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Larga vida a las naranjas

El Instituto Tecnológico del Plástico trabaja en el desarrollo de un recubrimiento bioactivo que permitirá alargar la conservación de los cítricos entre 40 y 70 días

Una investigadora de Aimplas experimentando con el recubrimiento bioactivo.

Una investigadora de Aimplas experimentando con el recubrimiento bioactivo. / AIMPLAS CHARO PASCUAL

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Las podredumbres causadas por hongos son la principal causa de pérdidas en los cítricos una vez recolectados, y también uno de los mayores obstáculos a los que se enfrenta el sector a la hora de poder exportar a otros continentes. Estos problemas, sin embargo, podrían tener los días contados, toda vez que un proyecto europeo en el que trabaja el Instituto Tecnológico del Plástico (Aimplas) persigue el desarrollo de un recubrimiento bioactivo para alargar entre 40 y 50 días la vida útil de las naranjas y entre 60 y 70 la de los limones. La iniciativa ha despertado una notable expectación entre los productores por los beneficios que reportaría, aunque sin perder de vista que también podrían aprovecharse de este compuesto los competidores.

El proyecto en cuestión, denominado BiOrangePack, está financiado por la Unión Europea y cuenta con la participación de cinco de los principales países productores de cítricos de la región mediterránea, como son España, Italia, Turquía, Argelia y Túnez, a los que hay que sumar Francia, como principal importadora. La iniciativa, además, se articula a través de un consorcio del que forman parte 14 socios. Se trata, en concreto, de la Universidad de Catania, Interuniversity Consortium for the Development of Large Intherphase Systems, Sicilian Center for Nuclear Physics and Structure of Matter, la Universidad de Túnez El Manar, la Universidad de València, la Universidad de Ankara, Decco Italia, AGDIA, EMEA, OP Cosentino, Center Techniques des Agrumes, Partner Institut National de Recherche Agronomique y el propio Aimplas.

El objetivo principal es el desarrollo de un novedoso recubrimiento basado en los residuos de la pulpa, derivados de la transformación de la naranja, que permite reducir la putrefacción por hongos en los cítricos. Según explica la investigadora principal del proyecto en Aimplas, Irene Ríos, «gracias a esta iniciativa, se pretenden alcanzar objetivos como reducir hasta un 30% las pérdidas causadas por las podredumbres postcosecha con tratamientos no tóxicos y ecológicos, alargar la vida de naranjas y limones y reducir hasta un 80% los residuos de la transformación industrial de la fruta en zumos o esencias, aprovechando la pulpa del cítrico residual de estas industrias».

BiOrangePack, asimismo, persigue aumentar la eficiencia, la sostenibilidad y la competitividad de la cadena de transformación de los cítricos ecológicos interviniendo en sus puntos débiles. En este sentido, añade Ríos, se pretende incrementar un 20% la eficiencia en los envíos, gracias a la aplicación de tecnología inteligente. «En definitiva -subraya-, lo que buscamos es contribuir a aumentar el mercado de cítricos ecológicos en Europa, pasando del 15% actual a un 25%».

La prevención de las podredumbres postcosecha de los cítricos suele realizarse con fungicidas sintéticos. Sin embargo, además de perder eficacia frente a cepas de hongos resistentes, están prohibidos en los sistemas de producción ecológica. Además, explican desde Aimplas, la opinión pública y la legislación nacional y europea vigente en materia de sanidad vegetal y seguridad alimentaria es cada vez más sensible a la presencia de residuos de plaguicidas en los productos alimenticios, lo que refuerza los beneficios de este proyecto.

Así, destaca la investigadora de Aimplas, el recubrimiento bioactivo elaborado a partir de pulpa de cítricos es un ejemplo de economía circular. Para conseguirlo, se están extrayendo componentes activos de los residuos de la piel y la pulpa de los cítricos con capacidad antifúngica, con el objetivo de desarrollar un sistema innovador con películas poliméricas de baja permeabilidad recubiertas con sustancias biocidas para reducir la podredumbre postcosecha, a lo que se le une un nuevo recubrimiento bioactivo, basado en celulosa y contenedores micelares, capaces de liberar sustancias antimicrobianas naturales, que se utilizarán en los envases de naranja para reducir la podredumbre.

El impacto medioambiental del proyecto puede medirse en términos de cantidad de pulpa, el principal subproducto de la industria de zumos de cítricos y de las esencias, que se reutiliza con este tipo de uso. La pulpa de cítricos generada en la región mediterránea puede estimarse en 0,9 millones de toneladas al año.

