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El Brexit golpea el comercio electrónico

La complejidad de los trámites y el aumento de gastos obliga a algunas marcas alicantinas a cerrar su web en reino unido

Juani Ruz

Por si no fuera bastante con la crisis provocada por la pandemia, las empresas alicantinas empiezan a sufrir también las consecuencias del Brexit. Y, además, en uno de los segmentos en el que precisamente muchas marcas están volcando sus esfuerzos para compensar el hundimiento que han sufrido las ventas en los canales físicos. El restablecimiento de las aduanas entre el Reino Unido y el resto de Europa ha complicado los trámites y ha disparado los costes de envío y devolución del comercio electrónico hasta tal punto que muchas marcas han optado por suspender la actividad de su web en este país porque en las condiciones actuales ya no les salía rentable vender allí sus productos.

Una situación que afecta especialmente a los ecommerce de productos de moda, lo que en Alicante significa sobre todo las marcas de calzado, que habían encontrado en el comercio electrónico una forma de atenuar el importante golpe del covid y que ahora se ven privados de uno de sus mercados más importantes y rentables.

«La penetración del comercio electrónico en Reino Unido es mayor y, además, gastan más. Para ellos somos baratos, por lo que les resultan muy atractivos nuestros productos, y para las marcas españolas es un mercado muy interesante. Pero ahora mismo está bloqueado», señala el CEO de la consultora 3Dids, Andrés de España.

Así, el experto indica que el Brexit ha disparado los trámites porque ahora los envíos se tratan como una exportación, con la burocracia que ello conlleva. Pero, además, han aumentado los costes de envío. «Por ejemplo, una venta que supere las 135 libras (unos 150 euros) tiene que pagar un despacho de 11,5 euros, a los que hay que añadir los aranceles y los impuestos correspondientes», explica Andrés de España. Un dinero que sólo puede salir del margen del vendedor, si es que este decide asumirlo, o de un encarecimiento de los productos, lo que los hace menos competitivos.

Sin embargo, según apunta el CEO de 3Dids, el verdadero problema llega con las devoluciones, que también deben tramitarse como importación -lo que también multiplica la burocracia-, y que pueden llegar a costar hasta 70 euros por pedido. «Es una barbaridad. Estamos hablando de que en el sector de la moda las devoluciones pueden llegar al 30% y es algo que tienes que asumir, no puedes negarte», insiste De España.

Más fácil vender a Australia

El caos llega a tal punto que ahora mismo resulta más sencillo operar con Israel o Australia que con el Reino Unido, según se lamenta Antonio Porta, responsable de Negocio de Unisa, una de las firmas de la provincia que ha optado por suspender temporalmente la actividad de su ecommerce en las islas británicas. Una decisión que también han tomado, por ejemplo, en la ilicitana Panama Jack, según confirma su directora general, Patricia Vicente.

«El gran problema es la logística inversa -insiste Antonio Porta, con relación a las devoluciones-, que hace que no salga a cuenta. La única solución sería abrir un almacén logístico en el Reino Unido, pero eso es caro».

En los intercambios con otros países extracomunitarios, como Estados Unidos, este problema se ha solventado gracias a los acuerdos que tienen los grandes operadores logísticos, como DHL, UPS o Fedex, con el servicio de aduanas, según explica Andrés de España. Pero parece que el Brexit ha pillado con el pie cambiado a las compañías y, de momento, no hay solución a la vista.

En cualquier caso, no todas las marcas han optado por dejar de vender en Reino Unido. Desde Pikolinos han preferido asumir los costes, a pesar del importante impacto que esta decisión tiene en sus márgenes, al considerar que se trata de un mercado importante para la compañía. Eso sí, lo que no han podido esquivar es la demora en los plazos de entrega, de la que informan a todos sus clientes británicos. Así, si antes eran capaces de servir los pedidos a las islas británicas en 48 horas, ahora el plazo se sitúa entre los cuatro y los cinco días, según señalan desde la firma, desde donde recuerdan el bloqueo que se produjo en las aduanas del Canal de la Mancha en los primeros días del Brexit, con cientos de camiones parados. Una situación que, por suerte, ya no se produce.

Ahora todas las miradas se centran en las compañías de logística a la espera de que encuentren una solución que permita aligerar el proceso, aunque todos tienen claro que ya no se podrá volver a la situación anterior.

El 10% de los envíos

En cuanto al peso del Reino Unido en el comercio electrónico español, según los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) referidos al tercer trimestre del año pasado -los últimos disponibles-, los británicos fueron los responsables del 9,6% de todas las ventas al extranjero que realizaron las webs españolas. Un porcentaje que, sin embargo, es probable que en circunstancias normales -es decir, sin pandemia- sea algo superior, si se tiene en cuenta que más de una cuarta parte de todas las transacciones que realizan con otros países las empresas españolas a través de Internet corresponden a touroperadores y agencias de viaje, los más golpeados por la crisis del covid. Una actividad que, eso sí, no se ve afectada por el caos aduanero.

Por su parte, la venta de moda supone alrededor del 8% de todas las ventas online de España al exterior. En la misma línea, las firmas de moda consultadas señalan que el mercado británico supone alrededor de una décima parte de la facturación exterior de sus tiendas online.

En este sentido, cabe señalar que el peso del Reino Unido es significativamente mayor a la inversa, ya que en el tercer trimestre del año pasado casi el 34% de todas las compras que los españoles realizaron en webs extranjeras procedían de las islas británicas, de acuerdo con la CNMC. Unas transacciones que, igualmente, se han visto también afectadas por los nuevos trámites y costes que implica la recuperación de las aduanas entre ambos países.

En este sentido, la sensación entre los empresarios es que, mientras que las autoridades y los operadores correspondientes se pusieron las pilas, por ejemplo, para facilitar que los nuevos controles de pasaporte no entorpecieran la llegada de turistas, en el transporte de mercancías y, específicamente, en el tipo de envíos que supone el comercio electrónico no se ha producido la misma diligencia. «Al final, esto va a ser malo para todos», insiste el responsable de la firma de calzado Unisa.

Lo cierto es que el Brexit está aflorando problemas para muchos sectores económicos de la provincia que nunca hubieran imaginado. Así, recientemente la Asociación de Promotores de la Provincia (Provia) llamaba la atención sobre los efectos que podía generar una ley preconstitucional que impide a los extranjeros comprar viviendas en zonas cercanas a determinadas instalaciones militares. Una normativa que apenas había tenido repercusión, pero que, con la marcha del Reino Unido del club comunitario, complica ahora la adquisición de inmuebles a los súbditos de esta nacionalidad en buena parte de la comarca de la Vega Baja donde, precisamente, son los británicos los principales compradores.

Con todo, los empresarios confían en encontrar solución a todos estos problemas, ya que consideran que los lazos económicos que vinculan al Reino Unido con el resto de Europa son demasiado fuertes como para romperse por completo.

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