Acopio de papel higiénico, agua y alimentos en los supermercados y mucha tienda cerrada en Alicante
En la mayoría de establecimientos solo se podía pagar con efectivo y los cajeros no funcionaban, hasta que a partir de las 18:30 horas ha empezado a recuperarse el suministro en varios puntos de la provincia

Un supermercado sin existencias de agua. / Áxel Álvarez
La luz ha empezado a llegar a los hogares de la provincia de Alicante a partir de las 18:30 horas. Antes, como en cualquier otro punto de España, se vivieron momentos de angustia y confusión ante la magnitud del apagón eléctrico. "No funciona nada. No podemos vender porque, aunque cobráramos en efectivo, nos descuadra el stock. Todo va a través del ordenador". "El único motivo por el que seguimos abiertos es porque la persiana es automática y no hemos podido bajarla". Estas dos frases resumen el ambiente que se vivió al mediodía de este lunes en la mayoría de establecimientos del centro de Alicante, donde lo que iba a ser un día ajetreado de ventas -la festividad en muchos municipios de la zona aumenta la afluencia de compradores en esta fecha- se convirtió en pocos minutos en un auténtico caos, que afectó a todo tipo de negocios casi sin distinción.
"Al principio pensábamos que habían saltado los plomos, pero enseguida vimos que se había ido la luz también en la escalera y en todos sitios", explicaba a pie de calle Carmen Martínez, responsable de una clínica capilar en el centro de Alicante. "Hemos tenido que parar porque todo funciona con luz", señalaba esta profesional, que mostraba su preocupación por no poder ni siquiera avisar a los clientes que tenían que llegar, "algunos desde muy lejos".
La situación se repetía en centros de belleza, peluquerías y todo tipo de establecimientos similares. "Encima, hoy es el día que normalmente viene la del láser", se quejaba Ruth Muñoz, que poco después de iniciarse el apagón esperaba a la puerta de su establecimiento a que el servicio se repusiera.

Las dependientas de un comercio tratan de bajar la persiana que al ser automática no funcionaba. / Rafa Arjones
En un principio, la mayor parte de los pequeños comercios permanecieron con las puertas abiertas, atendiendo a los clientes que se acercaban. Hasta que empezaron a evidenciarse los problemas. El primero de ellos, la imposibilidad de pagar con tarjeta, debido a la caída de internet, necesaria para el funcionamiento de la mayoría de los datáfonos.
Una situación que sorprendió a muchos ciudadanos sin efectivo, tras la costumbre adquirida durante la pandemia. Y lo peor es que el apagón también inutilizó los cajeros automáticos, que dejaron de funcionar, por lo que no era posible retirar dinero de las entidades financieras, que también fueron de los primeros en bajar la persiana.
"Me lo han dado porque me conocen de aquí del barrio, de lo contrario no habría podido comprar", señalaba Sofía Poveda, cuando salía cargada de una garrafa de agua y otros víveres. La situación se complicó a medida que avanzaba el tiempo y muchos comercios comenzaban a quedarse también sin cambio, en unos casos, y sin género que vender, como sucedió en muchas panaderías.
Ahorro de energía
Como suele ocurrir en estos casos, los supermercados se convirtieron en un punto crítico. Al principio, la situación apenas se notaba. Los grupos electrógenos permitían a las principales cadenas mantener sus establecimientos abiertos, con algunas precauciones. Por ejemplo, en Mercadona optaban por bajar las persianas de las estanterías de los productos refrigerados para mantener mejor el frío y poder reducir el consumo.
La situación fue cambiando progresivamente. A medida que quedaba claro que el apagón sería para largo, la afluencia a los establecimientos se incrementó paulatinamente y empezaron a registrarse colas, que se hicieron cada vez más grandes al mediodía, cuando muchos ciudadanos se encontraron con que el restaurante en el que solían comer había cerrado ante la falta de luz.

