Pablo Fernández, un "business angel' que apunta hacia Alicante

El cofundador de Clicars ya tiene dos firmas de la provincia en su cartera de inversiones -GDV Mobility y Gravity Wave- y busca nuevas oportunidades en la zona

El fundador de Clicars y Clikalia e inversor Pablo Fernández.

El fundador de Clicars y Clikalia e inversor Pablo Fernández. / Información

David Navarro

David Navarro

Pablo Fernández asegura que no invierte en ninguna empresa por su ubicación geográfica, sino por su proyecto, pero también reconoce su interés por aumentar la cartera de sus participaciones en startups de la provincia de Alicante. En parte por los lazos sentimentales que le unen a esta tierra -donde se crió entre los 10 y los 18 años, y donde aún viven sus padres y su hermana pequeña-pero, sobre todo, por las oportunidades que existen. «En Madrid y Barcelona ya hay mucha competencia, y otras zonas como Málaga, València o el País Vasco también tienen un ecosistema asentado, pero Alicante sigue siendo una gran desconocida para la mayoría de inversores», sostiene el cofundador de empresas como Clicars o Clikalia, y uno de los business angels más activos del panorama nacional, que participa directa o indirectamente -a través de un fondo de exalumnos de Harvard Business School- en más de 60 proyectos.

Faltos de un Juan Roig que replique en Alicante el modelo de Lanzadera -la exitosa aceleradora de empresas que el dueño de Mercadona impulsa en la ciudad del Túria-, lo cierto es que el interés de Fernández por la provincia supone una muy buena noticia para los emprendedores locales, que tienen en la búsqueda de socios financieros uno de sus grandes obstáculos.

De momento, en muy pocas semanas el también poseedor de hasta cinco Récords Guinness de natación en aguas abiertas ha anunciado que aumentaba hasta el 21% su participación en Gravity Wave, la compañía de Calp que se dedica a limpiar el plástico de los océanos, y también que tomaba un 16% de la firma de venta de recambios para patinetes eléctricos GDV Mobility, que construye en Alicante la que será la mayor fábrica de reacondicionamiento de baterías de Europa. Pero, además, asegura que ya analiza otros «tres o cuatro proyectos» en la zona.

Pablo Fernández, durante una de las pruebas de natación en las que participa.

Pablo Fernández, durante una de las pruebas de natación en las que participa. / Información

El espíritu emprendedor y activista que acompaña toda la trayectoria de Pablo Fernández le viene «de familia», como él mismo señala. Cuando era solo un niño, sus padres decidieron dejar sus trabajos para convertirse en misioneros de la Iglesia católica y emprendedores sociales, lo que les llevó a recorrer varias ciudades españolas para colaborar con diversas parroquias. Así recalaron primero en Villena y luego en Alicante, donde Fernández vivió hasta que, a los 18 años, regresó a su Madrid natal para estudiar. De ahí dio el salto a Estados Unidos, donde estudió en Harvard y donde trabajó en Boston Consulting Group y acabó convirtiéndose en el vicepresidente ejecutivo más joven de Banco Santander.

Antes de eso ya había intentado poner en marcha su primera empresa, Becasfácil.com, que no salió bien, pero que le sirvió para aprender y le dejó dentro el «gusanillo» de ser empresario. La segunda vez asegura que fue más fácil. Fue cuando llegó Clicars, la plataforma de compraventa de coches usados con la que triunfó y que ha acabado vendiendo este año a la multinacional Stellantis. Y, más tarde, Clikalia, una web inmobiliaria que logró la mayor ronda de financiación de una startup española, con 460 millones de euros.

El empresario, en la sede de Clicars.

El empresario, en la sede de Clicars. / Información

Rentabilidad

Como parte de esa herencia familiar, Fernández siempre ha mostrado interés por los proyectos sociales y con «impacto», por lo que ha impulsado iniciativas como Adopta un abuelo y también fundó Oceans Club, con la que promueve la limpieza de los océanos. Sin embargo, que nadie se lleve a engaño. Deja muy claro que, como inversor, lo más importante es que la empresa «gane dinero y sea rentable». «Hay muchas startups con proyectos sociales que ganan muchos premios, pero que no consiguen escalar porque no tienen un modelo de negocio. ¿Cómo quieres sostener y ayudar a los demás, si no te sostienes a ti mismo?», se pregunta.

Esa fue una de las cosas que más le atrajeron de Gravity Wave y GDV Mobility, dos compañías que contribuyen a mejorar el medio ambiente, pero que son «absolutamente rentables». A la primera llegó a través de un socio en otros proyectos que le habló de la iniciativa de los hermanos Julen y Amaia Rodríguez. «Hubo un enamoramiento a primera vista», asegura el emprendedor. Para él supone todo un ejemplo de cómo mejorar el mundo, al tiempo que se hace negocio. La firma se dedica a comprar a los pescadores los plásticos que recuperan del mar y las redes que no utilizan y los transforman en otros productos. Además, también cobran de otras empresas que quieren invertir en esta tarea como parte de su Responsabilidad Social Corporativa.

En el caso de GDV, la conexión llegó a través de sus padres, que conocían al joven fundador de esta compañía, Germán Agulló, de solo 21 años. «En Clicars ya vimos el problema que suponían las baterías de los vehículos eléctricos», señala. Así que lo vio claro cuando Agulló le habló del proyecto para crear una fábrica para reacondicionarlas y prolongar su vida. De nuevo, impacto social, pero rentable.

«Quiero que los jóvenes vean que no todo va de ser youtuber o funcionario»

La conexión de Pablo Fernández con el emprendedor detrás de GDV Mobility, Germán Agulló, va más allá de la toma de una participación en el capital de la firma. El empresario quiere promover que Harvard haga un estudio de caso de la trayectoria del alicantino, al que Forbes ya distinguió como uno de los jóvenes con más talento de España. «Quiero que se convierta en un ejemplo para los jóvenes, que vean que se puede ser empresario con 19 o 20 años y que no todo va de ser youtuber o funcionario», asegura. También tiene un mensaje para las administraciones, a las que les pide que, simplemente, «no molesten y que pongan las cosas fáciles a los empresarios».

Suscríbete para seguir leyendo