La cesta de la compra de los alicantinos adelgaza un 8% pero cuesta 273 euros más que hace cinco años
El gasto en alimentación aumenta un 18,5 % desde 2019, hasta sumar 1.747 euros anuales por persona, pese a que las cantidades adquiridas se reducen

Un puesto de frutas y verduras en un mercado de Alicante. / Pilar Cortés
Los carros de la compra llegan cada vez más vacíos a las cajas de los supermercados, pero la factura que pagan los consumidores no deja de crecer. El fuerte aumento de precios registrado desde el fin de la pandemia ha obligado a los compradores a ajustar las cantidades que adquieren y a sustituir aquellos productos que resultan más caros, como la pesca o la carne de cordero, por otros más asequibles, como el pollo.
Al menos eso es lo que reflejan los informes que anualmente elabora el Ministerio de Agricultura y Pesca sobre el consumo alimentario de los hogares españoles. Un exhaustivo documento que repasa uno a uno la evolución de todos los productos que los consumidores se llevan a casa, y cuál ha sido el gasto en cada uno de ellos.
En el caso de la Comunidad Valenciana, cada residente de la autonomía se dejó el año pasado 1.747 euros en la compra de alimentos para consumir en el hogar, una cifra ligeramente inferior a la media nacional, de 1.787 euros. En comparación con lo que ocurría en 2019, el gasto por persona se ha incrementado en 273 euros, o, lo que es lo mismo, cada vez que alicantinos, valencianos o castellonenses pasan por caja se dejan un 18,5% más.

Compradores en el Mercado Central de Alicante. / Alex Domínguez
Se trata de un aumento ya de por sí bastante considerable, pero que cobra mayor relevancia si se tiene en cuenta que, desde esa misma fecha, la cantidad de producto que se llevan en cada visita al supermercado se ha reducido en un 8 %. Si se suman ambos porcentajes, el resultado es que actualmente los compradores están pagando los alimentos un 26,5 % más caros, cuando los ingresos medios en el caso de Alicante solo han aumentado en un 17 %, lo que supone casi un 10 % de pérdida de poder adquisitivo.
Crisis de inflación
Esta evolución refleja los efectos duraderos que dejó la crisis de inflación que siguió al fin de la pandemia, que luego se agravó aún más con el estallido de la guerra de Ucrania y el aumento del coste de los combustibles. Aunque el incremento fue generalizado, la alimentación fue uno de los sectores que más se dispararon, por la volatilidad de sus precios, que se negocian a diario en los mercados mayoristas. El problema es que las esperadas caídas de costes no han llegado con la misma facilidad.
Como es lógico, los hogares han tenido que adaptar sus hábitos para hacer frente a este encarecimiento de los alimentos y lo han hecho por una doble vía. Por un lado, con la compra de menos cantidad para evitar el desperdicio alimentario, pero también sustituyendo algunos productos de precio elevado, por otros más asequibles.
Por ejemplo, aunque en su conjunto el gasto en carne ha aumentado un 16 %, hasta los 347,4 euros por persona al año, la evolución ha sido muy desigual. Así, mientras que el gasto en pollo se ha disparado un 32%, hasta los 74,7 euros anuales, y el de cerdo otro 19 %, con 70,56 euros; el de carne de cordero se ha reducido un 23 %, hasta los 11,57 euros. Si en lugar del precio lo que se analiza es la cantidad, el consumo de este último animal se ha desplomado casi un 50% en estos cinco años.
Otros damnificados por el aumento de precios son los pescadores. La cantidad de pescado que compra cada residente en la autonomía ha pasado de 21,4 a 16,2 kilos al año, un 24 % menos, aunque en el gasto apenas se ha notado un 2 %, al pasar de 181,1 a 176,84 euros. Por si había alguna duda, la mayor caída dentro de este apartado está en el marisco, que ahora se consume casi un tercio menos que en 2019.

Una almazara en la provincia de Alicante. / Juani Ruz
Menos aceite
Otro caso significativo es el del aceite. Los hogares destinan actualmente casi el doble de dinero que hace cinco años a este producto, con 36 euros por persona al año frente a los 17,22 de 2019; pero por ese importe se llevan a casa 1,2 litros menos que entonces.
Si se miran fruta y hortalizas, la evolución no es mucho mejor. En el primer caso, la factura se ha incrementado en unos cinco euros por persona, hasta los 119,4 anuales, pero es que por ese dinero ahora los consumidores compran 11 kilos menos que entonces, un 18 % menos.
De igual forma, cada residente consumió el año pasado una media de 74 kilos de frutas frescas, 12 kilos menos que hace cinco años, pero el ticket ha aumentado de 129,7 a 155,79 euros.
Más pasta y platos preparados
Frente a los descensos de consumo que acumulan la mayoría de productos, en los últimos cinco años ha aumentado ligeramente el consumo de pasta, hasta los 4,6 kilos por persona, y, sobre todo, el de platos preparados. En este último caso se compran un 18 % más que hace cinco años y el gasto en ellos ha aumentado un 51 %, lo que explica el interés que tienen todas las cadenas de supermercados por potenciar esta sección en sus establecimientos.
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