La alicantina Sprinter supera los 662 millones de facturación pero entra en números rojos

La compañía acusa el golpe del cierre de sus establecimientos en Países Bajos, que tuvo un impacto negativo de casi 49 millones de euros

Una de las tiendas de Sprinter en Alicante, de archivo.

Una de las tiendas de Sprinter en Alicante, de archivo. / Isabel Ramón

David Navarro

David Navarro

Cara y cruz para la cadena de tiendas deportivas Sprinter. La compañía con sede en el polígono de Las Atalayas de Alicante logró finalizar el ejercicio 2023/2024 con un nuevo récord de ventas, que consolidan a la firma como una de las mayores de la provincia, pero las pérdidas derivadas del cierre de su red en los Países Bajos llevaron a la empresa a números rojos.

Así consta en las últimas cuentas depositadas por la compañía en el Registro Mercantil, que recogen la evolución de la cadena entre febrero de 2023 y el 31 de enero de 2024. Un periodo especialmente relevante para Sprinter ya que fue cuando se materializó el divorcio entre sus accionistas, que supuso la salida de su capital de la familia Segarra -fundadora de la compañía- y de la portuguesa Sonae, mientras que la británica JD pasó a ser su única propietaria.

A pesar de estas circunstancias, la cadena consiguió mejorar notablemente sus ingresos, hasta superar los 662 millones de euros, un 13 % más que el año anterior. Un incremento que logró, en parte, gracias a la expansión de su red, que sumó siente tiendas, hasta situarse en un total de 195, de acuerdo con la información facilitada por la compañía.

Una imagen de la sede de Sprinter y el grupo ISRG en el polígono de Las Atalayas de Alicante.

Una imagen de la sede de Sprinter y el grupo ISRG en el polígono de Las Atalayas de Alicante. / Alex Domínguez

Sin embargo, este aumento de la cifra de negocio no se trasladó a los resultados, que se vieron lastrados por el aumento de los costes de aprovisionamiento derivados de la crisis inflacionaria provocada por la guerra de Ucrania -el consumo en mercaderías de la cadena pasó de 357 a 427 millones de euros-; y al mayor gasto en personal, que se llevó otros 122 millones de euros.

Desinversión

No obstante, según recalcan desde la propia compañía, el verdadero motivo que llevó a la firma a presentar pérdidas fue el impacto negativo motivado "por el proceso de desinversión de la participada del grupo en Holanda". En este sentido, cabe recordar que Sprinter se vio obligada a cerrar a finales de 2023 la red que tenía en Países Bajos, donde había adquirido varias tiendas a un grupo local, que operaba bajo las marcas Perry Sport y Aktiesport, a las que sumó varias aperturas propias.

Sin embargo, la inversión no salió como se esperaba y la filial con la que operaba en este país acabó en concurso de acreedores. Una decisión que obligó a Sprinter a anotarse un impacto negativo de 48,7 millones de euros.

El resultado final son unas pérdidas netas de 13,4 millones de euros, por lo que sin este extraordinario, la firma habría finalizado con 35,3 millones de euros de beneficio, muy cerca de los 37,9 millones que consiguió en el ejercicio anterior. De ahí que desde la compañía aseguren que "estos resultados respaldan la solidez y el crecimiento continuo de la compañía en el sector, reforzando su posicionamiento en el mercado y su compromiso con el liderazgo en Iberia".

Trayectoria

Sprinter nació en 1995, cuando las familias Segarra y Bernad decidieron unir fuerzas y abrieron su primera tienda en València. Al año siguiente iniciaron su expansión por la Comunidad Valenciana, y solo tres años más decidieron dar el salto a nivel nacional.

La sede de Sprinter en Alicante.

La sede de Sprinter en Alicante. / Alex Domínguez

La buena evolución de la compañía llamó la atención de la multinacional británica JD, que entró en su accionariado en el año 2011, dentro de su estrategia para abordar el mercado de la península ibérica. Una estrategia que en el año 2017 les llevaron a firmar un acuerdo con la portuguesa Sonae -propietaria de Sport Zone-, que se acabó incorporando también al capital de la sociedad para conformar lo que denominaron Iberian Sports Retail Group (ISRG), donde se concentró la gestión de las distintas enseñas de sus propietarios.

Sin embargo, a mediados de 2023, Sonae y la familia Segarra -a través de su patrimonial Balaiko Firaja Invest- decidieron activar la cláusula de su acuerdo de asociación que obligaba a JD a comprar la totalidad de la compañía o a venderles su participación, por entonces del 50,02 %. La británica se decidió por la primera opción y se quedó con la totalidad del capital. El conjunto de ISRG facturó 1.350 millones en su ejercicio de febrero de 2022 al 31 de enero de 2023.

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