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Los bancos ya han cerrado el 61% de las sucursales que tenían en Alicante

El pasado mes de septiembre solo quedaban operativas 692 oficinas bancarias en la provincia, la cifra más baja desde el año 1977 - CaixaBank, tras la fusión con Bankia, supera al Sabadell como la entidad con más locales en la demarcación

El antiguo local de una sucursal bancaria, en el centro de Alicante. | JOSE NAVARRO

Los efectos de la pandemia han acelerado los recortes que las entidades financieras vienen aplicando en sus redes de forma ininterrumpida desde que estalló la anterior crisis económica. El avance de la digitalización, pero, sobre todo, la necesidad de ajustar los costes tras años de tipos de interés en mínimos históricos han llevado a todo el sector a replantearse su estrategia de atención al cliente y a que cada vez haya que caminar más lejos para encontrar una sucursal abierta, en la que además, cada vez es más frecuente que haya que pedir cita previa para ser atendidos.

Así, entre septiembre de 2020 y el mismo mes de 2021 -los últimos datos disponibles- las entidades financieras suprimieron 88 sucursales en la provincia, según el Banco de España, en lo que supone el mayor ritmo de cierres desde el año 2013. Para esa fecha ya sólo quedaban operativas en la demarcación 692 oficinas de las 1.770 que llegaron a existir en 2008, el año de máxima expansión de la red, lo que supone que en este tiempo ya ha desaparecido el 61% de la red.

Pero la realidad es aún peor, ya que de esta última cifra hay descontar los cierres asociados a la fusión de CaixaBank con Bankia, que no empezaron a materializarse hasta el mes de diciembre y que continuarán a lo largo de los próximos meses, ni tampoco los que el Sabadell ejecutó en octubre, fruto del ERE que acordó con los sindicatos. Sea como fuere, los datos de septiembre ya suponen la cifra más baja de sucursales abiertas en Alicante desde marzo de 1977, hace ya casi 44 años.

«Sorpasso»

La operación que ha dado lugar al mayor banco por volumen de activos en España también ha alterado el ranking tradicional de entidades en la provincia. De esta forma, la nueva CaixaBank sumaba al cierre de septiembre 185 sucursales, destronando del primer lugar al Sabadell, que había liderado esta clasificación en la provincia desde que en el año 2011 se adjudicara el negocio financiero de la desaparecida Caja Mediterráneo y que por la misma fecha ya solo contaba con 142 oficinas, tras haber cerrado 32 en los 12 meses anteriores. Aunque con los cierres previstos la distancia se acortará, nada parece indicar que este nuevo orden vaya a variar.

El BBVA se mantiene en la tercera posición, con 82 sucursales, mientras que la cuarta pasa a ocuparla el grupo Cajamar, con 74 oficinas, que supera al Santander (59), tras los cierres aplicados por esta última tras completar la integración del Popular. Les siguen Caja Rural Central, con 50 oficinas, y Bankinter, con 26, dos entidades que, al contrario que la mayoría del sector, en el último año han tenido guardada la tijera.

Desde la Asociación Española de Banca (AEB) recuerdan que el recorte de las oficinas físicas es «un fenómeno a escala global», que vinculan con los «cambios en los hábitos de los consumidores y el avance de la digitalización, que las dificultades provocadas por la pandemia han acelerado», según el portavoz de esta organización, José Luis Martínez, que insiste en que estos ajustes son necesarios para que las entidades puedan seguir prestando servicio a familias y empresas. En otras palabras, para garantizar su viabilidad y competitividad.

Además, Martínez asegura que España sigue «muy por encima de la media europea en número de oficinas por habitante» y que están compensando este repliegue de sus redes con más atención a través de los canales digitales -que, como recalca, están operativos las 24 horas- los cajeros, oficinas móviles o agentes colaboradores.

Desde la parte sindical, el responsable de Sector Financiero a nivel estatal en UGT, Victoriano Miravete, reconoce que el coste de mantener sucursales físicas es muy elevado -la media entre alquileres, mantenimiento y suministros puede rondar los 60.000 euros por oficina, según sus cálculos-, y que la situación de tipos de interés negativos supone un lastre para la rentabilidad del sector. Sin embargo, esto no evita que también exprese su preocupación por las cada vez mayores dificultades de accesibilidad a los servicios financieros que tiene una parte considerable de la población. «Lo de las sucursales casi como comercios de barrio está en vías de extinción. Se va a un modelo de megasucursales donde, además, hay que pedir cita previa», señala el responsable sindical.

Las alternativas: de Correos al supermercado

El repliegue de las redes está provocando que cada vez sea más complicado algo tan sencillo como sacar dinero en efectivo. Un reciente estudio del Banco de España señalaba que a finales de 2020 en la provincia ya había 37 municipios, con una población conjunta de más de 15.000 personas, que no tenían ni siquiera un cajero automático. Las entidades financieras tratan de promover todo tipo de alternativas que le resulten más baratas de mantener, como la sustitución de oficinas propias por agentes colaboradores (autónomos). Otra fórmula por la que apuestan cada vez más bancos es aliarse con Correos para utilizar las oficinas de la empresa pública estatal y a los propios carteros para facilitar el ingreso y la retirada de dinero o realizar todo tipo de trámites.

A esto hay que sumar, por ejemplo, las entidades y plataformas que facilitan a sus clientes la retirada de efectivo a través de los supermercados y otros comercios, un sistema que en España todavía tiene un uso muy minoritario, pero que ya tiene una implantación considerable en otros países europeos donde la red de sucursales ha sido tradicionalmente menos tupida.

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