La Marjal de Pego es la única zona de la provincia de Alicante dedicada al cultivo del arroz. Un enclave, declarado parque natural, con extraordinarios valores ecológicos y paísajísticos, en el que se produce un cereal de enorme calidad. Pero son precisamente esos atributos medioambiantales los que están poniendo en peligro la continuidad de esta actividad agrícola, toda vez que las limitaciones impuestas en el uso de fitosanitarios propician que las malas hierbas y las plagas estén causando auténticos estragos. La cosecha de este año, sin ir más lejos, se ha reducido alrededor de un 65%, generando unas pérdidas cercanas al millón y medio de euros. Los productores, desesperados, reclaman soluciones a la Conselleria de Agricultura, que, a su vez, investiga los motivos por los que esta campaña la pyricularia, una enfermedad fúngica, se ha desbocado.

El cultivo del arroz en la Marjal de Pego viene de mucho tiempo atrás. Por la documentación existente, se sabe que cuatro agricultores pidieron permiso a las autoridades a mediados del siglo XVIII para realizar plantaciones, en un contexto en el que se trataba de una actividad muy controlada por las epidemias de paludismo transmitidas por los mosquitos presentes en los humedales. Con todo, existe la certeza de que este cultivo ya estaba presente en la zona con anterioridad, aunque sin que se haya podido concretar una fecha exacta. Los campos dedicados al arroz fueron ampliándose de forma paulatina hasta llegar prácticamente a las puertas del mar, mucho más allá de los límites actuales de la propia Marjal, gracias a un sistema de canales que, al igual que hoy en día, se alimentaban de los ríos Bullent y Racons. 

A partir de los años sesenta del siglo pasado, no obstante, las plantaciones empezaron a abandonarse en medio de una promesa de concentración parcelaria que todavía continúa sin consumarse plenamente, tras lo cual llegaría la declaración de la Marjal como parque natural y, finalmente, la recuperación del cultivo, no sin que antes se generase una amplia controversia y los agricultores prácticamente entraran a la fuerza en los campos.

Sea como fuere, y después de muchos esfuerzos, se consiguió consolidar de nuevo la producción de arroz en la zona, una actividad que, sin embargo, vuelve a estar en peligro en estos momentos. El motivo no es otro que la proliferación de las malas hierbas y las plagas, fenómenos estos ante los que los agricultores de la Marjal de Pego juegan en inferioridad de condiciones frente a algunos de sus competidores, debido a las limitaciones que tienen en el uso de determinados productos por su situación en un parque natural.

Así lo señala el productor y representante del sector en Asaja Alicante, Pep Orihuel, quien destaca que el hongo de la pyricularia va a causar una merma del 65% en la cosecha de arroz bomba, que es el que se cultiva de forma mayoritaria en la zona. Según sus palabras, la expansión de esta enfermedad obedece a dos razones principales. La primera de ellas es el crecimiento descontrolado de las malas hierbas, concretamente el serreix, que, enfatiza, «supera la altura del arroz y provoca un efecto tupido que no hace más que darle gasolina a la pyricularia, potenciando su expansión». En este sentido, los agricultores reclaman que se pongan a su disposición las herramientas necesarias para controlar estas hierbas, dado que ya llevan muchos años con un solo producto autorizado y se han adaptado al mismo «como si fuese abono», precisa.

Operación de carga del arroz recogido en la Marjal de Pego.

La otra causa, explica Orihuel, es que los productores no disponen de soluciones fitosanitarias para hacer frente a la enfermedad. «Solo está permitido un producto para el tratamiento aéreo y los resultados no son los deseados, además de que representa el 20% de los costes de producción», lamenta. Asimismo, recuerda que las subvenciones de la PAC cada vez son menores, lo que empuja a la sectorial arrocera alicantina a tener que reducir las plantaciones, «cuando en otros países se usan productos no autorizados en España y con una mano de obra más barata».

