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14-M Año II: Más oportunidades que cicatrices

El teletrabajo o la digitalización son dos huellas de una pandemia que sobre todo ha acelerado los cambios en la economía

Trabajadoras de la textil Errequeerre fabricando mascarillas el 1 de abril de 2020 y, a la derecha, dos empleados en Mapubli, especializada en la producción de mamparas, el pasado mes de mayo. GERMÁN CABALLERO

La gripe de 1918 dejó un reguero de muertos, millones de muertos, pero, ¿tuvo un legado más allá de la destrucción de vidas? Matilde Mas, vocal del Consejo Asesor del Gobierno para Asuntos Económicos, destaca dos consecuencias. Fue especialmente letal con los jóvenes, un colectivo ya masacrado por las bajas en la I Guerra Mundial, y ambos factores «dejaron muchos puestos de trabajo vacantes que abrieron la puerta a las mujeres y facilitaron su entrada en el mercado laboral». La gripe, además, «estimuló el avance de la salud pública». «La combinación de pandemia más la guerra y sus secuelas sembró la semilla del Estado de bienestar» que se consolidó en los años cuarenta del siglo XX, concluye la también directora de Proyectos Internacionales del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).

Si ese fue el legado de aquella pandemia, ¿qué nos reserva el covid-19? ¿Qué cambios va a provocar? ¿Qué marejadas de fondo ha generado? ¿Una mansa ola que muere en la orilla? ¿Un tsunami que no acertamos a vislumbrar?

El covid-19 da alas a procesos como el comercio online

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El catedrático de Economía Aplicada en la Universitat Pompeu Fabra José García Montalvo opina que esta crisis lo que está haciendo es acelerar procesos que ya estaban surgiendo a la superficie y extendiéndose con anterioridad, aunque «veremos si se mantendrán o retrocederán parcialmente. Habrá que comprobar si nos hemos pasado de frenada». El economista se refiere de manera singular al teletrabajo, una realidad impuesta por los confinamientos domiciliarios, «que va a perdurar, pero a lo mejor no a los niveles que tenemos ahora, como estamos viendo en muchas empresas que han vuelto en buena parte a la actividad presencial». Dentro del mismo mercado laboral, el covid también está acelerando la salida de trabajadores en aquellos sectores donde más penetra la digitalización, que a su vez es otra tendencia ya imparable. Su expansión va a obligar a los empresarios a dejar de ser renuentes ante ella y empezar a actuar para no quedarse atrás, y a los empleados, a reciclarse por la vía de la formación para no quedar excluidos del mercado. No hay que olvidar que otro de los grandes acelerones de esta crisis es el del comercio electrónico, que augura una cambio drástico en el sector y en nuestras vidas.

García Montalvo avanza que esta crisis también ha acentuado el proceso de «mirar hacia dentro» que significaron el Brexit y Trump. Esto no implica, en su opinión, que la globalización vaya a desaparecer, pero sí se va a producir «un cierto parón» como consecuencia de la ruptura de las cadenas de valor y el desabastecimiento de ciertos productos» que han experimentado tantos países, como se puso de manifiesto con el material sanitario en las primeras semanas de la pandemia. Así que, por una parte, las empresas, a la hora de hacer sus inversiones, van a tener que valorar, además de costes como los laborales, riesgos como el citado, singularmente a la hora de deslocalizar su producción.

Rafael Juan, propietario de la firma alimentaria Vicky Foods, y Pilar Ballús, gerente de Dimesa, empresa del textil especializada en suministrar ropa al canal horeca. GERMÁN CABALLERO / ACTIVOS

Globalización

Para Mas, «la globalización ha sido la primera víctima de la pandemia. Las cadenas globales están diseñadas para optimizar la eficiencia. Pero son vulnerables. Aunque la covid sea el shock más importante de los últimos años, por ahora es solo el último de una serie de disrupciones a las que se han enfrentado las empresas. En líneas generales, las más afectadas son las más internacionalizadas, y las que concentran sus flujos comerciales, exportaciones-importaciones en unos pocos países. Aquí se incluyen algunas de las industrias con mayor valor añadido, como las comunicaciones; los equipos eléctricos, electrónicos y ópticos; los semiconductores y sus componentes. En ninguna de ellas España puede considerarse una potencia. Sin embargo, paralelamente, muchas cadenas de valor intensivas en trabajo son muy vulnerables a las pandemias, olas de calor o inundaciones. La especialización de España en algunas de ellas, como el textil, debería ser aprovechada en la coyuntura actual y parece que lo está siendo. Por el contrario, alimentación y bebidas están menos expuestas porque están menos integradas y más orientadas regionalmente».

En su opinión, «la relocalización puede ser especialmente atractiva para las empresas más expuestas a los shocks como resultado de la utilización de determinadas prácticas. Por ejemplo, la producción just-in-time, la dependencia de un único proveedor, o de inputs fabricados a medida con pocos sustitutos. La concentración geográfica de los proveedores también puede ser un factor de vulnerabilidad. De todas formas, relocalizar la producción no es más que una de las posibles alternativas a los shocks».

