La Comunidad Valenciana, entre las autonomías menos competitivas de España

Madrid, Navarra y el País Vasco encabezan una clasificación que cierran Extremadura y Andalucía

El mapa con la clasificación de las autonomías españolas por su competitividad.

El mapa con la clasificación de las autonomías españolas por su competitividad. / Consejo General de Economistas

Si la renta per cápita de la Comunidad Valenciana se encuentra 3.209 euros por debajo de la media nacional no es por casualidad. El dato no es más que un reflejo de la falta de competitividad que arrastra la autonomía, que se sitúa entre las peores del país en este indicador, de acuerdo con el estudio que anualmente elabora el Consejo General de Economistas de España en base a más de 50 variables distintos.

En concreto, la Comunidad se encuentra en el puesto número 11 de un total de 17, entre el grupo que presenta un nivel de competitividad "bajo", de acuerdo con el indicador elaborado por los economistas, que define este concepto como la capacidad de un territorio de proporcionar un entorno favorable para empresas y personas, y que tiene en cuenta desde la formación de sus residentes, a la productividad de sus negocios o el endeudamiento y, por tanto, la capacidad de inversión de sus administraciones.

Una clasificación que encabezan, y a mucha distancia, Madrid, Navarra y el País Vasco, las únicas que ofrecen un nivel "alto", según el estudio. Con un nivel "medio-alto" se mantiene únicamente Cataluña; mientras que Aragón, La Rioja, Castilla y León, Cantabria, Galicia y Asturias estarían ya en el escalón "medio bajo". Por último, la Comunidad Valenciana, Murcia, Castilla-La Mancha, Baleares, Canarias, Andalucía y Extremadura formaría parte del furgón de cola de la competitividad española, con un nivel "bajo".

Perfil de competitividad de la Comunidad Valenciana.

Perfil de competitividad de la Comunidad Valenciana. / Consejo General de Economistas.

Unas diferencias que apenas se han recortado en los últimos años, a pesar de que ha habido algún pequeño avance, según han explicado durante la presentación del estudio sus autores, José Carlos Sánchez y Patricio Rosas, que han estado acompañados por el presidente del Consejo de Economistas, Valentín Pich.

Además de encontrarse entre las autonomías peor clasificadas, la Comunidad Valenciana también forma parte del grupo de seis regiones que no han logrado recuperar todavía el nivel previo a la pandemia en este indicador, que en el conjunto de España creció el año pasado un 4,4%.

Si se analiza el detalle de los distintos apartados que se analizan para elaborar el indicador, la Comunidad arroja sus peores resultados en el denominado "eje institucional", que recoge indicadores con el déficit o el endeudamiento de sus administraciones –donde la Generalitat se sitúa a la cabeza de España, por la infrafinanciación-, el esfuerzo fiscal o los datos de desigualdad. También ofrece una perspectiva negativa el análisis del mercado de trabajo o el entorno económico, donde se miden aspectos como la productividad por empleado, que en la Comunidad se sitúa en 58.405 euros frente a los 65.231 de la media nacional o los 79.500 de Madrid.

Por el contrario, la autonomía muestra una situación mejor que la media en el eje que mide la eficiencia empresarial, donde pesan aspectos como el número de exportadores, el dinamismo en la creación de empresas o las facilidades para hacer negocios.

Digitalización

Clasificación de las autonomías por su digitalización.

Clasificación de las autonomías por su digitalización. / Consejo General de Economistas.

Este año el estudio ha incorporado también un apartado específico para analizar el avance de la digitalización en las distintas autonomías, un apartado en el que, esta vez sí, la Comunidad Valenciana sale bastante bien parada. En concreto, se sitúa como la tercera mejor región española en este aspecto, únicamente por detrás de Madrid y Cataluña, y superando al País Vasco. En este caso, la autonomía consigue buenas notas en casi todos los indicadores analizados: desde la existencia de infraestructuras adecuadas, hasta el uso de las tecnologías más disruptivas, como el Big Data, por parte de sus empresas. También en el uso que realizan los particulares y las administraciones, o en la formación de los trabajadores. Sin duda una vía para que algún día la autonomía pueda cerrar esa brecha en la competitividad.