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Las hortalizas de invierno se cuecen

Las elevadas temperaturas propician un descenso de la producción del 30% en las alcachofas, coliflores y brócolis de la provincia y complican su comercialización

Una alcachofa dañada por las cálidas temperaturas en una plantación de Orihuela.

Una alcachofa dañada por las cálidas temperaturas en una plantación de Orihuela. / HECTOR FUENTES

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Si hay algo que distingue a las hortalizas de invierno es que precisan de temperaturas bajas para poder desarrollarse de forma adecuada. Y justo eso es lo que les está faltando esta campaña, dado que el frío ha brillado por su ausencia, lo que está teniendo unas consecuencias nefastas para la práctica totalidad de los cultivos. De entrada, la cosecha de productos tan emblemáticos en la provincia de Alicante como las alcachofas, las coliflores o los brócolis se ha reducido alrededor de un 30%, provocando, además, un descenso de la calidad. Esta circunstancia, unida a una menor demanda en los mercados por las anómalas temperaturas, también está generando una caída de los precios, para desesperación de los productores. Lo peor de todo es que el cambio climático parece que ha llegado para quedarse, y que la situación que se está viviendo este año tiene toda la pinta de repetirse cada vez de una manera más frecuente.

La producción habitual de hortalizas de invierno en la provincia de Alicante, concentrada principalmente en las comarcas del Camp d’Elx y la Vega Baja, se sitúa habitualmente alrededor de las 50.000 toneladas, de las que unas 40.000 corresponden a alcachofas y el resto a productos como el brócoli, la coliflor y, en menor medida, a patatas, habas y romanesco. Sin embargo, la cosecha de este año, de mantenerse la actual situación, apenas superará las 35.000 toneladas.

El factor que está propiciando este desastre son las temperaturas, que no han bajado, ni de lejos, lo que se espera para una estación como esta. Según explica Antonio Ángel Hurtado, presidente de Alcachofa Vega Baja, «desde las Navidades tenemos un salto térmico más grande entre la noche y el día, pero, aún así, las temperaturas están siendo primaverales, lo que tiene una incidencia directa sobre los cultivos».

La consecuencia directa ha sido un descenso de la producción que, inicialmente, se estima en el 30%. Pero no solo eso, dado que la calidad también se está viendo afectada. «En el caso de las alcachofas -señala- nos estamos encontrando con que no salen lo apretadas que deberían y que apenas tienen peso. También la coliflor y los brócolis están saliendo manchados».

Mercados

Pero la cosa no se queda ahí, dado que los mercados tampoco están funcionando como deberían. Según Hurtado, «la gente está acostumbrada a consumir estos productos en invierno y, como digo, parece que nos encontremos en primavera. La consecuencia es que la demanda ha bajado a todos los niveles, tanto en España como en otros países a los que exportamos, como Francia, Alemania o Italia, donde las temperaturas también están siendo cálidas».

Y todo eso está repercutiendo en los precios, que también se están desplomando. La alcachofa, en concreto, se está pagando entre 80 céntimos y 1 euro el kilo, cuando debería estar en 1,20, mientras que tanto el brócoli como la coliflor se cotizan entre 35 y 40 céntimos, «por lo que en estos momentos están fuera de rentabilidad», advierte Hurtado.

Incluso otros productos que no se engloban directamente dentro de los considerados como hortalizas de invierno, pero que también se cultivan en esta época, como son las ensaladas, están sufriendo el azote de las cálidas temperaturas. «Su crecimiento se ha acelerado, y se están espigando y amontonando en los campos sin tener una salida comercial», lamenta.

Coliflores afectadas por la falta de frío en una plantación de la Vega Baja.

Coliflores afectadas por la falta de frío en una plantación de la Vega Baja. / HECTOR FUENTES

En parecidos términos se expresa Pedro Valero, productor y presidente de Asaja en Elche. Según sus palabras, «la falta de frío está generando problemas de hongos, sobre todo en el brócoli, mientras que las plantas de las alcachofas están vegetando menos, lo que incide directamente en su producción. Además, a la vista de los consumidores, no tienen un aspecto bonito y su tamaño es más reducido, lo que supone un impedimento a la hora de comercializarlas. Pero es que no habíamos conocido nunca un invierno tan cálido como este, en el que las temperaturas han estado llegando de forma asidua a los 22 o los 23 grados, lo cual es una barbaridad para una época como esta».

