La tregua se ha acabado. Tras la relajación que experimentaron durante el pasado verano, el precio de los combustibles vuelve a repuntar con fuerza, para disgusto de los conductores, que ven cómo llenar el depósito resulta cada día más caro.

Así, desde que el pasado 28 de septiembre trascendió la intención de la OPEP de recortar la producción de crudo,  el litro de diésel ya ha subido un 9,2% en las estaciones de servicio de la provincia de Alicante, hasta situarse en una media de 1,971 euros, antes de aplicar el descuento de los 20 céntimos aprobado por el Gobierno. Sin embargo, lo cierto es que en más de la mitad de los surtidores ya se supera la barrera psicológica de los dos euros por litro, según los datos que recoge diariamente el portal especializado que tiene el Ministerio de Transición Ecológica.

De esta forma, el precio del gasóleo se mantiene por encima y cada vez más alejado del que marca la gasolina 95, a pesar de que ésta también se ha encarecido en el mismo periodo un 5,5%, hasta los 1,756 euros por litro.

Si se compara con la situación de hace un año, llenar un depósito medio de 55 litros con gasóleo A cuesta ahora 108,4 euros, un 43,5% más; mientras que en el caso de la gasolina el coste asciende a 96,5 euros, un 16,7% más. En el caso del diésel, además, la cifra también es más elevada que la que se registraba en abril de este año, cuando el Ejecutivo de Pedro Sánchez dio luz verde a la aplicación del descuento para aliviar la carga que supone este gasto para la mayoría de hogares.

Desde la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) –la patronal que agrupa a las grandes energéticas españolas- señalan que, más allá de las decisiones adoptadas por la OPEP y de la cotización del crudo, el principal motivo de los precios tan elevados del gasóleo hay que buscarlo en la guerra de Ucrania y el recorte a los suministros que llegaban desde Rusia.

Las gasolineras más baratas. David Navarro

Las gasolineras más baratas. David Navarro

En buena parte de Europa no hay suficiente capacidad de refino para sustituir las importaciones rusas o las instalaciones no están preparadas para tratar el crudo procedente de otras partes del mundo, que tienen una composición diferente. Unas circunstancias que han generado un "cuello de botella" que será difícil de resolver a corto plazo. Así, durante el verano, con el consumo en niveles bajos, los precios cayeron, pero a medida que se acerca el invierno y el aumento de la demanda para calefacción, el gasóleo vuelve a dispararse. Y aún más ahora, ante la proximidad de la fecha acordada por la UE para prohibir la importación de petróleo por barco desde Rusia.

Aunque en el caso de España estos "cuellos de botella" no se dan y no habrá problemas de suministro porque las refinerías sí estaban preparadas y disponen de suficiente capacidad, desde la AOP señalan que las subidas de precios sí afectan ya que la cotización, tanto del diésel como de la gasolina, se fijan en los mercados a nivel internacional.

Unos motivos que, en cualquier caso, sirven de poco para los colectivos más directamente afectados, como los transportistas, que denuncian la situación de "ahogo" en la que se encuentran muchas empresas del sector, según explica el presidente de Fetrama, Juan José Hernández. Aunque desde el Real Decreto aprobado en marzo por el Gobierno –tras las huelgas que se registraron en el sector- los transportistas pueden trasladar las subidas de combustible a sus clientes, el problema está en las dificultades financieras que genera este incremento de precios.

Un trabajador de una gasolinera llena el depósito de un vehículo. Áxel Álvarez

Según explica Hernández, las empresas deben abonar buena parte del combustible en el acto, pero el periodo de cobro medio de sus clientes ronda los 75 días, lo que ha puesto a prueba la tesorería de la mayoría de firmas e, incluso, ha provocado que algunas deban rechazar trabajos al no tener la capacidad para adelantar las cantidades cada vez más elevadas que supone llenar el depósito de los camiones. El presidente de Fetrama calcula que el gasto mensual por vehículo ha pasado de unos 4.000 a 7.000 euros.

Por su parte, los consumidores ven con preocupación el globo sonda lanzado por el Gobierno, que amenaza con retirar el descuento de 20 céntimos a partir de enero. "Estamos en una situación totalmente excepcional. No sólo debe mantenerse ese descuento, es que hay que articular nuevas medidas para rebajar más el precio, como se ha hecho con la luz o el gas", señala el presidente de Avacu, Fernando Móner.

El responsable de la asociación de defensa de los consumidores recuerda que para muchos trabajadores el automóvil es un bien de primera necesidad, que utilizan para ir a su trabajo ante la falta de alternativas viables de transporte público. "Si tienen que gastar más en gasolina, es una cantidad que tienen que restar de otros gastos de primera necesidad", insiste Móner. Así, aboga por recortar impuestos de manera temporal también en el caso de los carburantes.