La odisea de Marta y Consu para llegar a Elche desde Madrid

El apagón general que se vivió ayer en España empieza a sacar a la luz historias increíbles. Es el caso de Marta y Consu que han llegado a la estación de Alicante esta mañana tras pasar toda una odisea en Madrid. La asistencia de la Unidad Militar de Emergencias en Chamartín es lo más positivo de una experiencia que no olvidaron, porque también tiene su cara negativa.

Marta entraba en la terminal alicantina envuelta en una manta amarilla de la UME a las 10.20 horas. Viajaba con su madre, quien llevaba el mismo cobertor en la mano, y llevaba puestas las gafas de sol. Ambas han dormido poco, porque la caída de la red eléctrica les dejó sin posibilidades para regresar a Elche. "Teníamos billete para las 2 de la tarde y cuando llegamos a Chamartín estaba todo cerrado. La gente esperaba fuera", comenta Marta.

En ese primer momento, la decisión fue coger un taxi y volver al hotel donde estaban alojadas. A partir de ahí, se complicaron las cosas. "Cuando llegamos al establecimiento, no quedaban ya habitaciones y no sabíamos muy bien qué hacer", explica esta joven estudiante que se ha librado de hacer un examen, porque se han cancelado las clases.

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Mil euros en taxi

Desde las inmediaciones, volvieron a la estación de origen. La gente empezó a buscar cartones y a echarse al suelo. La noche se preveía larga y ya se sabía que las líneas estaban cortadas. "Preguntamos para ver si podíamos volver en taxi", destaca Consu, ante la imposibilidad de encontrar una habitación. "Nos pidieron 1.000 euros por traernos hasta Alicante y, encima el conductor nos dijo que no nos podía asegurar que llegáramos porque el coche era eléctrico", subraya Consu, para quien uno de los capítulos negativos. Las dos sintieron que se trataban de aprovechar de un incidente del que nadie tenía la culpa, pues también se había duplicado el precio de las estancias.

Ante este panorama, se armaron de paciencia y buscaron donde sentarse. "Nos quedamos sin cobertura y hasta medianoche no pudimos llamar", relata Marta. Sobre las 2.30 horas de la madrugada, apareció la UME. "Repartieron mantas, caldo calentito, unos sandwiches ... fueron muy atentos y desde aquí les queremos dar las gracias", sostiene Consu.

A las 6.30 horas de la mañana, la actividad volvía a Chamartín y la gente se levantaba para saber cómo poder validar sus billetes. "Desde megafonía se avisó que a las 7 horas, salía el primer tren para Madrid y poco después, se anunció que los pasajeros de ayer que subieran al siguiente. No tuvieron ni que cambiar la reserva ni nada. Ambas pudieron evitarse las colas interminables que vivieron otros pasajeros para buscar acomodo en otras frecuencias.

Ellas formaban parte del convoy que debería haber llegado a las 9.40 horas a la estación alicantina y, finalmente, fue a las 10.20 horas. Ahora iban a coger el coche que lo habían dejado en Alicante, y menos mal, porque los trenes de Cercanías no funcionan, comenta una de ellas.

Antes de despedirse, recalcan que todo estuvo bien organizado durante la noche. Descartaron problemas de aforo y si bien reconocieron que la terminal estaba llena de gente, no sintieron esa presión que sí vivieron durante los primeros minutos de la mañana, cuando todo se reactivaba y el cansancio pesaba ya más que las dudas.