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Relevo en la CEV: un cóctel de años, ambiciones, amenazas y el cruce de la política

La renuncia de Salvador Navarro y la candidatura de Vicente Lafuente se han consumado en menos de dos semanas con muchos factores a su espalda

Confirmado: Salvador Navarro no se presentará a las elecciones de la CEV

Confirmado: Salvador Navarro no se presentará a las elecciones de la CEV / Esteban San Canuto

València

A expensas de que algún día se conozcan otras posibles causas, lo cierto es que en estos momentos es imposible destacar un factor que explique cómo en menos de dos semanas Salvador Navarro ha perdido la presidencia de la patronal valenciana CEV que parecía tener firmemente anclada ahora y para los próximos años frente al vicepresidente y líder del metal, Vicente Lafuente. Del relato que hace los implicados y quienes les apoyan. Así que a falta de un whisky de malta hay que recurrir a un cocktail para tratar comprender un cambio insólito incluso en la agitada trayectoria de esta organización: años, ambiciones, amenazas y el cruce de la política componen el combinado.

Tal vez habría que empezar por un dato: los 14 años de Navarro al frente de la CEV: los seis primeros cuando era provincial y los ocho últimos ya como autonómica, tras la debacle de su antecesora Cierval, de la alicantina Coepa y de la castellonense CEC. Es inevitable pisar algún callo en este tiempo y el líder de la CEV, más o menos inconscientemente, lo hizo, de donde proceden algunos de quienes han emergido como críticos en estos últimos días. Fuentes próximas a Navarro aseguran que él era consciente de que había dirigentes que pedían cambios, pero no que hubiera un malestar generalizado, entre otros motivos porque muchas de las quejas no se las trasladaban a él ni en los órganos de gobierno ni en privado.

11 de septiembre

El pasado 11 de septiembre, durante un encuentro con la prensa, Navarro anunció el adelanto de las elecciones en dos meses, a noviembre, argumentando que quería iniciar el curso y su mandato con los presupuestos ya aprobados. Se puede maliciar de esa decisión, porque incluso desde su bando se admite que dicha medida cogió descolocado a Lafuente, que no pensaba que fueran a adelantarse los comicios. De hecho, fue aquella misma jornada, antes incluso de la reunión, cuando los partidarios del líder del metal empezaron a hacer sus movimientos y a situar a Lafuente como su candidato.

Vicente Lafuente, ante la sede de Femeval

Vicente Lafuente, ante la sede de Femeval / Miguel Ángel Montesinos

Explican quienes conocen su relación que la buena sintonía entre ambos se había deteriorado en los últimos meses. No era mala, pero tampoco como antes cuando formaban el tándem que gobernaba la organización. Lafuente era la mano derecha de Navarro. Eso, antes. En los últimos tiempos el segundo, al parecer, ya no le consultaba como solía al primero. El presidente de Femeval, por cierto, ya intentó presidir Feria Valencia en 2019, pero su candidatura se frustró antes de presentarla formalmente. Con el horizonte empresarial propio más despejado, seguramente esta ocasión era la última para ponerse en el primer foco del empresariado. Y la va a aprovechar si finalmente obtiene los avales necesarios y logra los votos precisos. Era su oportunidad.

Alicante

Vicente Lafuente, pese a todo, se ha cargado de motivos para lanzar su candidatura y el principal que aduce es el peligro de ruptura en una organización que en realidad es bastante joven: solo 8 años. Por tanto, las divergencias históricas entre sus miembros no han llegado a cicatrizar. Y aquí la palabra clave es Alicante. "Un polvorín", afirma un dirigente no precisamente proclive a Lafuente. Este es uno de los motivos de la renuncia de Navarro. Cuentan sus próximos que, probablemente, habría ganado los comicios si hubiera competido contra Lafuente pero al final ha llegado a la conclusión de que la CEV sería ingobernable si su triunfo no hubiera sido incontestable, como también admiten, y el riesgo de ruptura por Alicante era bien cierto. "No iba a estar cuatro años de peleas", dicen. De hecho, añaden que el 'programa' del líder del metal incluye ahora dar mayor peso a las territoriales, precisamente para evitar escisiones.

Política

Y aquí entra en juego la política.Navarro considera que los movimientos para 'echarle' tienen su origen en su mala relación con el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, rota desde el 29 de octubre por no haber querido dar cobertura a una de las añagazas del político para justificar su ausencia en los momentos críticos de la dana. ¿Mazón maniobra por detrás? Es conocida su animadversión a Valencia y que Alicante, su tierra de nacimiento, es su refugio. También su buena relación con el presidente de la cámara alicantina, Carlos Baño, gran enemigo de Navarro. Tampoco se puede olvidar que el empresariado es un colectivo muy próximo a la derecha y la buena sintonía del líder de la CEV con los socialistas de Ximo Puig y la mala con Mazón no le ayudan. Dicho esto, oponentes del líder del metal aseguran que "Vicente no es un ninot de Mazón". Puede que al jefe del Consell le haya bastado con dar a conocer que le satisfacía la salida de Navarro para que algunos dirigentes se movieran o que la simple creencia en esa satisfacción les impulsara.

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