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Papá, ¿qué es Telecinco?

PaPÁ, ¿QUÉ ES TELECINCO?

Esta semana, en concreto el miércoles día 9 de junio, hemos presentado en la Escuela de Negocios Fundesem Business School el proyecto LAB 17. En resumen, es una forma de aglutinar el apoyo que desde Fundesem se presta al emprendimiento, desde la formación hasta la generación de capital que apoye al mismo.

El nombre de LAB es evidente. No tanto el número 17 que lo acompaña. Este número coincide con la numeración donde se ubica la emblemática Escuela de Negocios Fundesem, calle Deportistas Hermanos Torres, número 17. Por cierto, ¿saben que estos hermanos fueron deportistas de elite en el boxeo y el ciclismo de finales de los años 50 e inicios de los 60 del siglo XX? Historia de nuestra querida Alicante.

Pues bien, se ha presentado en LAB 17 un fondo de inversión, de capital riesgo, centrado en mobile gaming (juegos para móviles). Se denomina dicho fondo Kuntur y detrás del mismo están los extraordinarios José María Sainz Pardo y Luis Bertó. Este fondo levantará (reunirá) algo más de 20 millones de euros. Será un capital crecimiento o inversión y no un venture capital (el capital que invierte en empresas en etapas muy tempranas).

Durante la jornada de presentación de LAB 17, a la que acudió el director del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), Manuel Illueca, comenté un hecho que me impactó de forma muy importante esta semana. Mi hijo mediano, Mateo, me preguntó que dónde podía ver el partido de la selección española (antes de los positivos en covid de Busquets y Diego Llorente). Le dije que en Telecinco. Me miró y me respondió que no sabía a qué me refería con Telecinco. ¿Cómo? Me sentí viejuno. Pensé en el productor televisivo Valerio Lararov, uno de los impulsores de la cadena televisiva. Si levantara la cabeza. Telecinco se formó en el año 1989 y comenzó sus emisiones en 1990. ¿Recuerdan el programa VIP con Emilio Aragón? ¿Y el concurso Su media naranja? No me digan que no han visto Humor amarillo y ¡Ay que calor!

De vuelta con el fondo de inversión, recordé que el primer fondo que se generó en Fundesem, al menos que recuerde, ya hace varios lustros, invirtió en una empresa de sillas y en una compañía de gestión de comunidades de propietarios.

Imagino que a estas alturas ya habrán advertido que mi reflexión va acerca del cambio radical en el modelo productivo, en los modelos de ocio, en la inversión y sus preferencias, en el cambio de hábitos y en su impacto en nuestra economía.

Y es que la tecnología digital ha afectado en primer lugar, y de manera muy importante, a la comunicación. Tanto a la forma de generar contenidos como a las empresas que los generan y sus modelos de negocio. Y a las empresas que proveen al sector. Hemos pasado de imprentas a internet como forma de transmitir la información, como soporte. Y ello a través de un dispositivo digital, el más usual hoy el móvil o smartphone.

Y, además, hemos pasado de una forma de comunicación unidireccional y jerárquica a otra totalmente distinta, interactiva, participativa y muy accesible, desde cualquier lugar y en cualquier momento. A la carta.

Es cierto que va por edades, pero en muy pocos años los cambios están siendo muy importantes y en un lustro la comunicación tradicional será residual. De museo.

Y entre las nuevas formas de comunicación y recibir información y ocio están las redes sociales. En su mayoría, los usuarios utilizan las mismas para mantener el contacto con amigos y familiares, pero hay quienes han visto en estas plataformas una vía para organizar protestas y movimientos sociales y políticos. Por ejemplo, la Primavera Árabe en 2010 y el 15 -M en España, en el año 2011.

Actualmente, la red social más popular del mundo es Facebook. La empresa, dirigida por Mark Zuckerberg, fue creada en 2004. En abril de 2020, según Statista, contaba con 2.498 millones de usuarios activos. Del mismo propietario son Instagram, la cuarta red social más popular, con 1.000 millones de usuarios activos y WhatsApp, con 2.000 millones en el mundo.

TikTok (red social para compartir vídeos cortos propiedad de la compañía china Bytedance), Twitch (vídeos en vivo y propiedad de Amazon), YouTube (sitio web que comparte vídeos y hoy es propiedad de Google ) y un largo etcétera de formas de transmisión de la información o de comunicación están alterando nuestro día a día de manera muy relevante.

Y esto afecta a las futuras necesidades en la formación. Si no queremos sufrir una obsolescencia prematura, debemos adaptar nuestra capacidades, habilidades y conocimiento.

No es necesario ser un ingeniero, ni un programador, ni un streamer ni youtuber. Pero si que hay que tener conciencia de que estas herramientas y los cambios que conllevan deben ocuparnos. Debemos conocer de su existencia, su finalidad, sus usos, los problemas y beneficios que generan, su utilidad.

Ser conscientes y estudiar estas realidades nos puede colocar en una posición competitiva de ventaja. Ya sea como trabajador y, por tanto, en la búsqueda de un mejor empleo o una mayor retribución o bien como empresario, en el momento de toma de decisiones.

En este momento se está valorando el conocimiento de las nuevas tecnologías como un valor añadido en cualquier profesión o actividad. Yo diría que ya tiene el mismo valor este tipo de conocimientos que el de idiomas.

Y reitero que no todos debemos ser ingenieros, tecnólogos. Debemos ser capaces de entender su alcance. Es el nuevo abecedario. No generemos una barrera con respecto a las mismas. Con un poco de decisión y empeño, nos acabará gustando a los que no somos nativos digitales. Termino, voy a ver qué están dando en Telecinco.

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