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La logística inquieta al auto

Las empresas adaptan sus homologaciones

Un empleado en la fábrica de Seat de Martorell (Barcelona). | Pau Barrena / AFP

La industria española asiste con atención y preocupación a los efectos que el Brexit pueda ir revelando sobre sus cuentas. El Reino Unido es el quinto país que más exportaciones recibe de España, con un volumen de ventas que antes del coronavirus ascendían a 18.740 millones de euros, según datos del INE. No obstante, los efectos del covid distorsionan las previsiones de negocio, tal como reconocen las empresas consultadas, y dificultan cuantificar qué perjuicios son frutos del Brexit y cuáles son derivados del virus.

El sector de la automoción es uno de los que más se juega con la salida británica de la UE. En Catalunya, uno de cada tres productos exportados a las islas es un vehículo. Seat, por ejemplo, vende el 13% de los vehículos fabricados en Martorell al Reino Unido. «La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha supuesto, a todas las empresas, un incremento del volumen de las gestiones aduaneras», reconocen desde Seat.

No obstante, esas dificultades compartidas en todo el sector no se está traduciendo, de momento, en despidos. «Estamos a la expectativa y hay cierta preocupación, pero de momento ninguna empresa nos ha planteado reestructuraciones», dice el secretario general de Industria del sindicato CC OO de Cataluña, José Antonio Hernández.

En Casals Ventilació, especializada en la fabricación de equipos de ventilación, el Brexit les ha supuesto un problema principalmente logístico. Hasta el punto de que si quieren mandar un envío urgente a Reino Unido, este tiene que pasar vía Estambul. Esta pyme con 140 años de historia y 120 empleados exporta el 6% de sus productos a las islas británicas. «Si antes un pedido nuestro tardaba menos de una semana en llegar, ahora tarda más de dos», explica el responsable de ventas para el Reino Unido, Alfons Ruiz.

Guillem Solé, director general de Derypol (empresa especializada en la fabricación de polímeros y productos para la depuración del agua) compara el Brexit con el efecto 2000. «Todo el mundo andaba muy inquieto y al final vimos que no pasó nada», recuerda. De los 36 millones que esta pyme de 80 empleados factura al año, 1,5 millones vienen de sus clientes británicos.

Solé reconoce que la logística se les ha encarecido un poco y que eso les resta competitividad para con sus rivales británicos, pues trasladan ese sobrecoste al cliente. No obstante, el director general de Derypol respira tranquilo, pues preventivamente ya han tramitado su nueva licencia y están en el registro de exportadores oficiales. Eso les evitará futuros aranceles. «Nos estamos adaptando a la nueva normativa de homologaciones, pero es algo que también tenemos que hacer en China o en Corea del Sur», añade el directivo.

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