Trasvase

A todo ello hay que sumar, añade Valero, las amenazas de recortes en el trasvase Tajo-Segura, que están reduciendo las plantaciones. «La gente -explica- tiene miedo a plantar, porque no sabe lo que va a pasar con los recursos hídricos. Además, tanto el coste del agua como el de materias como los combustibles, los abonos y los fitosanitarios se están incrementando de forma notable, de manera que estamos asistiendo a una tormenta perfecta, porque se está tocando el bolsillo de los agricultores en un contexto en el que los precios tampoco acompañan».

Por su parte, José Luis Miralles, representante de La Unió en el Camp d’Elx, pone el énfasis en el cambio climático y la amenaza que supone para los cultivos tradicionales de la zona. «Antes podíamos asistir a episodios de estos de manera puntual, pero estamos viendo que el aumento de las temperaturas en invierno se está convirtiendo en estructural», resalta. Miralles, asimismo, hace referencia a los precios. «Por mucho que suban -indica-, los productores no salen nunca beneficiados, porque, al final, se lo llevan las grandes cadenas de distribución y los supermercados, por lo que todo se pone en contra para el mantenimiento de la actividad agraria».

Este contexto de calentamiento global es el origen de proyectos como el que está llevando a cabo la Universidad Politécnica de València (UPV), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la empresa BASF, que persigue la identificación de genes que permitan cultivar alcachofas en ambientes más cálidos. Se trata de una iniciativa que el sector ve con esperanza, sobre la base de que, aparte de las ventajas comerciales que comportaría tener este producto disponible durante prácticamente todo el año, disiparía los temores que ahora mismo se ciernen sobre el sector con respecto a la subida de los termómetros. El problema es que no se sabe cuando fructificarán estas investigaciones.

La agricultura alicantina cierra su peor año por las anomalías meteorológicas

La agricultura de la provincia de Alicante acaba de cerrar un año para olvidar. No en vano, se trata del peor ejercicio que se recuerda para el sector, provocado, sobre todo, por una serie de adversidades meteorológicas que podrían calificarse como anómalas y vinculadas, directamente, al cambio climático. También cuestiones como el aumento de costes y la competencia de terceros países, en muchos casos desleal, han puesto a los agricultores contra las cuerdas.

Uno de los grandes damnificados ha sido el cultivo de la aceituna. Las lluvias interminables de la primavera y las elevadas temperaturas de mayo, provocaron masivas defoliaciones por hongos en los árboles. A ello hay que sumar las heladas y las también persistentes precipitaciones en la época de floración, que repercutieron en el cuajado de la oliva y acabaron provocando un descenso de la producción que se calcula en alrededor de un 70%

La cereza fue otro de los cultivos que sufrieron las consecuencias de la meteorología adversa. El principal enemigo de esta fruta es la lluvia, y durante el pasado ejercicio estuvo presente durante todo el ciclo. Primero fue en plena floración, con 20 días consecutivos de precipitaciones que impidieron la polinización. Las cerezas que lograron escapar de este primer temporal sucumbieron posteriormente en otra semana de lluvias y granizo, lo que dejó la cosecha reducida a la mínima expresión. También las precipitaciones dañaron la cosecha de nísperos de la Marina Baixa, así como las de melocotones, albaricoques y ciruelos en distintos puntos de la provincia. A ello hay que añadir la caída del 40% en la producción de almendra por la denominada plaga del tigre, y las pérdidas en la campaña de higos debido al fuerte calor del verano.

El de los cítricos es otro de los cultivos que ha sufrido un fuerte descalabro, aunque, en este caso, debido a la entrada masiva de fruta de Sudáfrica en la primera mitad de la campaña, y posteriormente de Turquía, Egipto, Israel y Marruecos.