El impulso de la inversión pública y privada puede ser uno de los triunfos de la crisis

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En relación con esta cuestión, el director del Observatorio de Economía Internacional de la Universitat de València, Vicente Pallardó, da por hecha la «repatriación» de ciertos sectores estratégicos, como los de ciencias de la vida, sanitarios, farmacéuticos, metales raros o microchips, que en estos meses tanto se han echado en falta, no solo en España, sino en la Unión Europea, tal como se ve ahora con las vacunas. «No me interesa dónde se hagan los juguetes o un textil, pero esos productos, sí», afirma.

Pallardó, quien destaca también que esta crisis, gracias a las medidas de apoyo público, «no ha dejado a la gente atrás como sucedió con la Gran Recesión», considera que una de las bendiciones de esta pandemia se encuentra en la recuperación de la inversión, «que en Occidente iba a la baja desde hace tiempo, aunque sobre todo desde la Gran Recesión. Cada vez invertimos menos y, sin inversión, no hay futuro. En parte es por el endeudamiento del sector público o las malas decisiones, como esos aeropuertos [el de Castellón] vacíos o las líneas de AVE a ninguna parte. Y en el sector privado, a causa del cortoplacismo de los mercados, que han provocado que las empresas estén más pendientes de repartir dividendos, lo que descapitaliza a las mercantiles, que en invertir a largo plazo. Por fin, ha sonado la alarma ahora, con los fondos europeos dirigidos a recuperar la inversión en digitalización o economía verde».

Matilde Mas añade que, «después de una etapa de desregulación que atravesamos durante los ochenta y noventa, parece que el papel del Estado regresa con fuerza para tratar de estabilizar las economías y para afrontar las crisis sanitarias globales y las amenazas potenciales sobre el medio ambiente. Sin embargo, en la solución de los nuevos retos se seguirá contando con la iniciativa del sector privado, en el que reside una gran capacidad para desarrollar conocimiento, tecnología e innovación capaz de dar una respuesta a los problemas».

Un calvario

Más abajo de la macroeconomía, los empresarios consultados, pertenecientes a la industria, no observan, precisamente, una revolución a la vuelta de la esquina en la gestión de sus mercantiles. Pilar Ballús es gerente de Dimesa, una empresa del textil de Sant Boi de Llobregat con 34 años de historia y 1,5 millones de euros en ventas dedicada a producir y distribuir ropa para hoteles, entre otras. Ha vivido un calvario. El estado de alarma cogió a la firma con los pedidos preparados para Semana Santa. Todos se cancelaron con el cierre de establecimientos. Recurrió a un ERTE para su docena de empleados y a los créditos ICO para tratar de sobrevivir en unos meses en que «nadie invertía» pese a la reapertura progresiva de hoteles y restaurantes. Ahora pone sus esperanzas en mayo, a ver si los clientes se animan de cara al verano. ¿Qué cree que ha cambiado para siempre en su empresa? «La labor de los comerciales tiende a desaparecer por la expansión de la digitalización», concluye.

Las empresas ven próximo el fin de los comerciales por el avance del mundo digital

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En relación con el sector servicios, el responsable de Análisis Macroeconómico de BBVA Research, Rafael Doménech, augura que, «al menos por un tiempo, la sociedad va a ser más sensible a la seguridad sanitaria, lo que puede ser una oportunidad para el turismo español frente a otros destinos». Además, «hemos aprendido a trabajar de manera más eficiente y remota, lo que afectará negativamente a los viajes por motivo de trabajo», por el triunfo de las videoconferencias y el ahorro de tiempo que conllevan, «pero puede ser una oportunidad para que trabajadores de otros países trabajen desde España».

Rafael Juan es el presidente de la valenciana Vicky Foods, una firma productora de pan y bollería industrial que es uno de los principales proveedores de Mercadona y factura 350 millones. Su experiencia fue justo la contraria a la de Dimesa. Tras el estado de alarma, la demanda se duplicó y sus principales problemas fueron la búsqueda de materias primas y garantizar la seguridad de una plantilla de 2.500 trabajadores, que tuvo que ampliar, muy sensible a la posibilidad del contagio: «Trajimos de todo desde China, incluso de los hospitales nos llamaban pidiendo material sanitario. Unos 500 trabajadores empezaron a confeccionar mascarillas y llegaron a producir 200.000 que también repartimos a las administraciones».

Exportación

La producción era constante los siete días de la semana, también para nutrir mercados como Francia, Reino Unido o Portugal, «donde nuestra competencia no daba servicio» con la misma capacidad. Tras dos meses de extrema intensidad, la demanda se fue normalizando. Como Ballús, cree que esta pandemia supondrá el impulso definitivo para los comerciales a través de internet. También que el teletrabajo ha venido para quedarse, de igual forma que Juan cree que se ha consolidado un nuevo paradigma en los envases en pos de los degradables y el mayor consumo de productos saludables y también la comida a domicilio: «Ya se habla de pisos sin cocinas porque a los jóvenes no les gusta cocinar». Veremos qué nos depara el futuro.

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