Cambio histórico en la política monetaria de la zona euro. El Banco Central Europeo (BCE) ha anunciado este jueves que su nueva meta de inflación es el 2% a medio plazo, en lugar del ya clásico nivel "inferior, aunque próximo" al 2%. Además, ha confirmado que dicho objetivo es "simétrico", es decir, que cuando lo considere necesario permitirá que los precios rebasen esa cota de forma transitoria sin tomar medidas para corregirlo. Todo ello implica que, como se esperaba, el organismo presidido por Christine Lagarde se ha concedido a sí mismo más margen de actuación en la primera revisión de su estrategia desde 2003.

Con un objetivo de inflación más alto y que además permite que los precios lo superen transitoriamente, el BCE tendrá más capacidad de adoptar medidas convencionales (subidas y bajadas de tipos) y no convencionales (como compras de deuda o inyecciones de liquidez a la banca para aumentar el crédito) en situaciones deflacionarias, como en la segunda parte de la Gran Recesión, o de subida coyuntural de los precios en plena crisis, como sucede actualmente. Pese a la actual alza de la inflación, el organismo mantuvo sus medidas excepcionales contra la pandemia en junio y no se espera que comience a discutir su retirada progresiva hasta finales del verano. Según sus previsiones, el IPC se situará este año de media en el 1,9%, puede alcanzar el 3% a finales del ejercicio, y bajará posteriormente al 1,5% en 2022 y al 1,4% en 2023.

La revisión de la estrategia supone una nueva victoria de los miembros del consejo de gobierno del BCE denominados 'palomas' (favorables a ir todo lo lejos posible dentro de los límites legales de actuación, entre los que se alinea el gobernador del Banco de EspañaPablo Hernández de Cos) frente a los minoritarios 'halcones' (partidarios de una política monetaria ortodoxa y limitada, con Alemania a la cabeza). Así, el organismo no solo ha elevado su objetivo de inflación, sino que ha confirmado que "son igual de indeseadas" las desviaciones al alza del objetivo como a la baja.

"Cuando la economía opera próxima al límite inferior de los tipos de interés nominales (por debajo del cual rebajas adicionales del precio del dinero no estimulan la actividad) son necesarias medidas de política monetaria especialmente contundentes o persistentes para evitar que se afiancen las desviaciones negativas del objetivo de inflación, lo que también podría implicar un período transitorio en el que la inflación se sitúe ligeramente por encima del objetivo", ha subrayado el organismo en una nota.

Con ello, viene a avalar normativamente su política actual y de los últimos años. Desde la llegada de Mario Draghi a su presidencia en 2011, el organismo europeo realizó una interpretación flexible de sus obligaciones para evitar la ruptura del euro, objetivo en el que tuvo indudable éxito. Para ello, eso sí, se vio obligado a tomar medidas inéditas como llevar los tipos a negativo, inyectar repetidamente liquidez masiva a la banca y lanzar multimillonarios programas de compra de deuda pública y privada, lo que provocó choques internos entre 'halcones' y 'palomas', además de algunas complicaciones judiciales resueltas siempre en favor de la autoridad monetaria.

Los partidarios de la ortodoxia han conseguido, con todos, algunas victorias. Así, los cambios en los tipos de interés seguirán siendo el "principal instrumento" de la política monetaria, mientras que el resto (orientación futura de la política monetaria, compras de deuda e inyecciones de liquidez a los bancos) permanecerán en la caja de herramientas como medidas extraordinarias. Además, el BCE ha ido algo menos lejos que la Reserva Federal estadounidense, que el pasado agosto estableció su objetivo en que la inflación "promedie el 2% a lo largo del tiempo", lo que en principio le da más margen para que los precios se sitúen por encima de esa cota tras periodos en los que haya estado persistentemente por debajo.

Al contrario que su homólogo estadounidense, que también debe promover el empleo, los tratados europeos mandatan al BCE a velar exclusivamente porque haya estabilidad de precios en la zona euro. La clave es cómo se define dicha estabilidad. En 1998, al mismo tiempo que se creó la institución, el banco central del euro la interpretó como que la inflación esté por debajo del 2%. Como era demasiado ambiguo, en el 2003 precisó que debía estar "por debajo, pero cerca" de ese nivel. En enero del año pasado, lanzó la primera revisión de la estrategia de política monetaria en 17 años, que esperaba tener completada en noviembre o diciembre pero cuyos resultados se han retrasado a causa de la pandemia.

"Desde la anterior revisión de la estrategia, en 2003, la economía de la zona del euro y la economía mundial han experimentado profundos cambios estructurales. La disminución del crecimiento tendencial, que puede asociarse al menor crecimiento de la productividad y a factores demográficos (envejecimiento), y el legado de la crisis financiera global han empujado a la baja los tipos de interés reales de equilibrio. En consecuencia, se ha reducido el margen que tienen el BCE y otros bancos centrales para lograr sus objetivos basándose exclusivamente en las variaciones de los tipos de interés oficiales. Además, la globalización, la digitalización, la amenaza para la sostenibilidad ambiental y los cambios del sistema financiero plantean retos para la ejecución de la política monetaria", ha justificado el organismo.