y ahora solo entra uno; y de esas, muchas que se agarran a un préstamo como a un clavo ardiendo; y de esas, a muy pocas les sale bien”.

A estas alturas de pandemia, perseguir morosos es negocio en alza. “Con respecto a marzo de 2020, nosotros hemos subido nuestra actividad un 25% y hemos metido más personal a trabajar”, admite desde su despacho en Madrid Enrique Rodríguez, coordinador del Grupo Intercobros, con equipos dedicados a la reclamación extrajudicial de deudas entre pymes y autónomos por toda España.

“Este incremento lo está moviendo el miedo y la necesidad –explica Rodríguez, que persigue deudas y acuerda pagos desde el año 90-. Mucho autónomo se está autofinanciando por el método de retrasar al máximo los pagos a sus proveedores”.

Horizonte 2022

El fenómeno de la deuda covid no solo tiene una dimensión española. Cuenta Rodríguez que su grupo está recibiendo encargos de acreedores franceses, proveedores a los que su cliente español ha dejado de pagar “en logística, pescado, mariscos, textil, zapatos…”

“Si no se arregla nuestro turismo este verano, se avecina una avalancha de impagados –avisa también Rodríguez-. La gente ha tirado de sus recursos personales para seguir con sus negocios, y puede que las ayudas les lleguen tarde, sobre todo a sectores como las autoescuelas, las peluquerías, tiendas de souvenirs…”.

El horizonte temporal que manejan los cobradores de deuda es enero de 2022, “en cuanto acabe la situación artificial de moratorias que estamos viviendo”, dice Rodríguez.

La pandemia arroja al tablero en esta fase al ciudadano endeudado. “El deudor covid –explica Enrique Rosas- es una persona que en este momento está preocupada por su futuro inmediato, no tiene claridad acerca de sus ingresos, y está priorizando ya, tomando la decisión de qué paga primero y qué pago aplaza”.

Durante la pandemia, “el cierre ha golpeado sobre todo a personas que ya tenían deudas con anterioridad –cree Janira Benages- y se han pasado meses tirando de tarjetas para vivir y pagar otras deudas. Son créditos sin avales, y con cuotas no demasiado altas, pero cuando se impaga lo piden todo de golpe más intereses”.

Pere Brachfield, experto en morosidad. JOSEP GARCÍA

En la tenaza de deuda covid, “hay un porcentaje desconocido de personas que se han visto de repente sin nada y han tenido que acudir a préstamos rápidos porque los bancos tradicionales no les dan nada. En su desesperación acuden a usureros”, lamenta el abogado gaditano Díaz.

Desde Madrid, su colega Julio Rocafull, del despacho AGM Abogados, experto en la batalla de las deudas y en poner orden en concursos de acreedores, ve como fenómeno asociado a la deuda covid el movimiento de fondos de inversión comprando impagados.

Por la experiencia almacenada por las autoridades de Consumo en los estallidos de las deudas de usuarios de clínicas dentales arruinadas, sabe Rocafull que ahora la reclamación a personas endeudadas “es más pacífica, con poco que discutir”. Será más peliagudo, en su opinión, otro fenómeno asociado: “Cuando esto estalle, que estallará, habrá mucha gente que intentará la mediación concursal, y no hay ningún aliciente para quienes tratan de poner orden en un proceso de estos”, advierte. Es un clamor entre los administradores concursales. Un concurso de persona física puede deparar al administrador, tras decenas de horas de trabajo, apenas 200 euros.

“Esto es una carrera contra reloj –resume Brachfield-. ¿Estaremos vacunados todos antes de que se acaben las ayudas del Gobierno, o se terminará antes el dinero del Estado para ayudar a las empresas? No sabemos qué puede ocurrir, pero prefiero situarme en el peor escenario posible. A veces, el pesimista es solo un realista bien informado”.

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