Primero fue la pesca y ahora parece que le va a tocar a la agricultura. Si la Comisión Europea (CE) ya lleva dos años aplicando restricciones en las jornadas para salir a faenar al mar con el objetivo de proteger a la fauna marina, en la actualidad está preparando una directiva que contempla duras restricciones en la utilización de fitosanitarios en los campos. La noticia ya ha levantado la alarma en el sector, principalmente en el de los cítricos, por su especial sensibilidad a las plagas. Tanto los productores como la propia Conselleria de Agricultura han mostrado su oposición a la nueva normativa, advirtiendo de que su entrada en vigor, tal y como está contemplada, conduciría a un abandono masivo de las plantaciones.

La directiva que está encima de la mesa se ha concebido como uno de los instrumentos claves para aplicar el denominado Pacto Verde Europeo en 2030, que, en el caso del sector agrario, se ejecuta a través del proyecto «De la granja a la mesa». Así, en el caso de los fitosanitarios, la propuesta plantea reducir su uso en esa fecha a la mitad. Para lograrlo, lo que se propone es que en todas las zonas llamadas «sensibles» quede prohibida la utilización de estos productos, incluyéndose en el listado todos aquellos terrenos que cuenten con algún tipo de protección medioambiental, como son los parques naturales, las áreas afectadas por la directiva marco del agua y la Red Natura 2000, e incluso los espacios que en el futuro reserve la nueva regulación en materia de polinizadores. 

Pese a que la normativa va orientada a la agricultura en general, el primer sector en alertar de las graves consecuencias que puede acarrear ha sido el citrícola, debido a que ya está siendo muy castigado por las plagas. Desde el Comité de Gestión de Cítricos (CGC), sin ir más lejos, su presidenta, Inmaculada Sanfeliu, explica que la medida afectaría a un 30% de la superficie agraria del país, pero destaca que, en el caso de este cultivo, el impacto sería mucho mayor, toda vez que en estas tierras se asientan gran parte de las plantaciones de mandarinas, naranjas y limones. De aplicarse de esta forma, añade Sanfeliu, la merma en la producción sería extremadamente grave en el caso de la Comunidad Valenciana, incluida la provincia de Alicante, y también muy considerable en otras zonas como Andalucía, Murcia y el área próxima a la desembocadura del Ebro en Tarragona.

El CGC subraya que no se opone a seguir dando pasos en favor de una producción citrícola cada vez más sostenible, destacando que sus empresas han venido cumpliendo la actual directiva y ya aplican los principios de gestión integrada de plagas. «Sin embargo -indica Sanfeliu-, para seguir avanzando en esa dirección, antes se tiene que garantizar al sector que las alternativas biológicas a los insecticidas, herbicidas o fungicidas convencionales sean eficaces, y que los procesos para disponer de esas herramientas se agilicen».

Plagas importadas

Y es que los productores citrícolas siguen sufriendo pérdidas millonarias como consecuencia de plagas relativamente nuevas, como el cotonet de Sudáfrica, y otras que hasta hace poco se mantenían a raya, como la araña roja. En este sentido, el secretario general de La Unió, Carles Peris, denuncia que las interceptaciones de cítricos importados en la UE con organismos nocivos siguen siendo escandalosos, con 35 rechazos en el último mes de octubre, de los que 30 proceden de Sudáfrica y Argentina. Y todo ello a pesar de que la Comisión Europea aprobó en junio el tratamiento en frío a las naranjas procedentes de países donde está declarada la falsa polilla, entre ellos Sudáfrica, de donde procedía un cargamento infectado. «O no se están llevando a cabo estos tratamientos o se están haciendo mal, pero estos datos son para que las autoridades comunitarias tomen medidas», enfatiza Peris.

Tratamiento con fitosanitarios en un campo de naranjas.

Con relación a la directiva que se encuentra en fase de preparación, desde La Unió reclaman al ministro de Agricultura, José Luis Planas, que se consensúe la relación de los productos fitosanitarios imprescindibles, para buscar alternativas eficaces y minimizar las consecuencias de la entrada en vigor de la medida.

Por su parte, el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, no duda a la hora de señalar que, «si se empieza a aplicar tal y como está contemplada, apaga y vámonos, porque no contamos con productos sustitutorios y las consecuencias serían catastróficas del todo».

Andreu destaca que los productores alicantinos ya vienen sufriendo las consecuencias de la competencia desleal de terceros países, que no tienen que cumplir con las normas que se aplican en la Unión Europea, por lo que sostiene que la solución para asegurar la supervivencia del sector citrícola consistiría en poner cláusulas espejo para que los productos importados cumplan los mismos estándares que los de aquí.

En términos muy similares se expresa el secretario autonómico de Agricultura, Roger Llanes, quien, no obstante, matiza que la propuesta comunitaria sigue encima de la mesa, y que «puede terminar cayendo de un lado u otro». Y es que, añade, «todos los Estados miembros han mostrado su rechazo a esta medida, tal y como está redactada, porque es muy restrictiva. Así que vamos a seguir peleando para intentar cambiarla y que, al menos, no sea tan contundente como ahora».

Llanes comparte con la patronal y las asociaciones agrarias los efectos negativos que se generarían, sobre la base de que «parece que se esté permitiendo la entrada de productos de fuera que no cumplen con unas mínimas condiciones y con grandes diferencias en materia de salarios, mientras que en Europa nos autoimponemos cada vez más restricciones».

El responsable autonómico comparte que se debe transitar hacia modos de cultivo cada vez más naturales, «pero -matiza- no se pueden eliminar determinados fitosanitarios sin que haya sustitutos de garantías. Además, la directiva tiene en su punto de mira, incluso, productos que en estos momentos se están utilizando en la agricultura ecológica».

La caída de las importaciones dispara los precios de las naranjas, limones y mandarinas

El encarecimiento de los costes del transporte ha provocado una caída en picado de las importaciones de cítricos en la Unión Europea, lo que ha propiciado que los precios de las naranjas, los limones y las mandarinas cultivadas en territorio español se hayan disparado. Según explica el productor y presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, «después de varias campañas desastrosas, en estos momentos estamos solos para abastecer a todo el mercado comunitario, por lo que los agricultores, por fin, están pudiendo disfrutar de unas buenas cotizaciones en sus productos».

Los limones, sin ir más lejos, se pagan en estos momentos a 40 céntimos el kilo, cuando el año pasado apenas alcanzaban los 18. Algo similar sucede con las mandarinas, que se cotizan a 50 céntimos frente a los 14 de la campaña anterior, y en menor medida con las naranjas, que ahora están a 23 céntimos, cuando el ejercicio pasado no superaban los 14.

En lo que respecta a la cosecha de la provincia, Andreu explica que hay un poco menos de lo habitual, de manera que tanto limones como naranjas se situarán alrededor de las 400.000 toneladas, mientras que las mandarinas se quedarán en 100.000. A este descenso de la producción ha contribuido, según el dirigente de Asaja, la fuerte demanda por parte de los mercados. «Están pidiendo tanto producto que no queda otro remedio que recolectar rápido, cuando todavía no se ha alcanzado el máximo calibre», explica.

Mientras tanto, la Generalitat ha presentado esta misma semana la marca «Naranja Valenciana», registrada por el consejo regulador, que identifica la calidad de los cítricos cultivados en la Comunidad Valenciana. Esta presentación va a ir acompañada de una campaña, que lleva por lema «Tria sentiment», que se desarrollará primero en la propia Comunidad para extenderse después al resto de España y, el año que viene, a países de la UE. Las dos primeras fases tienen un presupuesto, cada una de ellas, de 500.000 euros.