El vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Luis de Guindos, ha advertido este miércoles que la inflación de la zona euro, en negativo a finales del año pasado y actualmente en el 2%, alcanzará niveles de en torno al 3% a finales de año, pero ha insistido en el mensaje de su institución de que se trata de una subida coyuntural y transitoria. Eso sí, ha añadido una advertencia novedosa: su organismo se podría ver obligado a endurecer su política monetaria ultraexpansiva de apoyo a la recuperación si componentes como los salarios y las pensiones se revisan conforme a esta inflación transitoriamente elevada (lo que se conoce como efectos de segunda ronda por 'indexación').

Preguntado al respecto en unas jornadas de la APIE y UIMP, el exministro de Economía ha querido desligar su mensaje del debate en España sobre la subida del salario mínimo interprofesional y las pensiones. "Yo estoy hablando en genérico. Hay economías más indexadas que otros. Y el razonamiento es muy simple: el repunte de la inflación que vamos a ver es de naturaleza temporal. Lo que no podemos hacer es cronificar la naturaleza de ese incremento de la inflación y hacerlo estructural. Eso puede ocurrir con diferentes partidas: con la evolución de los salarios privados, también con otros tipos de rentas y prestaciones. Nuestra recomendación es genérica. No entro en la evolución de algunas rentas o prestaciones específicas de países. Y tiene otra consideración: si el incremento de la inflación es temporal y nosotros lo cronificamos desde el punto de vista del presupuesto, eso queda ahí para siempre", ha alertado.

La inflación viene despertando desde hace meses la preocupación de los inversores, que temen que los bancos centrales se vean obligados a retirar estímulos antes de que la recuperación sea firme si los precios se desbocan de forma sostenida. El BCE, con todo, viene insistido en que básicamente se debe a factores coyunturales, como la rebaja temporal del IVA en Alemania y el efecto estadístico de la subida del coste de la energía respecto a los mínimos históricos de hace un año, mientras que otros elementos que podrían provocar un cambio más profundo no se están produciendo, en particular una subida de salarios en el sector servicios.

Los economistas del banco central del euro, con todo, elevaron hace unos días sus previsiones de inflación al 1,9% para este año y 1,5% para el próximo, frente al 1,5% y 1,2% que calculaban en marzo. Para el 2023, sin embargo, mantuvieron una bajada al 1,4%, lo que les reafirma en su valoración de que se trata de una subida más pronunciada de lo esperado, pero aún así transitoria. Además, la inflación subyacente (que no tiene en cuenta los precios energéticos ni de alimentos no elaborados) se situará, según sus estimaciones, en el 1,1% este año, 1,3% el próximo y 1,4% en 2023. Es decir, también más que hace tres meses, pero lejos de la meta del BCE de que esté cerca pero por debajo del 2%. "Estamos muy lejos de nuestro objetivo final", sentenció su presidenta, Christine Lagarde, quien aseguró que por ahora "mantener la mano firme es la respuesta correcta" en la política monetaria.