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La tenaza de la deuda Covid

Préstamos al 40% ahogan a inmigrantes sin papeles

Prestamistas “chulqueros” y “gotagoteros”, el clavo ardiendo de los indocumentados en la etapa más dura de la pandemia

Un fajo de billetes

Cuarenta por ciento de interés al mes, y pagos diarios o semanales. En el estrato más profundo de la crisis covid, a los más golpeados solo les queda el recurso a préstamos letales.

Una mayoría de extranjeros que la Guardia Civil ha liberado en operaciones contra mafias de trata, tráfico o explotación tienen deudas con sus captores. Y casi todas las personas liberadas desde marzo de 2020 habían incrementado sus débitos en el marco de la pandemia, confirman fuentes del instituto armado.

Un fenómeno de deuda oculta relacionada con esta crisis se esconde en el muy bajo escalón de economía sumergida que ocupan los inmigrantes sin papeles, dando lugar a préstamos irregulares y bancas clandestinas. Las fuentes de la Guardia Civil consultadas refrendan el dato sin estadística: el principal problema para contabilizar casos es que “el que debe no denuncia, porque deudor y acreedor están fuera de la ley”.

En marzo de 2020, con el confinamiento, mientras cientos de miles de trabajadores legales entraban en ertes, se cancelaba la posibilidad de ganarse la vida para millares en la economía sumergida: asistentas de hogar, jardineros, peones de albañil, jornaleros, prostitutas, chóferes, limpiadores...

Para poder seguir pagando techo y comida, los que han podido entre los ya asentados y con cuenta corriente se han agarrado a tarjetas revolving y microcréditos rápidos, cuyos reclamos les llegan por Facebook y SMS. Pero los que aún estaban recién llegados han caído en manos de prestamistas.

“En todos los colectivos de inmigrantes hay alguien que presta”, cuenta una de las fuentes policiales consultadas. Entre los ecuatorianos y bolivianos los llaman “chulqueros”, que practican el chulco o préstamo irregular. Los costeños de Colombia y Venezuela hablan de “préstamos gota a gota”.

Pocos de estos financieros ocasionales actúan al margen de las mafias de trata o de tráfico. Estas organizaciones, “como si fueran plataformas multiservicio –explica una fuente de la Guardia Civil-, ofrecen al inmigrante, sobre todo en el mundo rural, ayuda para gestionar su dinero. Nada más llegar les dicen: ‘Para enviar a la familia cuenta con nosotros; tenemos mulas de dinero y te ahorras la comisión de las agencias’. Saben lo que ganan, y lo que necesitan”.

La ley del chulquero

Hay una regla fija del negocio del chulquero y del gotagotero: las garantías del préstamo son el pasaporte y la familia. El prestamista retiene los únicos papeles de identidad del deudor, a menudo deudora. Y su amenaza por impago, más que de daños aquí –que serían perseguibles por las Fuerzas de Seguridad y acabarían con el secreto, clave del negocio- se dirige a la familia en el país de origen.

Esta norma “es más frecuente entre los latinos que entre los europeos del este –informa una de las fuentes policiales consultadas-, aunque también se dé en clanes rumanos y búlgaros. Por contra, es muy infrecuente entre marroquíes y subsaharianos, que ven muy mal la usura”.

El tipo de interés típico de estos préstamos es el 40% mensual. En el gota a gota, el usurero presta por un 10%… diario. El deudor pertenece al colectivo más indefenso y menos bancarizado del país. Cuando se quedó sin ingresos en el confinamiento de marzo de 2020, quizá ya arrastraba deuda por comprarse un televisor, un teléfono…

Con el pasaporte secuestrado a modo de garantía, tampoco puede moverse. Y con la familia atada a la deuda, tampoco pedirá ayuda a las fuerzas de seguridad si la mafia que le prestó es desbaratada por la Policía.

“No siempre son tan duros”, opina Mariana V., ecuatoriana con residencia en Cornellà que ha tenido una dura experiencia con las deudas antes y durante la pandemia. “El que presta es alguien de buena posición, que lava dinero, y los que cobran son sus guardaespaldas. Si no pagas, te desvalijan lo que tengas, pero yo ojalá hubiera tenido un chulco, porque los bancos son peores”, cree.

Gastos por paliza

El chulco se ha convertido en un problema grave en Ecuador durante la pandemia y compromete la seguridad de numerosos pequeños comerciantes, según ha informado en varias ocasiones el diario ecuatoriano El Comercio. En Colombia, el gota a gota llega al extremo en las barriadas. El pago de un 10% diario no reduce el capital, solo es pago de interés. La deuda se liquida cuando se paga todo el capital de un golpe.

En estos préstamos, el usurero no hace preguntas, sólo cuánto y cuándo. Lo primero que averigua es la dirección, explican fuentes de la red de ayuda a pobres en la colonia colombiana en Madrid. Envía a su gente a hacer fotos de la casa y de la familia que la habita. Cuando se hace el pacto, el acreedor muestra las fotos en su móvil al deudor: “No me falles”. A quien impaga varias veces le espera una paliza a un familiar. Y la deuda entonces crece: "El prestamista tiene que pagar a los que dan el escarmiento, y eso se añade a la deuda -cuentan las mismas fuentes-. Es el coste del matonero".

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