Cultivos exóticos para combatir la agonía agrícola

Productores de la provincia buscan mejorar la rentabilidad de sus campos con variedades llegadas de otras latitudes como la pitahaya, las trufas o la paulownia

José Bernal en su plantación de trufas del desierto.

José Bernal en su plantación de trufas del desierto. / TONY SEVILLA

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Hace años que la agricultura no atraviesa precisamente por su mejor momento. Al mal endémico que supone la baja cotización de los productos tradicionales, se le ha unido en los últimos tiempos la competencia cada vez mayor procedente de terceros países, el incremento de los costes de producción y una meteorología adversa que causa estragos en las cosechas. Partiendo de esta base, no es de extrañar que algunos agricultores de la provincia de Alicante hayan decidido emprender y apostar por cultivos exóticos y desconocidos hasta hace bien poco por estas latitudes, con la finalidad de mejorar la rentabilidad de sus campos. La pitahaya, las trufas del desierto o la paulownia son algunos de los ejemplos, a los que también se puede sumar una curiosa actividad como es la producción de humus de lombriz para su utilización como fertilizante.

Últimamente casi todo están siendo malas noticias para la agricultura, más asfixiada que nunca por unos precios que, en la mayor parte de los casos, no sirven ni para cubrir los costes de producción. El último año ha sido un buen ejemplo de ello, empezando por una inflación desbordada que ha puesto por las nubes la energía, el agua, los abonos y los fitosanitarios. Pero ahí no ha quedado la cosa, dado que la mayoría de los cultivos se han tenido que enfrentar a problemas añadidos. 

Un cultivo de pitahaya en Callosa d'en Sarrià.

Un cultivo de pitahaya en Callosa d'en Sarrià. / David Revenga

Los cítricos, una de las producciones más extendidas, han sufrido una saturación de los mercados europeos propiciada por la invasión de mercancías llegadas desde Sudáfrica o Turquía, lo que ha traído como consecuencia un enorme descenso de la cotización. Las inclemencias meteorológicas, además, han reducido de manera notable las cosechas de aceitunas, almendras, cerezas y nísperos, entre otras, ocasionando cuantiosas pérdidas. Ni siquiera la alcachofa, uno de los productos más rentables, se pudo librar al inicio de la campaña de unas cálidas temperaturas que redujeron su calidad y las posibilidades de comercialización. Las cosas, afortunadamente, han mejorado en las últimas semanas con el descenso de los termómetros.

¿Y qué es lo que se puede hacer ante este panorama tan desolador? Algunos agricultores lo tienen claro, dado que, en lugar de resignarse, han optado por emprender y experimentar con cultivos que suponen toda una novedad por estos lares, con el objetivo de mejorar la rentabilidad de sus tierras.

Este es el caso de José Bernal, quien tiene una plantación de trufas del desierto en Pilar de la Horadada. Se trata de unas turmas originarias de África y el Medio Oriente que empezaron a cultivarse hace poco con éxito en la Región de Murcia, y que ahora han dado el salto a la provincia de Alicante. Según explica este productor, «se trata de una trufa que no tiene el mismo valor que la negra, pero sí que cuenta con un sabor y unos aromas que propician que también sea muy apreciada en el mundo de la cocina y a unos precios más asequibles. De ahí que cada vez sean más los restaurantes que se están interesando por introducirla entre los ingredientes de sus platos».

Bernal explica que la trufa del desierto necesita un periodo de crianza de unos dos años y medio, durante los cuales se va desarrollando bajo tierra. El potencial de producción es de 400 kilos por hectárea, justo la extensión que ha dedicado a este cultivo, aunque ya tiene previsto duplicarla. 

Lombrices para generar el humus que se utiliza como fertilizante.

Lombrices para generar el humus que se utiliza como fertilizante. / David Revenga

Además, una de las ventajas que tiene este hongo es que necesita poca agua, algo fundamental en estos momentos, en los que sobre el trasvase Tajo-Segura pesa la amenaza del recorte. «Hemos implantando el riego por goteo, para hacer uso del mismo solo en los momentos en que resulte imprescindible», subraya.

Este tipo de trufa cuenta con un precio de entre 20 y 60 euros el kilo, aunque en algunas zonas, como los países del Golfo Pérsico, donde está muy cotizada, puede alcanzar los 220 euros. «Todavía no sabemos cómo va a salir la experiencia, dado que esta ha sido nuestra primera plantación, pero confiamos en que los resultados sean positivos», asevera.

Otra experiencia innovadora es la que está llevando a cabo Rigoberto Pascual, quien tiene una plantación de paulownia en Cocentaina. Es un árbol procedente de los trópicos, cuya madera es muy apreciada en el ámbito de la carpintería. Lo que ha hecho que empiece a proliferar su cultivo en esta zona es su rápido crecimiento, lo que permite obtener una rentabilidad en apenas cinco años.

Pascual cuenta con 1.200 árboles, y explica que los plantó a la vista de experiencias que se estaban desarrollando con éxito en otros puntos de España. «La madera -indica- se utiliza sobre todo en ventanas de exterior, debido a que no se tuerce y tampoco tiene nudos». También es su primera experiencia con este cultivo, dado que antes se dedicaba a los olivos. «Vamos a ver qué pasa, aunque parece que los precios que se pagan a hora ya no son tan buenos como al principio», lamenta.

Toni Puig, por su parte, es un agricultor de Callosa d’en Sarrià y representante de Asaja, que hasta ahora se dedicaba a cultivos como las verduras y las aceitunas. Hace unos años introdujo los aguacates, en lo que ya en aquel momento fue una novedad, y ahora ha hecho lo propio con la pitahaya, un cactus procedente de Centroamérica que da unos frutos sabrosos. Según sus palabras, «hemos hecho una prueba para ver cómo funciona. Nos hemos decidido porque en esta zona tenemos un clima bastante parecido al de su hábitat natural, con temperaturas altas y unos buenos índices de humedad. Además, a las plantaciones se les puede empezar a sacar rendimiento en apenas dos años, por lo que es muy rápido».

Pero esta no es la única aventura en la que se ha embarcado Toni Puig, dado que también ha hecho una incursión en una actividad que se enmarca en el ámbito de la ganadería, como es la producción de humus de lombriz. «De lo que hablamos -señala- es de los excrementos de las lombrices, que es una materia idónea para fertilizar las plantas, sobre todo en el ámbito de la jardinería». 

Pero, más allá de las novedades, también hay otros cultivos que en los últimos años habían ido a menos, y que ahora se están recuperando. Este es el caso de la algarroba, que tanto Toni Puig como José Bernal están cultivando. «Antes -explica este último- no se pagaba prácticamente nada, pero las cualidades que tiene para la medicina, la confitería, los helados o incluso la industria de los adhesivos han propiciado que los precios hayan subido y que ahora no se cuente con producción suficiente».