Nueva economía

Los herederos del imperio de la industria del papel

Papelera de l’Alquería mantiene viva la tradición del sector en l’Alcoià y el Comtat, comarcas que llegaron a ser una potencia mundial en papel de fumar

M. Vilaplana

M. Vilaplana

La historia industrial de las comarcas de l'Alcoià y El Comtat tiene escrito en letras de oro el capítulo dedicado al sector papelero, toda vez que ambas comarcas llegaron a convertirse en las principales productoras en España de papel de fumar, así como en auténticas potencias mundiales en la materia. De aquel imperio, que entró en declive en la segunda mitad del siglo pasado, persisten hoy en día los que podrían considerarse herederos de ese glorioso pasado. El principal ejemplo es Papelera de l'Alquería, empresa dedicada a la fabricación de papel para cartonajes, que además ocupa en l'Alqueria d'Asnar las antiguas instalaciones de la emblemática marca de papel de fumar Bambú. Junto a ella hay desperdigadas por la zona otras firmas dedicadas a los manipulados, en su mayoría fundadas por trabajadores de empresas ya desaparecidas, que mantienen viva una tradición que se resiste a desaparecer.

Junto con la industria textil, la fabricación del papel fue el segundo motor de la economía de las comarcas de l'Alcoià y El Comtat durante gran parte de su historia. La industria papelera en España arrancó en la Edad Media, con la llegada de los árabes a la península, y Xàtiva fue la primera ciudad europea donde se documentó la elaboración de esta materia. No se tiene constancia exacta de cuándo llegó a Alcoy, aunque, en principio, se puede datar en el siglo XVI.

Un momento crucial para el desarrollo de esta industria fue el molino erigido en la ciudad por Vicente Albors en 1755, y el establecimiento solo once años después en la misma ciudad del Estanco de Tabaco para Nueva España por la Real Hacienda. A partir de ahí se produjo un importante incremento de los encargos de papel de fumar, lo que propició que proliferasen las empresas y que durante el siglo XIX Alcoy se convirtiese en la primera zona productora de España, y Banyeres en la segunda.

Esta actividad industrial, que fue extendiéndose a otros municipios de l'Alcoià y El Comtat, como l'Alqueria d'Asnar o l'Orxa, se mantuvo también en buena parte del siglo XX, destacando en 1934 la fusión de la mayor parte de las firmas del sector en la razón social Papeleras Reunidas. Sin embargo, diferentes vicisitudes, como la Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial, la pérdida de mercados consumidores y crisis económicas, llevaron finalmente al cierre en 1984.

Otra empresa que también tuvo relevancia, y que mantuvo su independencia frente a Papeleras Reunidas, fue Raduán, con fábrica en L'Orxa. Aguantó más tiempo su actividad, aunque la crisis que rodeaba al sector provocó igualmente su clausura en 2001. Con ella, desaparecía prácticamente el último vestigio de esta industria en la zona, más allá de algunas empresas de manipulados de menor envergadura.

Y lo cierto es que esta actividad industrial hubiese pasado a tener una presencia prácticamente testimonial en lo que antes había sido un auténtico imperio si no llega a ser por el empeño puesto por un municipio de apenas 500 habitantes como l'Alqueria d'Asnar, donde se ubicó la principal factoría de Papeleras Reunidas. Tras múltiples gestiones para evitar el desmantelamiento de la maquinaria, y la decisión de los empresarios Rafael Pascual, Pascual Botella y Rafael Richart de adquirir las instalaciones con el compromiso de no venderlas si no era para reanudar la actividad, se consiguió hace justo ahora 25 años que la fabricación de papel regresase con fuerza a este territorio.

Fue a través del grupo Hinojosa y Bernabeu, hoy en día únicamente Hinojosa, que decidió adquirir la fábrica para elaborar el papel con el que elabora sus cartonajes. Hay que señalar que este grupo empresarial está dedicado a la fabricación de cajas de cartón para los más diversos artículos, y que tiene 15 plantas en toda España y también en Portugal.

Para poner en marcha el proyecto, la firma adaptó para sus necesidades la máquina en la que Papeleras Reunidas fabricaba papel de fumar y papel biblia, al tiempo que sometía a la antigua factoría a una profunda renovación. La producción ha crecido un 42% en los últimos siete años, hasta el punto que en la actualidad elabora 100.000 toneladas anuales de papel. Los últimos datos de facturación, correspondientes a 2019, se sitúan en 46,5 millones de euros.

Hinojosa ha hecho de la sostenibilidad y la economía circular uno de sus puntas de lanza. Según señala el gerente de la papelera, Manuel Orero, todo el papel que elaboran es reciclado. «La materia -indica- viene del contenedor azul o del cartón que le sobra al grupo del troquelado de las cajas. También de empresas que se dedican al reciclaje y que recogen los desperdicios de grandes cadenas de supermercados. A partir de ahí, se clasifica y pasa a formar parte de la receta con la que hacemos el papel».

Orero subraya que las empresas papeleras «siempre han tenido mala fama por el tema de la contaminación y los residuos, pero lo cierto es que, al menos en nuestro caso, es totalmente al contrario». En este sentido, añade que la empresa no capta agua del río Serpis, que pasa justo al lado de la factoría, pese a tener una concesión para ello. «Lo que utilizamos son aguas residuales procedentes de la depuradora municipal de la Font de la Pedra, y las que nos sobran las sometemos en nuestras propias instalaciones a tratamiento, depurándolas hasta un nivel terciario y devolviéndolas a su lugar de origen. Se trata de un proceso de suma importancia, teniendo en cuenta que gastamos 2.000 metros cúbicos de agua al día», enfatiza.

