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Babcock mejora su facturación pero dispara sus números rojos

El operador de helicópteros con sede en Mutxamel recibe una inyección de 48 millones de su máximo accionista

Uno de los helicópteros de Babcock.

Las dos principales sociedades con las que opera Babcock en España -que tiene su origen en la antigua Inaer fundada por Luis Miñano- lograron mejorar sus ingresos durante su último ejercicio fiscal 2020-2021, pero vieron dispararse sus números rojos, principalmente por los ajustes contables en la valoración de algunos activos y las provisiones realizadas para cubrir dos contratos, que han generado pérdidas. Una situación que llevó al grupo británico a inyectar 48 millones a la filial que se encarga de operar los contratos para el transporte aéreo sanitario y la extinción de incendios que suponen el principal negocio de la firma, con el objetivo de restablecer su equilibrio patrimonial, según consta en los balances que la compañía ha remitido al Registro Mercantil.

Aunque la firma siempre ha eludido pronunciarse, la prensa económica asegura que Babcock ha colgado el cartel de "se vende" a su división española, dentro del proceso de reajuste de sus negocios que está llevando a cabo, y que habría encargado a HSBC la búsqueda de un comprador.

Tras adquirir en 2014 la antigua Inaer a los fondos Investindutrial y KKR, Babcock renombró la firma y en 2019 decidió segregar su actividad en dos grandes compañías, para evitar el impacto que hubiera tenido un Brexit sin acuerdo, que habría podido afectar a la licencia de la firma como operador aeronáutico. Desde entonces, Babcock MCS España se encarga de operar los helicópteros y pujar por los contratos con las administraciones, y Babcock MCS Fleet Management es la propietaria de los aparatos y se encarga de su reparación y mantenimiento.

En el caso de la primera, en el ejercicio cerrado el 31 de marzo de 2021 logró unos ingresos de 142,4 millones de euros, lo que supuso un aumento cercano al 8%, gracias al aumento y la mayor dotación de los contratos conseguidos. Sin embargo, este aumento de la facturación no se tradujo en una mejora de los resultados. Al contrario, la compañía duplicó sus números rojos, que pasaron de los 14 millones el año anterior, a casi 30 millones.

Unas pérdidas que el propio informe de gestión de la firma atribuye a diversos deterioros contables, los malos resultados de la enajenación de algunos activos y otros resultados "de naturaleza no recurrente". Así, por ejemplo, la firma tenía al cierre de ese ejercicio una provisión de 20,5 millones por las pérdidas que estimaba que le ocasionarían dos contratos, que no habían resultado tan rentables como se esperaba. 

Como consecuencia de todo ello, la británica optó por realizar una inyección de 48 millones de euros para acabar con la situación de desequilibrio patrimonial que se había generado.

Por la parte positiva, las cuentas también recogen que la firma acabó el año con una cartera de contratos por ejecutar en los próximos cuatro años de 146 millones de euros.

Por su parte, la filial dedicada el mantenimiento de la flota también mejora sus ingresos, lógicamente, como consecuencia de la mayor actividad del operador. La cifra de negocios pasó de 67,1 a 75,1 millones, pero, al igual que la anterior, también aumentó sus pérdidas, y en mucha mayor medida. En concreto, si el año anterior ya había anotado unos números rojos de 20,6 millones, al cierre de marzo de 2021 esta cantidad se elevaba a 117 millones. Unas pérdidas que se explican, según la firma, sobre todo por la "regularización contable del valor de las aeronaves de la sociedad", según se indica en sus balances.

Así, sus responsables le restan importancia y aseguran que la firma prevé beneficios en el futuro, dentro del grupo al que pertenece.

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