Recolección de naranjas en una plantación de la Vega Baja.

Recolección de naranjas en una plantación de la Vega Baja. / TONY SEVILLA

Hay que reseñar que uno de los principales objetivos de Aimplas es ayudar a las empresas a aplicar la economía circular a su modelo de negocio, con la finalidad de convertir lo cambios legislativos que afectan a la industria del plástico en oportunidades para mejorar su eficiencia, reducir su impacto ambiental y aumentar su rentabilidad económica. Para ello, en el instituto trabajan e investigan en ámbitos como el reciclado, los materiales y productos biodegradables, el uso de biomasa y CO2, siempre desarrollando soluciones innovadoras que ayuden a resolver los desafíos actuales en materia medioambiental.

¿Y qué es lo que opinan los productores de cítricos a este respecto? José Vicente Andreu, que, además, es presidente de Asaja Alicante, señala que la fórmula actual para conservar las naranjas y evita la proliferación de hongos es el tratamiento en frío, aunque tiene sus limitaciones tanto en lo que respecta a efectividad como a la vida útil del propio producto. También, añade, se utilizan ceras sintéticas, para evitar la deshidratación de la fruta. Sin embargo, reconoce, «cada vez hay más limitaciones, porque la legislación aboga por reducir al máximo los residuos químicos».

Es por ello por lo que, de entrada, considera que el proyecto en el que está inmerso Aimplas para desarrollar un recubrimiento bioactivo es sumamente interesante, no solo porque se trata de un compuesto natural, sino también porque amplía de forma más que considerable la vida útil de los cítricos, con las ventajas comerciales que eso comporta.

Según sus palabras, «si se confirman las perspectivas que se manejan, podríamos enviar nuestra fruta a puntos lejanos como Japón u otros países a los que ahora mismo no podemos llegar debido a que resulta muy complicado mantener los cítricos en buenas condiciones, por el tiempo que se pierde en el viaje».

Arma de doble filo

En cualquier caso, resalta Andreu, se trata de un arma de doble filo, toda vez que, apunta, «nuestros competidores también podrían aprovecharse de este avance para transportar su producción hasta nuestros mercados, con lo que nos podríamos encontrar con un exceso de oferta».

En parecidos términos se expresa otro productor de la Vega Baja, Eladio Aniorte, quien no duda a la hora de señalar que «todo lo que sea alargar la vida de nuestros cítricos resulta muy interesante en términos de comercialización, sobre todo si vienen de la mano, como es el caso, de la innovación y de los productos naturales, porque es lo que se nos reclama desde la legislación tanto nacional como europea». Con todo, también advierte de los problemas que está generando lo que él define como una cruzada contra los productos químicos. Según sus palabras, «la legislación muchas veces corre más que los avances científicos, de tal forma que cada vez nos encontramos con mayores dificultades para combatir determinadas plagas, dado que no existen tratamientos ecológicos efectivos».

Desde el sector también se reclama a la Unión Europea que los productos agrícolas importados cuenten con las mismas exigencias que los cultivados en territorio comunitario, de manera que no se genere una competencia desleal ni se transmitan enfermedades.

Un film plástico a partir de residuos de café

Aimplas también está trabajando en estos momentos en otra investigación que ha permitido obtener un film plástico a partir de posos de café usados, transformando de esta forma un residuo en una fuente de productos de alto valor. La investigación forma parte de un proyecto europeo que busca convertir residuos orgánicos urbanos en aditivos alimentarios, condimentos, proteínas de insectos, bioetanol, biosolventes y bioplásticos para envases. Según la investigadora principal en Aimplas, Nuria López, la iniciativa «es un claro ejemplo de cómo los residuos biológicos pueden desempeñar un papel importante en la transición hacia una economía circular, evitando su generación y capturando su potencial como una fuente de recursos secundarios de gran valor». En el caso de Aimplas, añade, están transformando los posos de café en films plásticos, mientras que otros socios del proyecto, como Agricultores de la Vega de Valencia, los están valorizando en aditivos alimentarios, piensos o aceites tanto para la industria alimentaria como cosmética.

En el proyecto también se trabaja con otro tipo de residuos orgánicos urbanos, como los de pescado y carne o el aceite de cocinar usado, a los que se dota de una segunda vida por medio de su transformación en otros elementos. «Esta iniciativa -explica López- también pretende mejorar la actual percepción de los ciudadanos y las comunidades locales sobre la importancia que tienen esta clase de residuos urbanos como recurso».