Isabel dirige una de las empresas más importantes en el sector del calzado. Hoy en día fundamental para nuestra economía.
Pertenece a una saga de empresarios. Ha tenido en su caso un ejemplo pionero. La empresa familiar se levantó con mucho esfuerzo y habilidad para prever los cambios del mercado. Había hombres en la dirección, pero nadie dudó en la familia de su capacidad. Ella tampoco. Nunca pensó que no fuera la persona adecuada. Nadie se lo hizo sentir.
Marisol estudió «algo apropiado para una mujer». El negocio familiar correspondía a sus hermanos, los tres varones. Su «apropiada» carrera la llevó a un destacado trabajo en el mundo del interiorismo.
Después otra aventura y otro reto. Muy pronto su propia empresa de artes gráficas. Creció con notable éxito en tiempo récord.
Un día fue requerida por sus hermanos, al frente de la empresa familiar.
Se incorporaba la segunda generación. Un momento de proyección. Solicitaron su ayuda. Bajo la nueva dirección y su acertada gestión operativa las dos estaciones de servicio fueron pronto más de 20.
Y siguen nuevas incorporaciones en construcción bajo un acertado programa de sostenibilidad.
Rosa tuvo un sueño… dejar su alto cargo directivo en una multinacional.
Implicarse e implicar a su familia en un precioso proyecto. Defender el origen del negocio para sublimar sus productos. Verlos en más de 100 países convertidos en estrellas gastronómicas. Gestionar el patrimonio familiar creando nuevas estructuras desde el origen. Poniendo en valor las tierras ancestrales.
Y recibir premios, los más importantes del mundo entero. Nunca dudó de que lo conseguiría. Su familia tampoco.
¿Qué tienen estas tres mujeres en común? Aparte de mi admiración e incondicional amistad.
Nunca han sentido que el lugar que ocupan no les corresponda. No se ha puesto en duda su capacidad y han contado con el apoyo fundamental de su familia.
¿Cuántas mujeres que estáis leyendo este artículo os identificáis con ellas?
¿Cuántos hombres con historias similares en vuestro entorno las han apoyado?
A la formación y valentía para asumir retos, mis tres líderes tienen mucho más en común. Cuidan su salud física y mental. Tienen planes de sostenibilidad en sus negocios basados en valores. Fomentan y buscan el talento de las personas. Cuidan el bienestar de sus trabajadores. Les motivan y les dan foco de atención. Promueven que las relaciones vayan más allá de la profesión. Sienten más preocupación por aportar riqueza a la sociedad que grandes beneficios a sus desahogadas cuentas de resultados. Dan importancia a aspectos no financieros. Sus compañías tienen propósito.
Viven y trabajan con valores tan claros y altos que todas han sido capaces de optimizarlos, más allá del propio negocio.
¿Cuántos y cuántas querrían crear un proyecto propio?
¿Quién no se identifica con participar en una empresa así? ¿Cómo tenemos que educar a los niños y niñas desde la infancia para que sus decisiones diarias tengan las mismas dosis de economía y valores?
¿Por qué no aprendemos la importancia de ambas como el plan de formación más natural?
¡Cuánto he echado de menos las verdaderas asignaturas pendientes de la vida! BBPP, gestión de empresa, marketing, finanzas, liderazgo, unido a filosofía, creatividad, recursos propios, bricolaje, viajes, nutrición, meditación... ¡Cuánto daría por haberlas aprendido en el colegio y que útiles habrían sido! Basta con mirar las secciones de una librería... ¡Y ahí está todo!
El mundo al que nos enfrentamos necesita mujeres y hombres comprometidos, compartiendo pasión, sólida formación y auténticos principios.
Apoyemos con nuestro cariño y confianza a las niñas y mujeres que tanto tienen que aportar, porque no existe país ni sociedad que pueda permitirse el lujo de perder el 50% de su talento.
