Vivienda

Todas las viviendas de España deberán tener al menos un certificado de eficiencia en 10 años

Los expertos dudan que sea posible la rehabilitación masiva ante la antigüedad de los edificios y el elevado coste

Un certificado energético de una vivienda particular.

Un certificado energético de una vivienda particular.

Eduardo López Alonso

Todas las viviendas de España deberán tener como mínimo un certificado de eficiencia D en 2033. Esa calificación obligaría a la mayoría de las viviendas de España, especialmente a las construidas antes de 1979, a importantes inversiones para ajustarse a la normativa. Más del 80% de los edificios y viviendas españoles en la actualidad reciben una calificación energética E, F o G, según datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). La nueva Directiva de Eficiencia Energética de la Edificación (EPBD) —que se prevé que esté aprobada entre finales de 2023 y 2024—, prevé también que todos los edificios reciban una calificación energética A o B desde 2040.

Pero los expertos dudan de que sea posible una adaptación tan rápida de los edificios actuales. Rosa Claverol, experta en la inspección técnica de edificios y certificados de eficiencia energética, asegura que para que un edificio o vivienda alcance una calificación energética D requiere una calidad de construcción y terminaciones de las que adolecen la mayoría de viviendas en España. Una gran parte del parque de viviendas en España es de antes de 1980, cuando la normativa de construcción no exigía ni aislamientos o medidas de optimización energética. "En España es muy difícil implicar a las comunidades de propietarios para afrontar los gastos necesarios en reformas para mejorar la calificación energética", explica Claverol como un problema más para el cumplimiento de objetivos medioambientales en los edificios. En el día a día de los certificadores se analizan desde los aislamientos de las paredes o ventanas a los sistemas de calefacción por ejemplo. Otorgar una calificación D exige análisis técnicos de transmitancia (cantidad de energía que atraviesa las paredes, las pérdidas de calor) que la mayoría de viviendas suspenden.

En opinión de Claverol, tener una caldera de calefacción anterior al año 94, por ejemplo, implica una bajada drástica de la categoría energética de la vivienda. Describe que las viviendas de los años 60 o 70 no disponen de aislamiento en las paredes y los sistemas de calefacción suponen emisiones que condenan a calificaciones F o G en su mayoría a los inmuebles.

¿Cómo mejorar la calificación energética?

Para Claverol, una forma de mejorar la calificación energética de las viviendas es instalar aparatos de bomba de calor de alta eficiencia, que por sus bajas emisiones pueden mejorar algún grado las deficiencias de otro tipo. Los cerramientos, con cristales con cámara de aire de 12 milímetros son también valorados. Las inversiones realizadas se recuperan tras algunos al abaratarse la factura de electricidad o de gas y se gana en confort de la vivienda.

"Todos los edificios deben tener un certificado de eficiencia energética A en 2050 o, lo que es lo mismo, deben ser cero emisiones”, afirma Dolores Huerta, directora general de Green Building Council España (GBCe), asociación sin ánimo de lucro que promueve la transformación del sector de la edificación hacia un modelo sostenible del sector de la edificación. Ofrece herramientas para la evaluación y certificación de edificios. 

Bruselas exige los denominados Estándares Mínimos de Eficiencia Energética (MEPS, en sus siglas en inglés), que incluye objetivos intermedios hasta llegar a esa meta de que el 100% de los edificios sean cero emisiones en 2050. Pero en España más del 80% de los edificios y viviendas reciben una calificación energética E, F o G por su gran ineficiencia constructiva. Este porcentaje se sitúa por encima del 82% en las regiones españolas con el porcentaje más alto de edificios muy poco eficientes, que son el País Vasco (86,52%); Canarias (85,48%); Baleares (84,89%); Murcia (83,84%); Valencia (83,08%) y Cantabria (82,25%), según datos de GBC. Antes de 1980 no habían entrado en vigor las normas tecnológicas de la edificación (NTE), mientras que el Código Técnico de la Edificación que obliga a los constructores a cumplir unos mínimos de eficiencia no entró en vigor hasta 2006. Los MEPS plantean para los edificios no residenciales que en enero de 2030 se rehabilite el 15% peor del parque construido y en enero de 2034 el 10% siguiente. Esto equivale al 25% peor del parque.

El denominado Pasaporte de Renovación de Edificios será obligatorio desde finales de 2025. En él se establecerá la manera en que cada edificio debe planificar la rehabilitación energética hasta cumplir la normativa. Ese pasaporte debe incluir también el indicador de calentamiento global del edificio, que sería obligatorio desde enero de 2027 para edificios grandes y en 2030 para todos los edificios. Sería algo así como la tarjeta de presentación de cada edificio en términos de emisiones de carbono en toda su vida útil.

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