Los socios de la gran patronal española CEOE están llamados a una asamblea electoral el próximo 23 de noviembre, donde deberán elegir un nuevo presidente para los próximos cuatro años. El actual líder de los empresarios, Antonio Garamendi, ha confirmado este miércoles a su cúpula que se volverá a presentar. Lo que no está claro todavía es si habrá o no candidatura alternativa que trate de disputarle la presidencia, después de que en momentos clave de la legislatura un sector de la patronal haya mostrado claras diferencias internas con la actual dirección.

"Después de consultar a las diferentes organizaciones que forman parte de CEOE, hoy he comunicado en la Junta Directiva mi intención de renovar el mandato para los próximos 4 años", ha publicitado Garamendi a través de su cuenta de Twitter. Desde los entornos empresariales se daba por segura la candidatura de Garamendi a la reelección, si bien el actual presidente se había guardado en público de confirmar tal supuesto. Lo ha hecho este miércoles y ahora le toca el turno de mover ficha a la oposición. De momento la federación de autónomosATA, ya ha avanzado que apoyará a Garamendi, tal como ha votado "por unanimidad" este mismo miércoles en junta directiva.

Garamendi no ha tenido hasta hora un mandato tranquilo y son varias las diferencias internas con las que ha tenido que lidiar en el seno de una organización muy diversa, tanto territorial como sectorialmente. En los primeros compases de su mandato se caracterizo por una elevada cantidad de acuerdos en el seno del diálogo social con sindicatos y Gobierno. Firmó la subida del salario mínimo a 900 euros y luego, en ya pandemia, acabó acordando todas las prórrogas de los ertes.

El gran acuerdo que ha marcado su primer mandato es el 'sí' a la reforma laboral. Una posición que le valió el rechazo interno de Foment del Treball, la patronal madrileña, la del auto y la agraria, si bien acabó prosperando la tesis de Garamendi. Ese 'sí' se enmarcó en una estrategia de minimización de daños, ya que el Gobierno iba a sacar adelante los cambios normativos y Garamendi apostó por entrar a negociar para evitar una reforma más ambiciosa.

Sus declaraciones en relación a los indultos de los presos independentistas -en las que asumía como hechos consumados su puesta en libertad por parte del Gobierno- le supusieron otro incendio, tanto externo como interno. Ahí sus detractores le criticaron no haber actuado con mayor contundencia contra la decisión de Sánchez. Esa época coincidió con las malas relaciones entre Garamendi y el líder del PP de entones, Pablo Casado. Fuentes conocedoras explican que desde la cúpula de los populares se llegó a sondear a empresarios como posibles candidatos alternativos a Garamendi para las elecciones de este noviembre. No obstante, la defenestración de Casado por Feijóo y Ayuso truncó esa operación.