Los aranceles de Trump amenazan con causar un agujero de 280 millones a la agricultura y al calzado alicantinos

Ambos sectores aglutinan la mayor parte de los 452 millones que la provincia exporta a EE UU. Preocupación generalizada por el impacto de las políticas proteccionistas del nuevo presidente

Naranjas de la Vega Baja dañadas por un plaga destinadas para zumo

Naranjas de la Vega Baja dañadas por un plaga destinadas para zumo / Áxel Álvarez

M. Vilaplana

M. Vilaplana

Una espada de Damocles. Así es como perciben los sectores exportadores alicantinos las políticas arancelarias con las que está amenazando el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a todos los productos que lleguen desde fuera del país norteamericano. Y no es para menos, toda vez que son 452 millones de euros de exportaciones de la provincia las que están en juego en estos momentos, 280 millones de ellos pertenecientes a la agricultura y el calzado, que son los que saldrían más perjudicados si acaban cumpliéndose los malos presagios. La cuestión es que tanto estos dos sectores como el resto están seriamente preocupados por lo que pueda acabar ocurriendo en los próximos meses, teniendo en cuenta la amarga experiencia que ya supuso el anterior mandato de Trump en este mismo sentido.

Ya lo venía avisando en la campaña electoral. El problema es que lo ha vuelto a hacer en su discurso de toma de posesión. Y es que Donald Trump se ha estrenado como presidente norteamericano planteando la creación de un servicio de impuestos externos, es decir, una especie de agencia federal diseñada para recaudar los ingresos que lleguen a través de la imposición de nuevos aranceles. 

Y la cosa no es para tomársela a broma, toda vez que ya en el mandato anterior, a raíz de la guerra comercial entre Airbus y Boeing, productos como el aceite de oliva, los cítricos, el queso, el vino o el calzado ya sufrieron en sus propias carnes las cargas arancelarias del presidente norteamericano.

Ahora, de entrada, ya ha avanzado que tanto México como Canadá van a tener que satisfacer aranceles del 25 % en los negocios que hagan con Estados Unidos, un porcentaje que podría elevarse hasta el 100 % en los denominados países BRICS, un acrónimo formado con las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Con relación al resto de países, entre los que se encuentran los europeos, la idea lanzada por Trump es la de imponer un arancel universal del 10 %, un porcentaje inferior a los anteriores, pero que podría acabar teniendo igualmente una incidencia desastrosa sobre las exportaciones de los diferentes sectores debido a la pérdida de competitividad.

En el caso de la provincia de Alicante, son 452 millones de euros anuales los que se exportan a Estados Unidos, país que está situado en el sexto puesto del ranking de las ventas al exterior, solo por detrás de Francia, Alemania, Italia, Portugal y Reino Unido.

El sector que puede resultar más damnificado es el agroalimentario, teniendo en cuenta que exporta 162 millones anuales, por lo que no es de extrañar que se encuentre con la mosca detrás de la oreja. Uno de los productos que puede resultar más perjudicado es el de los cítricos, aún a pesar de que su presencia en los mercados norteamericanos se ha resentido debido a los aranceles que ya se aplicaron en el anterior mandato de Trump. Así lo señala el presidente de Asaja Alicante, José Vicente Andreu, quien señala que «el impacto fue duro en aquel momento, hasta el punto de que pasamos de vender 20.000 toneladas de limones y naranjas a apenas 4.000». Los otros productos que podrían salir trasquilados, al igual que en la anterior ocasión, son el aceite de oliva y el vino, para el que Estados Unidos es el segundo destino tras Alemania. También las aceitunas negras que, con Trump o sin Trump, viene sufriendo desde hace años la política proteccionista norteamericana por la presión que ejerce un lobby californiano. «El panorama es complicado y los agricultores somos siempre los que acabamos pagando el pato», lamenta Andreu.

El otro sector que se vio afectado en la anterior ocasión es el calzado, precisamente el segundo que más vende a este mercado, con 118 millones de euros. Así que no sorprende la preocupación que se ha instalado entre las empresas. Así lo señala el presidente de la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (Avecal), Vicente Pastor, quien señala que se trata de su primer destino extracomunitario, lo que lo posiciona como un mercado clave. Con todo, también indica que habrá que ver cómo se aplica el gravamen en terceros países -en referencia a China- para valorar si al contrario de lo que se persigue, puede mejorar la situación de las empresas españolas y, por extensión, de las alicantinas. «Si esa aplicación supone una gran diferencia, podría incluso hacer replantearse a las empresas americanas desarrollar más producto en nuestro país», enfatiza. En cualquier caso, reclama unión en el seno de la UE «para que seamos más fuertes en posiciones negociadoras».

Planta de producción de calzado, uno de los sectores amenazados.