El gerente de la empresa se muestra orgulloso de esta filosofía, «porque somos la única papelera de Europa que hace esto, pese a que nos saldría más barato coger el agua del río. Pero nuestro propósito es ser una firma puntera a nivel tecnológico, que al mismo tiempo se preocupa por el respeto al medio ambiente».

Otra muestra en este sentido es la utilización de biomasa para producir el vapor con el que secan el papel a la salida de la máquina. «También trayéndola de fuera nos saldría más barato, pero hemos preferido usar residuos forestales de nuestras zonas más cercanas, reduciendo con ello la huella de carbono al ser menor el transporte». La caldera, además, se instaló en 2013, «siendo en aquel momento la más grande que se ubicó en España. Está fabricada en Suecia, y, por ello, vino la cónsul de este país a inaugurarla».

Papelera de l'Alqueria también ha sustituido las carretillas y toros mecánicos de combustible por otros eléctricos, y trabaja en un proyecto para la instalación de paneles solares. También tiene muy avanzada la digitalización, dentro de la industria 4.0, lo que está permitiendo mejorar las condiciones laborales de los trabajadores.

Todo este conjunto de actuaciones, que han supuesto en los últimos años una inversión cercana a los 20 millones de euros, le han permitido a la empresa lograr la certificación de excelencia en la gestión empresarial, «algo muy singular, por las estrictas exigencias, dentro del sector industrial», subraya el director de la firma, Antonio Monrós. Los responsables de la papelera destacan, asimismo, la buena sintonía con el Ayuntamiento de l'Alqueria d'Asnar, en materia de colaboración a todos los niveles y obtención de licencias.

El papel que se elabora, como queda dicho, va destinado a la fabricación del cartón con el que después se confeccionan cajas. Según el gerente, «el grupo tiene distribuidas plantas por toda España para cubrir las necesidades de cada región. Así, por ejemplo, en el norte se hacen cajas para conservas, y en las zonas agrícolas para frutas y verduras, por poner algunos ejemplos».

Papelera de l'Alqueria emplea a 56 trabajadores, aunque, contando con los indirectos, la cifra se eleva hasta el centenar. Ese número, incluso, sube hasta las 160 personas en los momentos en que la máquina se detiene para ser sometida a trabajos de mantenimiento. «Vienen técnicos de Suecia, Alemania y Finlandia. Hay que tener en cuenta que la máquina, salvo en estas paradas programadas, está en permanente funcionamiento a través de cinco turnos de trabajadores. Necesitamos alcanzar temperaturas muy elevadas para fabricar el papel, y los costes y los consumos del calentamiento serían muy elevados si realizásemos paradas constantes. Es por ello por lo que la mantenemos activa las 24 horas», indica Orero.

Junto a esta empresa, la más potente y única dedicada directamente a la fabricación, conviven en estas comarcas otras de menor envergadura dedicadas a los manipulados del papel. La gran mayoría tienen en común que han sido fundadas por trabajadores de las antiguas compañías, como Papeleras Reunidas o Raduán.

Una de ellas es Practicel, ubicada en Gaianes, que ya tiene 17 años de historia. Se trata de una firma dedicada fundamentalmente a la hostelería y que elabora servilletas y mantelería, y envasados de toallitas, palillos y geles, entre otros productos. Su gerente, Javier Pérez, señala que «lo que hacemos es comprar el papel para transformarlo y venderlo. Nuestro mercado es principalmente nacional, porque se trata de un producto demasiado barato para llevarlo más lejos. El transporte se comería los beneficios».

Practicel emplea a 38 personas y tiene una facturación de poco más de 14 millones de euros, si bien los objetivos se han complicado este año como consecuencia de la crisis del coronavirus. Según Pérez, «la cosa está más que difícil por el mal momento que vive el sector turístico a raíz de la caída de visitantes y los cierres en la hostelería. Nos va a afectar muy fuerte, pero no queda otra que aguantar y esperar a que esto acabe de una vez por todas».

Pérez subraya que tanto en esta firma como en otras que están en las inmediaciones «todos salimos de antiguas empresas del sector, cuando estaba más boyante. En estos momentos sólo queda la fábrica de l'Alqueria, pero aquí seguimos todos nosotros, trabajando para ganarnos la vida y mantener esta tradición industrial».

Museos y vestigios arquitectónicos

La tradición industrial papelera de l’Alcoià y El Comtat es todavía visible merced a la existencia de museos y numerosos vestigios arquitectónicos. En l’Alqueria d’Asnar se inauguró el año pasado un museo dedicado a la fábrica del Bambú, justo donde ahora se ubica Papelera de l’Alqueria. El alcalde, Jaume Pascual, recuerda que la factoría llegó a contar en sus buenos tiempos con 450 trabajadores, y que el 90% de la población estaba empleada allí. «Fueron momentos de gran prosperidad, que dejaron una profunda huella. Ni l’Alqueria tendría sentido sin el Bambú, ni el Bambú tendría sentido sin l’Alqueria», subraya.

El otro museo se encuentra ubicado en Banyeres. Se trata, en concreto, del Museu Valencià del Paper, reformado recientemente, donde se puede realizar un recorrido por la prolífica historia papelera de la localidad. La visita a estas instalaciones se complementa con la denominada Ruta dels Molins, que discurre junto al río Vinalopó por tres de los nueve molinos papeleros que llegaron a funcionar en el municipio. Son el Molí l’Ombria, Molí Sol y Molí Pont, que conservan, además, buena parte de sus infraestructuras hidráulicas.

En Alcoy, por último, permanece en pleno casco urbano el impresionante edificio de Papeleras Reunidas, actual sede de Aitex y el CEEI, así como el complejo arqueológico del Molinar, considerado la cuna de la industrialización valenciana.