Por su parte, el técnico agrónomo de Pego Natura, Vicent Dominguís, asegura que las limitaciones en los fitosanitarios y las materias biológicas permitidas suponen un gran desafío para los agricultores de la Marjal de Pego, pues, subraya, «la variedad bomba es muy susceptible a esta enfermedad, que, además, se agrava por unas condiciones climáticas propicias para el crecimiento del hongo». Algunos expertos coinciden al señalar que una de las posibles alternativas sería apostar por otras variedades que toleren la salinidad de la zona, aunque varios productores ya lo han probado sin obtener resultados exitosos. Con todo ello, el descenso de la cosecha ha sido este año de cerca de un millón de kilos, lo que supone unas pérdidas económicas próximas a 1,5 millones de euros. 

Investigación

¿Y qué es lo que está haciendo la Conselleria de Agricultura ante este problema? El secretario autonómico, Roger Llanes, explica que la acción de la pyricularia ha crecido de manera notable en todas las zonas productoras de la Comunidad Valenciana, por lo que se están investigando las causas para actuar en consecuencia. «Se trata -explica- de una enfermedad que teníamos controlada y que, sin embargo, ha repuntado en esta campaña, por lo que se ha procedido a la toma de muestras».

Entre los probables motivos se encuentran los climatológicos. «Este año ha sido anómalo en lo que respecta a las temperaturas, y las abundantes lluvias de la primavera también obligaron a plantar más tarde, lo que ha alterado el ciclo del cultivo. También estamos viendo si el hongo ha podido desarrollar resistencias a los fungicidas», subraya. Una vez se conozca lo ocurrido, la conselleria se planteará la posibilidad de reclamar al ministerio la autorización de nuevos tratamientos. «En la actualidad -señala- hay dos sustancias activas permitidas. Veremos si tenemos que solicitar una ampliación del abanico».

En lo que respecta al problema de las malas hierbas, Llanes recuerda que los agricultores con limitaciones en los tratamientos cuentan con ayudas medioambientales compensatorias.

Con todo, y ante esta alarmante bajada de la producción de arroz, los agricultores de la Marjal de Pego reivindican su papel como guardianes del ecosistema, manteniendo las aguas en circulación y proporcionando alimento a los seres vivos que lo habitan. Sin embargo, advierten, si no se empiezan a plantear soluciones, en menos de dos años el cultivo va a desaparecer, al mismo tiempo que lo hace el propio parque natural.

La variedad bombón, autóctona de la zona, también se ha visto afectada

El arroz bomba es el más extendido y hasta hace bien poco el único que se cultivaba en la Marjal de Pego, pero, desde hace seis años, se ha recuperado la variedad autóctona del bombón, desaparecida hace más de medio siglo, que también se está viendo afectada por las malas hierbas y las plagas y, además, en una proporción muy parecida. Esta circunstancia está desalentando al grupo de productores que ha decidido realizar esta apuesta, que, hasta el momento, estaba ofreciendo resultados más que prometedores.

El arroz bombón dejó de cultivarse en la Marjal de Pego allá por el año 1965, coincidiendo con el abandono momentáneo de los campos en la zona. Fue en 2016 cuando una serie de empresarios agrícolas, con el apoyo de la Diputación de Alicante y Asaja, decidieron apostar por su recuperación, algo que fue posible gracias a la intervención decisiva del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), dependiente de la Generalitat. Este organismo nació a principios del siglo XX, dedicándose desde sus inicios a la recogida de las semillas de algunas de las variedades que se cultivaban entonces. Las del arroz bombón llegaron a este departamento en 1932, procedentes del propio Pego, permaneciendo allí desde ese momento, conservadas en un banco de bioplasma. Hace seis años salieron de nuevo en dirección al parque natural de la Marjal, donde el cultivo ha ido creciendo campaña tras campaña. De hecho, en el primer ejercicio se recolectaron 4.000 kilos, y en la actualidad ya se han alcanzado los 30.000.

Se trata de una variedad que ofrece diversas ventajas, primero porque sus plantas son robustas y con buenas raíces, de manera que no precisan de demasiados fertilizantes y toleran niveles moderados de salinidad. Además, este tipo de arroz tiene un alto contenido de amilosa, lo que propicia que tenga una alta calidad culinaria. Sin embargo, las malas hierbas y el hongo de la pyricularia también han mermado la cosecha este año alrededor de un 65%, para decepción de los agricultores, que han sufrido un contratiempo en su proyecto de recuperación de este prometedor cereal.