Tras la fuerte caída que experimentó en 2020, como consecuencia de la pandemia y de las restricciones que se adoptaron para frenar la expansión del coronavirus, la economía alicantina logró recuperar el año pasado buena parte del terreno perdido, aunque sin acercarse todavía a los niveles de 2019. Una recuperación intensa que, eso sí, ha perdido fuelle en el arranque de este ejercicio, por el lastre que supone la inflación, las consecuencias de la guerra y la ralentización del comercio mundial.

Así lo ha puesto de manifiesto la responsable del Gabinete de Estudios de la Cámara de Comercio de Alicante, María del Carmen Pastor, durante la presentación del informe Panorámica Alicante, que ha elaborado la institución con el patrocinio de CaixaBank. Un acto en el que también han estado presentes la vicepresidenta de la Cámara, Eva Miñano, y el director territorial de la entidad financiera en la Comunidad Valenciana, Xicu Costa.

De esta forma, a pesar de estar marcada por las sucesivas olas de la pandemia y el mantenimiento de numerosas restricciones, el PIB a precios corrientes de la provincia logró rebotar un 8,1%, frente al 7,4% de la media nacional, gracias al tirón de la agricultura, la fuerte recuperación que experimentó el sector industrial –con las exportaciones como principal motor- o la mejora de la construcción, mientras que el sector servicios tardó algo más en reaccionar, especialmente por la falta de turistas internacionales y las limitaciones de aforo en los locales.

A pesar de este fuerte crecimiento, al finalizar el año el PIB alicantino seguía 7,8% porcentuales por debajo de los niveles prepandemia, de acuerdo con los cálculos de la Cámara. Una brecha que, además, costará de cerrar algo más de lo esperado, ante las consecuencias derivadas del encarecimiento de la energía y de la invasión rusa de Ucrania, que han obligado a revisar a la baja las previsiones de crecimiento en todo el mundo.

Un momento del acto de presentación del informe Panorámica Alicante de la Cámara de Comercio y CaixaBank. Manuel R. Sala

Así, los indicadores disponibles para la economía alicantina apuntan a una moderación de la actividad en los primeros meses de 2022. "El aumento de la inflación está recortando la renta disponible de las familias y restando recursos a las empresas, lo que sin duda afectará a sus decisiones de consumo e inversión, en un contexto marcado por la incertidumbre y la caída de la confianza", señala el estudio. No obstante, se espera que el consumo de los hogares vaya ganando empuje a lo largo de 2022, impulsado por la recuperación del mercado de trabajo y el mantenimiento de unas condiciones financieras favorables, aunque algo más restrictivas, a lo que hay que sumar el ahorro acumulado durante la pandemia y la progresiva desaparición de los cuellos de botella en algunas industrias.

Del mismo modo, el documento advierte de que la inversión empresarial podría moderar su ritmo de crecimiento en un contexto de encarecimiento de los costes de producción, agravamiento de los problemas de suministro y deterioro de las expectativas de facturación. No obstante, la institución cameral también estima que, a medida que estos factores adversos vayan diluyéndose, se espera que la inversión recobre dinamismo, alentada por la mejora de la confianza y el impulso de los proyectos financiados con los fondos Next Generation de la Unión Europea.

Por lo que respecta al mercado inmobiliario, la Cámara recuerda que las compraventas de viviendas alcanzaron su valor más alto de los últimos 14 años, por la demanda embalsada, el deseo de cambiar de casa de muchos ciudadanos o la mejora del empleo. Un dinamismo que no se ha visto acompañado por un aumento de la oferta de obra nueva en la misma medida, lo que ha provocado un desajuste y está tirando al alza de los precios.

Una tendencia que, además, desde el Gabinete de Estudios de la institución cameral no creen que vaya a revertir a corto plazo, ya que consideran que la construcción de viviendas seguirá limitada por factores como la escasez de mano de obra especializada, y el encarecimiento de la energía y otras materias primas básicas.

En cuanto a las exportaciones, tras batir récords en 2021, con más de 6.200 millones de euros, las previsiones apuntan a una desaceleración de los intercambios comerciales en todo el mundo, que afectará en especial al mercado europeo, el más afectado por las consecuencias de la guerra de Ucrania y también el principal destino de las exportaciones alicantinas, lo que también contribuirá a la ralentización de la recuperación económica.

En el lado opuesto, las expectativas apuntan a una progresiva recuperación de la actividad turística a lo largo de 2022, de acuerdo con el informe, sustentada en la mejora de la situación sanitaria y en la eliminación de las restricciones de viajes entre países europeos y en las ganas de viajar, tal como reflejan los indicadores de búsquedas de viajes y reservas.

Al respecto, el impacto de la invasión de Ucrania sobre los flujos turísticos internacionales se considera limitado, dada la reducida representatividad del mercado ruso, aunque el encarecimiento de los costes del transporte y la pérdida de poder adquisitivo de los hogares en numerosos países emisores de turistas hacia nuestro país debido al aumento de la inflación puede condicionar de forma negativa las perspectivas del sector.

El acto también ha servido para que CaixaBank y la Cámara de Alicante renueven su convenio de colaboración para la realización de distintas actividades.