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La riqueza de Alicante (III)

Una vista de la ciudad de Alicante, en una imagen de archivo.

Aunque el origen de Alicante data oficialmente del año 324 antes de Cristo (un año antes de la muerte de Alejandro Magno) con la aparición de poblados íberos en estrecha relación comercial con los griegos, no fue hasta la llegada de Amílcar Barca (padre del famoso Aníbal) el inicio de las primeras construcciones en lo que posteriormente se convirtió en una ciudad.

Akra Leuka fue su primer nombre (Promontorio Blanco), en referencia a nuestro monte Benacantil. El líder cartaginés estableció aquí en el año 220 antes de Cristo uno de sus principales acuartelamientos al valorar las posibilidades defensivas que ofrecía su cima como asentamiento militar.

La segunda guerra púnica entre Roma y Cartago (218-202 a.C.) tuvo como escenario principal a Hispania. ¿La causa? La expansión geográfica de ambos y sus ambiciones comerciales. Roma venció una vez tras otra a Cartago en las múltiples batallas en Hispania y en el año 201 antes de Cristo captura nuestra ciudad y pasa a denominarla Lucentum.

Se preguntarán el porqué arranco la tercera entrega de «La riqueza de Alicante» con un poco de historia. El motivo es que, para mí, la razón por la que existe en la provincia de Alicante un importante gen emprendedor no es casual. Yo pienso que viene derivado de muchos siglos de comercio a través de nuestro mar Mediterráneo, teniendo que entenderse no ya con países fronterizos sino con todo aquel al que se pudiera llegar por el medio de transporte de mercancías por excelencia a lo largo de la historia: el barco.

Como ya les comenté en la primera entrega, tres son para mí los factores que hacen de nuestra provincia un lugar único desde el punto de vista empresarial. En la segunda entrega hablé sobre una de ellas, la apertura a los mercados exteriores. Hoy les contaré sobre el «gen emprendedor».

Empezaré estableciendo una primera diferencia entre las provincias de España con mar y puerto, y las que no lo tienen. Considero un elemento esencial la existencia de rutas marítimas comerciales por el Mediterráneo desde el siglo III a.C. en nuestra querida provincia. Las provincias del interior no tuvieron esa posibilidad. Con las complejidades logísticas para transportar mercancías desde el interior hacia la costa, tuvieron que conformarse con comerciar con sus alrededores a lo largo de muchos siglos. Tampoco tuvieron esta oportunidad las provincias con la costa hacia el océano Atlántico o el mar Cantábrico, ya que las tormentas y el mar embravecido hacían cada travesía una trampa mortal, hasta que la evolución de la navegación permitió barcos más resistentes y capaces de establecer rutas comerciales estables pasaron muchos siglos.

Ha sido y es el mar Mediterráneo la principal ruta comercial entre oriente y occidente, tanto en el pasado como en la actualidad, con un crecimiento impresionante desde que se construyó el Canal de Suez (1869).

Respecto a nuestro arco mediterráneo, también existe una clara diferencia entre los históricos reinos de Castilla y Aragón. ¿Sabían ustedes que la Corona de Aragón reinó en la mitad sur de la península itálica, incluida Cerdeña y Sicilia durante 300 años? Casi el mismo número de años en los que Castilla descubrió y colonizó América. Como anécdota, la bandera de la Corona de Aragón ondeó en el Acrópolis de Atenas durante casi 100 años... ¿No les parece impresionante?

Sin embargo, el elemento diferencial entre ambos fue que la ruta a América fue un secreto muy bien guardado por Castilla, lo que le permitió durante siglos tener una posición de monopolio. El comercio existente y los galeones cargados de oro, plata y productos autóctonos americanos llegaban directamente a Sevilla para consumo interno. Castilla sólo miraba hacia dentro de sus posesiones mientras que la Corona de Aragón miraba por obligación hacia el este, hacia el Mediterráneo. Es por ello por lo que las provincias costeras mediterráneas de Castilla (las provincias andaluzas y Murcia) no miraron hacia el este, hacia el mar Mediterráneo. No lo necesitaban, ya que el propio flujo exclusivo con América les permitió una posición de total exclusividad en el comercio con las indias.

Siglos después volvió a ocurrir algo parecido con la llegada de la Revolución Industrial. A España llegó muy tardía y prácticamente se centró en Cataluña. Sin embargo, en los libros de historia económica está escrito, también llegó a Alicante, más concretamente a Alcoy.

La Revolución Industrial comenzó alrededor de 1760, pero no fue hasta 1769, con la creación de la máquina de vapor de James Watt, cuando se convirtió en un punto de inflexión en la historia de la humanidad.

Pues bien, algo tendremos los alicantinos si nuestros paisanos de Alcoy fueron pioneros en España en la implantación de esta maquinaria para la producción y se convirtió en referente europeo en la industria textil. Tengan claro que eso no fue algo casual. ¿Saben por qué pienso así? Porque estas provincias mediterráneas de la Corona de Aragón tuvieron que competir desde siempre para comercializar sus productos. Tenían que estar abiertos a los cambios en los mercados internacionales si querían no quedarse obsoletos. Castilla vivió durante siglos centrada únicamente en mantener su monopolio con las Indias. Mientras que aquí competíamos y vivíamos abiertos al exterior, ellos se centraron en sí mismos y su enorme dominio.

Me parece que conociendo la historia podemos muchas veces encontrar respuestas a preguntas que a priori no la tienen.

El «gen emprendedor» alicantino viene de muchos siglos atrás y la causa fundamental ha sido el comercio en el Mediterráneo. Hay otras provincias costeras al norte que también comparten ese gen. Lo que quizás no tengan es la visión estratégica que tuvieron nuestros antepasados, consiguiendo diversificar nuestra provincia por sectores productivos a través de la especialización por comarcas, pero esto lo veremos en la próxima entrega dentro de un mes.

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