La morosidad sigue sin aparecer, pero los "riesgos latentes" no paran de crecer. Al contrario que en otras crisis, los impagos de los créditos bancarios no están creciendo durante la pandemia gracias a las medidas de apoyo público a empresas y hogares implementadas, pero a medida que la enfermedad se prolonga las entidades financieras están acumulando potenciales problemas en su balance. Los bancos tenían al cierre de junio 93.000 millones de euros en vigilancia especial en España por su alto riesgo de impago, lo que equivale al 8,6% de la financiación que tenían concedida a empresas y hogares y supone un crecimiento del 13% y 11.000 millones desde diciembre, según ha revelado este jueves el Banco de España.

De dicha cantidad, unos 58.000 millones correspondían a compañías (el 9,6% de la cartera y un 16% más que al cierre del año pasado), mientras que el otros 35.000 millones estaban concedidos a familias (6,6% del total y un 9,3% más). Para ponerlo en perspectiva, estos préstamos en vigilancia especial suponen un volumen superior a los que ya están efectivamente en mora (53.543 millones en agosto, un 4,43% del total, frente al 4,79% del final de 2019).

No todos terminarán siendo impagados, pero muchos de ellos sí, lo que implica que la tasa de impagos comenzará a crecer, previsiblemente a partir de la próxima primavera, cuando venzan los dos años de carencia incluidos en los créditos a empresas con aval público del ICO. El Banco de España, en cualquier caso, prevé que sea un aumento manejable. "Las medidas públicas trataron de que hubiera menos morosidad, pero sobre todo que su subida se extendiera en el tiempo para que los bancos tuvieran más tiempo para generar los recursos con que cubrir las pérdidas", ha apuntado su director de estabilidad financiera, Ángel Estrada. De esta manera, se buscaba también que tuvieran más recursos para dar créditos y financiar así la recuperación.

El organismo supervisor consideraba hace medio año que los bancos debían seguir realizando unas provisiones para cubrir las pérdidas este año similares a las de 2020, pero la mejora del escenario económico le ha llevado a concluir que, en términos generales, lo importante ahora es que no vacíen la hucha extraordinaria que llenaron el año pasado por la pandemia. Con todo, hay diferencias entre bancos: "Todavía hay un porcentaje muy importante de entidades, en torno al 40%, que deberían seguir dotando provisiones a un ritmo elevado durante los próximos tres años", ha advertido Estrada.

Riesgos y vulnerabilidades

La estabilidad del sector financiero español, así, ha mejorado en el últimos semestre gracias a la recuperación de la economía propiciada por la vacunación y a las medidas desplegadas por las autoridades, pero las "vulnerabilidades y los riesgos permanecen todavía en niveles elevados". Así lo ha advertido el Banco de España en su bianual informe de estabilidad financiera, en el que destaca que la actividad de los sectores más afectados por el coronavirus sigue estando "claramente por debajo" del nivel que tenían en 2019. "Hay que seguir manteniendo una estrecha vigilancia del sistema financiero", resume el organismo supervisor.

Entre dichos riesgos, cita la posibilidad de que la economía crezca menos de lo previsto por un recrudecimiento de la pandemia o por un alargamiento del alza de la inflación causado por el fuerte encarecimiento de la energía y la aparición de cuellos de botella en las cadenas de producción global. Esta alta inflación, añade, puede provocar una retirada "prematura" de los estímulos de los bancos centrales y más rápida de la que espera el mercado, lo que a su vez causaría una caída del precio de los activos financieros y un endurecimiento de las condiciones para obtener financiación.

España es particularmente vulnerables a estos riesgos por tres factores. El primero es la debilidad financiera de ciertos sectores empresariales (los más golpeados por la pandemia, como hostelería, transporte y fabricación de automóviles) y hogares (los ligados a dichos sectores empresariales y los de menores rentas). El segundo, la alta deuda del sector público ("En ausencia de un plan de consolidación adecuado, el nivel de endeudamiento podría mantenerse en niveles elevados durante un periodo amplio"). Y el tercero, la "debilidad" en la rentabilidad de los bancos (sobre todo por los citados "deterioros latentes" en las carteras de crédito que podrían materializarse en los próximos trimestres y reducir la capacidad de dar créditos de los bancos con menor solvencia). 

Como adelantó El Periódico, el Banco de España también sigue considerando, al contrario que el Banco Central Europeo (BCE), que en España "a nivel agregado, la vivienda no muestra signos de sobrevaloración y, aunque el crédito hipotecario nuevo está creciendo con fuerza en 2021, parte de niveles muy reducidos, no se está traduciendo en un incremento material del stock y no se observa una relajación en las condiciones de concesión de estos préstamos". Con todo, el supervisor advierte de que "si la tendencia expansiva inmobiliaria se prologara e intensificara, sería sin embargo necesario reevaluar este diagnóstico de riesgos", así como que "es necesaria su monitorización continua para detectar de forma temprana señales de riesgo". "Todavía por el momento no hay que activar ninguna herramienta, pero debemos mantener la vigilancia", ha resumido Estrada.