Planta de producción de calzado, uno de los sectores amenazados. / Áxel Álvarez

El textil, por su parte, exporta al país norteamericano alrededor de 13 millones de euros, y también argumenta que habrá que esperar para comprobar en qué se plasman las amenazas de Trump. En cualquier caso, el presidente de la patronal valenciana (Ateval), Pepe Serna, reclama a Bruselas que defienda a la industria comunitaria, y que impulse políticas «para fortalecerla y que seamos más autosuficientes en nuestro propio territorio». También pide un regreso al multilateralismo, frente al bilateralismo que ha implicado el reciente acuerdo entre la UE y Mercosur.

El mármol, que vende alrededor de 7 millones de euros, es otro de los sectores que asiste con preocupación a lo que está aconteciendo, aún a pesar de que Estados Unidos no es uno de sus principales mercados, dado que tiene sus principales áreas de negocio en los países árabes, Sudamérica y Europa. En cualquier caso, el presidente de Mármol Alicante, Luis Horcajuelo, indica que «habrá que ver cómo se pasa del proceso ideológico arancelario a la plasmación efectiva».

En la misma línea se expresa Héctor Torrente, director de la patronal IBIAE, vinculada al plástico, que exporta 5,6 millones de euros. «El impacto directo sobre nuestro sector -argumenta- puede que no sea demasiado elevado. El problema puede venir con los aranceles que le puedan imponer al sector del automóvil, que tiene muchos componentes que elaboran nuestras empresas».

El juguete, por otro lado, tiene un negocio de 4 millones de euros en el país norteamericano, y las amenazas de Trump han suscitado incertidumbre en determinadas empresas como Injusa, que recientemente empezaba a fabricar en México con la vista puesta en exportar a Estados Unidos, algo que podría venirse al traste con la carga del 25 % anunciada por Trump al país azteca. «Si se confirma vamos a perder competitividad, pero hasta que este arancel no sea firme no tomaremos decisiones», explica el gerente de la compañía, Luis Berbegal.

Por parte de la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Alicante (Fempa), su secretaria general, Rosa Sánchez, señala que «tenemos algún subsector que sí tiene intereses en EE UU, y todavía estamos tratando de digerir lo que se nos puede venir encima», lamenta.

En el ámbito del turismo, la secretaria general de la patronal hotelera Hosbec, Mayte García, indica que aunque la política arancelaria no tiene en principio por qué influir en unos visitantes estadounidenses, que ahora mismo suponen apenas un 2 % de los extranjeros que llegan a la Costa Blanca, «vamos a analizarlo y a mantener los ojos abiertos, porque todas estas cuestiones preocupan».

En lo que respecta a las importaciones que llegan a Alicante desde Estados Unidos, ascienden a 275 millones de euros, de los que 175 millones corresponden al sector agroalimentario. En su mayor parte, almendras y otros frutos secos que son procesados por empresas alicantinas para de nuevo destinarlas a exportación. De cualquier forma, no se espera que haya repercusiones en este terreno, según el presidente de Asaja, José Vicente Andreu, «porque la UE nunca ha impuesto aranceles al país norteamericano. Hay demasiados intereses en juego».

La apuesta por el petróleo impactará en la competitividad

La aplicación de aranceles por parte del Gobierno de Donald Trump no va a ser la única medida que tenga una repercusión directa sobre la economía global. El nuevo presidente de Estados Unidos también anunció durante su discurso de toma de posesión importantes cambios en materia energética. Y es que lejos de estar preocupado por el cambio climático y el calentamiento global, va a impulsar un incremento de las extracciones de petróleo no solo en el propio país, sino que también piensa empezar a hacerlo en tierras del ártico. Todo ello, eliminando las regulaciones climáticas del expresidente Joe Biden, vinculadas a la producción de vehículos eléctricos.

Y ese anuncio ha llenado de inquietud a determinados sectores, como es el caso del metalúrgico, que es un gran consumidor de energía. Así lo señala la secretaria general de la Federación de Empresarios del Metal de la Provincia de Alicante (Fempa), Rosa Sánchez, quien señala que las industrias estadounidenses podrán fabricar acero más barato que las europeas, con el impacto que eso va a tener en materia de competitividad. «Allí -remarca- van a tener energía más barata por las mayores extracciones de petróleo, mientras que aquí vamos a continuar con las restricciones que impone la Unión Europea en materia medioambiental, con las consiguientes repercusiones en materia de costes».

Es por ello por lo que la representante del metal subraya que las autoridades comunitarias «deberían replantearse la situación y flexibilizar un poco las exigencias medioambientales, sobre todo si el resto del mundo no está en la misma línea». Para Rosa Sánchez, «la economía tiene que mantenerse a flote, algo que no ocurrirá si la pones en desventaja frente a potencias como Estados Unidos en temas tan sensibles como la energía, de la que tenemos una gran dependencia». 

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