Hace un mes España se quedó sin su principal vía de acceso de gas natural por tubería. El pasado 1 de noviembre se echó el cierre al gasoducto Magreb-Europa (GME), que hasta entonces alimentaba el sistema gasista español uniendo los yacimientos de Argelia con Cádiz pasando primero por Marruecos. El cierre del gasoducto es consecuencia del choque diplomático entre Argelia y Marruecos a cuenta del Sáhara Occidental, pero España se ha convertido en principal afectado.

Argelia es con mucho el mayor proveedor de gas para España, cubriendo en los últimos años en torno a un tercio de todo el aprovisionamiento del país, aunque este año ese peso ha escalado hasta casi la mitad del total. El Gobierno argelino ha dado a España garantías totales de que llegará todo el suministro de gas comprometido a través del otro gasoducto que une directamente Argelia y Almería (Megdaz) y mediante barcos. E incluso Argel ha garantizado que se cubrirá una demanda mayor adicional de gas si fuera necesario.

El Gobierno, el operador del sistema gasista Enagás y las grandes compañías del sector confirman que no hay riesgo para el suministro de gas pese al cierre del gasoducto y que no habrá problemas durante los picos de demanda durante el invierno. La Unión Europea va más allá y descarta incluso que hubiera cortes de suministro de gas en España incluso si el cerrojazo de Argelia fuera total, incluso si también se cortara el gasoducto Medgaz y el país norteafricano también suspendiera sus exportaciones por barco.

Test de estrés

La Unión Europa realiza periódicamente una suerte de test de estrés con los que hace simulaciones de situaciones extremas de interrupción del suministro para calibrar la seguridad del sistema gasista continental. Los test sirven para estudiar las consecuencias de diferentes escenarios extremos y las medidas que podrían adoptarse para evitar riesgos en el suministro para los hogares europeos. Uno de los 20 escenarios de riesgo contemplados en el estudio recién publicado es el cierre de todas las exportaciones de Argelia con destino a Europa, tanto por gasoducto como por barco, y la conclusión es que ni España ni ningún otro país europeo estaría expuesto a un riesgo de recorte de consumo.

El estudio de seguridad de suministro lo ha elaborado la Red Europea de Operadores de Sistemas de Transportes de Gas (ENTSOG), en la que está integrada la española Enagás, y en él se contemplan para cada escenario de riesgo tres subescenarios: que la interrupción del suministro dure dos meses y se concentre en el periodo de alta demanda invernal; que se produzca durante dos semanas de consumo excepcionalmente alta; o que dure sólo uno día, pero que sea justo en la jornada de pico de demanda del año.

Para los tres subescenarios planteados en caso de que Argelia cerrara por completo la venta de gas, la Unión Europea augura que ni en España ni en ningún otro país europeo los consumidores sufrirían cortes de suministro gracias a la solidaridad entre países europeos y a la flexibilidad de la infraestructura de gas continental.

Y es que el suministro quedaría garantizado gracias al uso temporal de las reservas de gas en los almacenes, al uso excepcional de las reservas de los tanques de las regasificadoras, a un aumento de la capacidad de importación de gas a Europa por otros gasoductos (desde Rusia, Noruega Libia o a través del mar Caspio). Las diferentes opciones serían más o menos intensas en función del subescenario contemplado.

La importación de gas natural licuado por barco en otros mercados diferentes a Argelia, por ejemplo, se entiende que no podría activarse de manera relevante hasta transcurridas tres semanas desde el cerrojazo total, así que sólo es una herramienta viable para el subescenario en que la interrupción de las importaciones se alarga durante dos meses.

Una simulación real

En su informe, ENTSOG contempla como escenario teórico el cierre del gasoducto Magreb-Europa que efectivamente se produjo hace un mes. La Unión Europea descarta problemas de suministro en España y en otros países mediterráneos por la clausura del GME, y apunta como soluciones correctoras las medidas que efectivamente se están adoptando: la derivación de parte del flujo de gas al otro gasoducto con España (Medgaz) y al tubo con Italia (Transmed) y el aumento de la importación de gas natural licuado por barco.

España ha desplazado a Medgaz el flujo de gas que ha dejado de pasar por el cerrado GME. El problema es que no todo el gas que llega de Argelia cabe por el único gasoducto que sigue operativo. Según fuentes del sector, las compañías españolas mantienen acuerdos de compra de gas de en torno a 11.500 millones de metros cúbicos de gas al año. La capacidad de Medgaz -el gasoducto que seguirá funcionando- es actualmente de 8.000 millones de metros cúbicos y se ampliará hasta los 10.700 millones de metros cúbicos en enero.

El resto del suministro procedente de Argelia que no cabe por el tubo de Medgaz tendrá que realizarse por barco, y eso es más caro. Según coinciden desde el sector gasista, España puede verse golpeada por un encarecimiento del gas por tener que elevar sus importaciones por barco, pero no hay riesgo de suministro de cara al invierno.

España ha activado un plan de choque para disparar el número de barcos que traerán gas al país y ha decretado el aumento obligatorio de reservas de cara al invierno. Tras celebrar dos subastas de slots extraordinarias, Enagás ha adjudicado un total de 136 slots de descarga de barcos en las plantas regasificadoras, una cifra muy superior a los 86 barcos que llegaron el invierno pasado.

El Gobierno decretó un aumento de las reservas obligatorias de GNL en el país de cara al invierno, desde los 3,5 días de consumo que se exigían hasta los 4 días en diciembre y febrero y de 5,5 días en enero. En cualquier caso, según los datos de Enagás, durante octubre se ha ido inyectando más gas en los almacenamientos subterráneos y ya están a un 81% de su capacidad. Y la contratación de tanques de GNL en las plantas regasificadoras españolas ha alcanzado en varias ocasiones el 100% de la capacidad contratable en las plantas de almacenamiento. En total, hay existencias suficientes para cubrir más de 40 días de consumo del país.

Solidaridad entre países

Las sucesivas ‘guerras del gas’ entre Rusia y Ucrania entre 2006 y 2009 pusieron en alerta a la Unión Europea por el peligro real que suponían para el suministro continental. Desde entonces, la UE fue armando una estrategia para reforzar la seguridad de suministro de gas a través de dos reglamentos (aprobados en 2010 y 2017), basada en la adopción de medidas comunes y coordinadas en caso de crisis y asentada en el principio de solidaridad entre países. Los estados miembros de la UE deben ayudar a sus vecinos en caso de crisis para evitar cualquier posibilidad de cortes de suministro de gas a los hogares europeos.

El reglamento comunitario sobre seguridad gasista también incluye la obligación de que ENTSOG realice cada cuatro años estos test de estrés son simulaciones de diferentes interrupciones de suministro. La asociación de operadores de gasoductos de la UE ya realizó un primer informe parcial en 2017 y lo amplió en 2020, pero es ahora cuando ha publicado el primer estudio completo con todos los diferentes escenarios de crisis posibles.