El reconocido economista José Carlos Díez pronuncia en Alicante una conferencia sobre el impacto de la guerra de Ucrania en la Agenda 2030, campo en el que, afirma, la provincia tiene una oportunidad con las energías renovables. Respecto a las reformas fiscales que se están impulsando, asegura que este no es el momento.

José Carlos Díez es profesor de Macroeconomía y Finanzas Internacionales en la Universidad de Alcalá de Henares, delegado de Global Economic Analysis y miembro del Consejo Asesor del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, cargos a los que suma sus colaboraciones en algunos de los principales medios de comunicación nacionales e internacionales. La conferencia, organizada por la Fundación Mediterráneo y presentada por el director del Club INFORMACIÓN, Toni Cabot, tendrá lugar este martes a las 19,30 horas en la sede de la propia fundación y es de entrada libre hasta completar aforo. 

¿Puede el conflicto bélico de Ucrania afectar a la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible contemplados en la Agenda 2030?

La transición energética es necesaria, pero va a tener unos costes sociales. Así que se tendrá que alcanzar un acuerdo político para adaptar los objetivos a la nueva realidad, con unos costes del gas por las nubes y con Alemania posponiendo el cierre de sus centrales nucleares.

¿En qué posición se encuentra España para poder afrontar estos retos?

En el corto plazo todo está emborronado por la inflación, pero nos encontramos en una muy buena posición para el desarrollo de las energías renovables. Tenemos más horas de sol que ningún otro país europeo y las inversiones en instalaciones fotovoltaicas se han doblado en el último año y se van a volver a doblar en el actual. Para una provincia como Alicante, donde la insolación es muy elevada, supone una oportunidad histórica por su situación estratégica, hasta el punto de que, para cualquier industria, tener un tejado va a suponer contar con un tesoro. Insisto en que estamos ante una oportunidad que se debe aprovechar, y, para ello, también será necesario que se agilicen los trámites burocráticos, porque no puede ser que haya proyectos que lleven cinco años esperando los permisos.

Hablando de objetivos de desarrollo sostenible, Alicante tiene un serio problema con la escasez de agua para el riego, agravado por los recortes en el trasvase Tajo-Segura. ¿Qué solución puede tener este asunto?

Desde que se aprobaron los últimos planes hidrológicos, hablamos de los años 1994 y 2000, las precipitaciones han caído un 20% al mismo tiempo que la población se ha duplicado. Todo ello, además, en un contexto en el que el turismo ha crecido de manera exponencial. Así que nos encontramos con que hay menos lluvia y más consumo, en una situación que no tiene pinta de que tienda a mejorar en el futuro, sino todo lo contrario. Por eso sorprende que, sabiendo lo que está ocurriendo, las plantas desalinizadoras no cuenten todavía con placas solares para abaratar precios, y que no se haya emprendido un plan de digitalización de toda la gestión del agua para el riego, al igual que se ha hecho con la destinada al consumo humano. Los problemas de escasez se resuelven con innovación y tecnología, y eso no es una novedad, porque lleva haciéndose desde hace cuatro millones de años. Pero la realidad es que España va con retraso en I+D y la Comunidad Valenciana todavía más, porque es la duodécima autonomía que menos invierte en ello.

El turismo, al que acaba de mencionar, tiene un peso muy importante en la economía alicantina. ¿Qué futuro le ve?

Al turismo le ha ido bien este verano, porque ha recuperado niveles de ocupación e ingresos muy parecidos a los de antes del covid. El problema es que los márgenes se han reducido por culpa de la subida de la electricidad. El futuro para el sector, en este sentido, es incierto, y el programa del Imserso no contribuye a despejar el panorama, porque solo se van a pagar 24 euros por persona y día todo incluido. Así que nos encontramos con que el Estado, con esos precios tan bajos, está favoreciendo el modelo low cost del que se quiere escapar y los salarios precarios.

¿Tiene lógica aplicar ahora una tasa turística como pretende la Generalitat?

En campaña electoral no creo que ningún gobierno se plantee implantar más cargas fiscales. En cualquier caso, este tipo de tasas están presentes en muchas ciudades del mundo y van a acabar llegando, pero yo creo que este no es el contexto adecuado, por lo mal que lo ha pasado el sector.

Sin embargo, el PSOE y el PP, así como las diferentes comunidades autónomas, están protagonizando en las últimas semanas una auténtica batalla en materia de fiscalidad. ¿Tiene sentido?

En un momento de crisis como la actual no tiene sentido subir ni bajar impuestos. Si los bajas se incrementa la inflación y eso impacta de manera muy negativa en el 30% de la población, que es la que tiene las rentas más bajas y todavía se empobrece más. Por contra, si los subes, existe el riesgo real de destrucción de empleo. Así que lo mejor es estar tranquilos, que aumente la recaudación y que disminuya la deuda pública, porque con eso lo que se consigue es lanzar un mensaje a los inversores en el sentido de que hay un Gobierno responsable. Lo contrario sería desafiar a la prima de riesgo.

Hay mucho temor a lo que pueda pasar este invierno en términos económicos. ¿Tan malo va a ser?

Va a ser complicado por el problema del gas. En España no tendremos racionamientos, pero ya se viene calculando que a nivel europeo va a haber una caída del consumo del 10% este año y del 4% el próximo, lo que puede traducirse en una menor producción industrial y un descenso del empleo, que acabe afectado también a nuestras empresas.

¿Hasta cuando la crisis?

Hasta que no termine la guerra de Ucrania y se recupere la normalidad con el suministro del gas no saldremos de esta. De lo que se trata es de estar en las mejores condiciones para el momento en el que se firme la paz, e insisto en que nuestro país le puede sacar mucho partido a la inversión en energías renovables.