El aumento de los costes reduce un 20% el ganado alicantino y pone en riesgo el abastecimiento

La provincia pierde 46.000 gallinas y 23.000 cabras y ovejas en dos años por lo caro que sale reponer y mantener a los animales. La merma ha recortado la producción de carne, leche y huevos

Una explotación de gallinas ponedoras camperas en Mutxamel.

Una explotación de gallinas ponedoras camperas en Mutxamel. / RAFA ARJONES

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Mucho se está hablando del fuerte impacto que el encarecimiento de la energía y las materias primas ha tenido sobre sectores como la industria, la hostelería o la agricultura. Pero si hay otra actividad que está sufriendo con especial voracidad este fenómeno es la ganadería, hasta el punto de que la provincia de Alicante ha perdido en apenas dos años alrededor de 46.000 gallinas y 23.000 cabras y ovejas, lo que supone un 20% del total. La razón hay que buscarla en los gastos inasumibles para el mantenimiento de los animales, que han propiciado que los propietarios de las explotaciones renuncien a reponerlos. La consecuencia es una reducción en la producción de carne, leche y huevos, que amenaza con generar problemas de abastecimiento.

La ganadería ya hace tiempo que viene atravesando por una situación más que complicada. Así lo ponía de manifiesto el último censo ganadero publicado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), que concluía que la provincia de Alicante había perdido un total de 630 explotaciones, al pasar de las 1.590 que había en 2009 a las 960 de 2020.

Pues bien, esa tendencia ha sufrido una fuerte aceleración en los dos últimos años, coincidiendo con un incremento de costes que está poniendo a los negocios en una situación límite. Da fe de ello el responsable del sector en Asaja-Alicante y responsable de una explotación de cabras en el municipio de Monóvar, Juan Luis Gimeno, quien no duda a la hora de señalar que «el futuro está muy negro». Y todo porque los piensos, por poner un ejemplo, se han encarecido en un 60% y los medicamentos en un 40%, mientras que la electricidad continúa muy por encima de lo que costaba en 2020. «Llenar un silo -lamenta Gimeno- me costaba antes 3.500 euros, y ahora vale 6.000, mientras que el precio de un camión de forraje ha pasado de 1.400 euros a 2.800».

Estos incrementos han propiciado que los precios de la carne y la leche para los productores también aumenten, pero ni de lejos en la misma medida, hasta el punto de que «apenas podemos cubrir gastos», enfatiza.

El resultado ha sido una fuerte disminución del número de cabezas tanto caprinas como ovinas, que el responsable de Asaja cifra en el 20%. Según sus palabras, «los ganaderos han optado por no reponer a los animales, debido a que, hasta que empiezan a producir, pasa un año y, mientras tanto, tienen que mantenerlos sin obtener rendimiento alguno». 

Esta merma, a la que también han contribuido las bajas que se producen como consecuencia de la tuberculosis, está provocando un descenso del volumen de carne y leche, producto este último que, sobre todo, va destinado a la elaboración de quesos.

Gallinas

Un fenómeno muy parecido está sucediendo en el caso de las gallinas ponedoras. Vicente Sánchez, propietario de una granja en Novelda, señala que, aparte del encarecimiento de los cereales y la electricidad, también han aumentado de precio las propias aves. La consecuencia, al igual que en las cabras y las ovejas, está siendo que no se cubren las bajas que se van produciendo de manera natural, ni, en algunos casos, las que se generan cuando se llevan a cabo los vaciados sanitarios obligatorios en las granjas. «En mis instalaciones -explica- tengo 12.000 gallinas, con lo que reponerlas todas me saldría por unos 100.000 euros, algo a lo que resulta muy complicado hacer frente». Este problema, advierte, se va a ver agudizado con la nueva normativa europea de bienestar animal, que obligará a que todas las aves que hasta ahora estaban enjauladas tengan que estar en tierra, lo que reducirá la capacidad de las granjas en un 50%.

La situación no es tan alarmante para las granjas de gallinas camperas, como la que ostenta Paco Baeza en Mutxamel, debido a que los huevos que produce están mejor cotizados. Aún así, asegura que los costes, incluidos los de los envases, «nos han estrechado mucho los márgenes. Es imposible repercutirlo en el precio final, porque no venderíamos».

Los huevos, precisamente, son el producto que más ha empezado a escasear, también por la epidemia de gripe aviar que está afectando a Europa y al norte de España, lo que ha llevado a alguna cadena de supermercados, como la catalana BonÀrea, a racionar su distribución. No es el caso, al menos de momento, de las que operan en la Comunidad Valenciana, según la patronal Asucova, que destaca que sus proveedores están suministrando en tiempo y forma.

Todas estas cuestiones serán tratadas en una reunión informativa que Asaja celebra este próximo lunes en Elche, donde, según el secretario técnico de la organización, Ramón Espinosa, también se analizará la necesidad de denunciar los incumplimientos de la Ley de la Cadena Alimentaria, de manera que a los ganaderos no se les pague por debajo de costes.