Las terrazas se llenaron al mediodía a pesar que solo se servían bebidas y tapas frías, ya que en muchos locales no se podía cocinar. / Rafa Arjones
El acopio de productos de primera necesidad no se hizo esperar. "Tenía que venir, porque los lunes siempre vengo después del fin de semana, pero he aprovechado para coger cosas que no se estropean, como arroz o pasta, por si acaso. Como en la pandemia", apuntaba María Jesús Rugero, a la salida de un supermercado en la calle Reyes Católicos de Alicante.
Igual que cuando llegó el covid, en la cesta de muchos compradores se veían paquetes de papel higiénico y de cocina, aunque lo primero que empezó a faltar en las estanterías fue el pan -los establecimientos no podían cocer nuevas hornadas- y las botellas de agua, lo que obligó a los trabajadores de estos comercios a reponer rápidamente, hasta agotar existencias.
El hecho de que las grandes cadenas pudieran mantener el pago con tarjeta también propició que el tráfico de compradores hacia estos supermercados fuera aún mayor, en contraste con algunos pequeños supermercados de conveniencia que optaban por cerrar. También el Mercado Central de Alicante optó por adelantar su cierre, informa C. Pascual.
En la principal arteria comercial de Alicante, en la avenida de Maisonnave, las principales cadenas de moda también echaban la persiana o, al menos, lo intentaban. En numerosos establecimientos se encontraron con la imposibilidad de cerrar al tener persianas automáticas que no había forma de bajar manualmente, lo que obligaba a echar mano de ingenio para evitar que los clientes siguieran entrando. "Hemos tenido que echar como a 50 personas. La gente seguía entrando igual", aseguraba la dependienta de una zapatería, mientras trataba de bajar la persiana, casi colgándose de ella. En otros utilizaron escaleras, cajas e, incluso, los propios carritos de la compra para cerrar el paso a quienes pretendían seguir comprando.

Una tienda de moda cerrando en Maisonnave. / Alex Domínguez
El Corte Inglés fue otro de los que optó por dejar de operar, ante la falta de suministro eléctrico. Tanto en el establecimiento de Paseo de Soto, como en el de Maisonnave, los guardias de seguridad apostados en la puerta informaban del cierre de los grandes almacenes, hasta el regreso de la electricidad.
Industria
El apagón también afectó de lleno a la industria. Aunque los generadores, en unos casos, y las instalaciones solares, en otros, mitigaron la situación, la mayoría de fábricas tuvieron que parar la producción. Entre ellas, la fábrica de aluminio de la multinacional Aludium en Alicante.
Bebidas calientes y tapas frías en los restaurantes
El apagón también tuvo un fuerte impacto en la hostelería, donde trataban de atender a los clientes como podían. «Estamos improvisando. Servimos refrescos, cervezas y lo que tenemos en la vitrina, pero no podemos cocinar», apuntaba Diego Rodríguez, de la cafetería Yes, en la avenida de la estación de Alicante.
En muchos restaurantes, el personal permanecía en la puerta a la espera de la orden definitiva de cerrar y marcharse a casa. «Es una lástima porque, al ser fiesta en buena parte de la provincia, esperábamos que fuera un buen día, con afluencia de gente. Pero no podemos hacer nada», se lamentaba Verónica Reche, camarera del restaurante L’Arruzz.
En otros bares decidieron seguir abiertos, aunque solo sirviendo bocadillos o tapas frías. En uno de ellos bromeaban con que habían vendido más platos de jamón que en toda la temporada.
Igualmente, muchas terrazas se llenaron con los trabajadores de las oficinas y los comercios que iban cerrando, que quisieron aprovechar el buen tiempo para tomarse una cerveza y algún aperitivo.
Permiso retribuido
Con respecto a las consecuencias laborales del apagón, el Ministerio de Trabajo y Economía Social recordó que «las personas trabajadoras cuentan con permisos retribuidos en caso de no poder desplazarse o desempeñar su trabajo». En un tuit en su cuenta de X compartió el artículo «37g» del Estatuto de los Trabajadores, que indica que los trabajadores tienen «hasta cuatro días por imposibilidad de acceder al centro de trabajo o transitar por las vías de circulación necesarias para acudir al mismo, como consecuencia de las recomendaciones, limitaciones o prohibiciones al desplazamiento establecidas por las autoridades competentes, así como cuando concurra una situación de riesgo.
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