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Incertidumbre económica

Colapso en los suministros: una tormenta perfecta amenaza la logística mundial

Los buques ,Maersk Denver y Mary Maersk, en la terminal de APM, gestionada por Maerks en el puerto de Algeciras (Cádiz).

Encarecimiento de materias primas, alza del precio de fletes y transportes, y el encarecimiento de la factura energética amenazan la industria española y causan tensiones en los precios. Entre los empresarios se describe la situación como una "tormenta perfecta" en la que se suman múltiples factores para causar incertidumbres ante el futuro para las empresas de gran consumo, tanto de la industria como la distribución, pero incluso con un efecto macroeconómico difícil de cuantificar por el caos del comercio internacional.

La falta de semiconductores está causando retrasos de nueve meses en la entrega de coches nuevos. Hay falta de materias primas como metales e incluso de la química básica, lo que está frenando el ritmo de las obras, por ejemplo. El tráfico marítimo de mercancías incumple plazos de entrega y los contenedores no circulan por el mundo con la habitual prestancia de años pasados. Estos son algunos de los efectos de la tensión logística internacional. Incluso el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pidió en la cumbre del G-20 celebrada en Roma una mayor cooperación internacional para aliviar los cuellos de botella en las cadenas de suministro mundiales a corto plazo y "abordar las deficiencias" que amenazan la seguridad de sus territorios a largo plazo. La pandemia de coronavirus ha evidenciado lo vulnerable que puede llegar a ser el comercio global, como muestra la escasez de chips.

Las materias primas son más caras

El alza del precio de las materias primas y de los costes logísticos amenaza las cuentas de las empresas españolas. Según la Confederación Española de Comercio, la factura eléctrica ha llegado a representar para el sector hasta el 50% en un año. Es decir, un establecimiento comercial de tamaño medio que suele pagar de factura entre 400 y 500 euros al mes, está sufriendo un incremento de 200 euros más. Pero el encarecimiento de la electricidad no es el único. Un reciente estudio realizado por la patronal Pimec constata que un 83,3% de las pymes catalanas manifiesta que en la actualidad "sufre problemas en el suministro de materias primas y componentes". Según este sondeo empresarial, "un 94,2% de las pequeñas y medianas empresas ha experimentado aumentos de precios significativos de los aprovisionamientos desde principio de este año. La subida media se estima en un 119,0%. Un 24,4% de las pymes ha más que duplicado sus precios de materias primas". Según Pimec, el sobrecoste diario para las pequeñas y medianas empresas catalanas causado por el encarecimiento de las materias primas puede llegar a los 200 millones de euros. Las subidas de precios más significativas de los aprovisionamientos se han producido en los metales férreos (hierro y acero) y no férreos (aluminio, cobre, níquel, ...), pero también de plásticos, que afectan a los envases. Los materiales que más se han encarecido en los últimos tres meses han sido la madera (125%), la piedra (68%) y el cobre (63%), según los datos de la Confederación Nacional de la Construcción. Se calcula que los fletes internacionales se han encarecido por encima del 300% de media en el último año. También han subido el trigo (32,5%), el maíz (47,6%), cebada (35,3%), soja (45,5%), electricidad (34,9%), gas (30,5%) o petróleo (104%), según datos divulgados en el congreso de Aecoc.

¿Habrá una burbuja de precios?

Mientras algunos quieren inocular la idea de que el alza de precios se hace inexorable, los expertos consultados defienden que la elevada competencia en todos los ámbitos es un freno para que se desencadenen a día de hoy burbujas inflacionarias descontroladas. De hecho, en los últimos días se constata un incremento de la presión promocional en el comercio en España como consecuencia de que se aproxima un periodo de ofertas prolongado, que se inicia con el 11.11 y que continuará con Black Friday. Frente a las dudas sobre el alza generalizada de precios, sí existe consenso sobre la relevancia de las tensiones crecientes, derivadas especialmente de la capacidad de algunos para sortear mejor que otros el impacto del alza de los costes. Los precios subieron en octubre un 5,5% respecto al año pasado, una cota que no se veía desde septiembre de 1992. El dato preliminar publicado la semana pasada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) apunta a que la inflación lleva ocho meses subiendo por los altos precios de la electricidad y los combustibles, el repunte del consumo y los problemas en las cadenas de suministro globales. Los datos no confirman las sensaciones por el momento ya que el mayor alza se debe a la factura energética. Los precios siguen estables en productos de gran consumo, pero en tecnología sí pueden darse alzas de precios en productos especialmente afectados por la carestía de chips, por ejemplo. La demanda de los consumidores es elevada y aunque los costes aumenten ninguna empresa quiere desaprovechar la oportunidad de crecer. Existen acuerdos de compraventa entre distribución y proveedores que mantienen las alzas de precios a raya. Pero en el sector de la distribución los comerciales anhelan subidas de precios que enmascaren ineficiencias y aumenten márgenes. La gestión está actualmente bajo examen y las decisiones de ahorro se están tomando estos días en los consejos de dirección para compensar menores beneficios previstos.

El coste de luz ahoga la industria

La Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España ha manifestado que si los precios de la luz continúan al mismo nivel de escalada que en los últimos meses, el sector cárnico sufrirá las consecuencias, tras una reducción de los resultados estimada en el 70%. En cualquier caso, la repercusión de alzas de costes en los precios es todo menos automática, al existir habitualmente precios pactados a medio plazo con la distribución. La elevada competencia frena las subidas de precios por ahora, pero algunas empresas electrointensivas se plantean la posibilidad de cerrar temporalmente las cadenas de producción ante el alza de los costes y la dificultad de repercutirlos en los precios finales (especialmente en los precios mayoristas prepactados). Fuentes de la patronal Pimec alertan de que la subida de los precios de la electricidad puede asemejarse a la sufrida en los años setenta con la crisis del petróleo si no se ataja.

¿Qué hacen las empresas para asegurar el suministro?

La estrategia seguida por las empresas para minimizar el impacto del alza de costes de materias primas y de transporte internacional ha sido hasta ahora el ahorro en embalajes y envases y la anticipación de las compras en el extranjero. Samuel González, director de compras de Mediamarkt, reconoce que los encargos a proveedores se hacen actualmente con 25 semanas de antelación, el doble que en el 2019, para eludir desabastecimientos. Otra estrategia es la aconsejada por la asociación de empresas internacionalizadas Amec; acercar la producción. Es el caso, por ejemplo, de las firmas textiles. En torno al 50% de la producción proviene de Asia y muchas firmas de moda promueven actualmente la producción en cercanía, básicamente en países del Este, Turquía, Marruecos y España.

Escasez de chips

La falta de microchips a escala internacional se ha enquistado y es la causa de buena parte de las roturas de la cadena de suministro de la industria, con especial afectación al sector del automóvil. Las causas de esa escasez se desataron con la paralización de fábricas durante los peores momentos de la pandemia, pero existen causas geoestratégicas que han dificultado la recuperación de la normalidad.

Incertidumbre sobre el cambio climático

Las políticas públicas para atajar el cambio climático están causando cambios de paradigma en múltiples sectores. La electrificación del parque de automóviles es probablemente el caso más importante, pero afecta también a todas las empresas y tiene ramificaciones diversas. Cualquier organización debe tener en la actualidad el concepto de sostenibilidad en lugar destacado de su hoja de ruta y crecimiento. Ese cambio supone esfuerzos e inversiones que están complicando las cuentas de las compañías, que no saben a ciencia cierta si serán capaces de rentabilizar la apuesta medioambiental a corto plazo.

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