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Somos el Guernica de esta guerra

Somos el Guernica de esta guerra

Que el sector hotelero es uno de los más perjudicados por esta crisis es algo que muchos saben, pero que pocos traducen en un escenario de apoyo, ayuda y soporte para algo que es estratégico en esta economía.

Las cifras son para echarse a temblar: en los últimos 14 meses el periodo medio de apertura ha sido de sólo 83 días; el 70% de los establecimientos han permanecido cerrados sin un solo día de facturación; la pérdida de ingresos ordinarios de la actividad ha sido del 80% hasta rozar los 1.000 millones de euros a la finalización del actual estado de alarma; casi el 60% de los trabajadores están todavía afectados por un ERTE; más de la mitad de las empresas hoteleras no han recibido ni un solo euro de subvención y las que han recibido algo apenas supone el 2,5% del total de ayudas repartidas en el ámbito de la Comunitat Valenciana.

Cualquier empresario o economista que lea estos datos estará de acuerdo en que pocos sectores pueden sobrevivir con este panorama. Pues en realidad quien está destruyendo empleo en estos tiempos es la industria mientras que los servicios liderados por el turismo mantienen el tipo en este escenario tan adverso. Esa industria que algunos ignorantes anhelan mientras obvian el hecho de que pueden trasladarse de lugar en menos que canta un gallo a otros países que sean «paraísos industriales» para su producción.

Cada día tenemos que hacer un papel evangelizador: hay que recordar que el turismo tiene un alto componente de valor humano. Somos personas cuidando y trabajando por la felicidad de personas y es una actividad que lo mismo no se puede deslocalizar que no se puede mecanizar ni deshumanizar. Es decir, los hoteles de la Comunitat Valenciana seguirán estando aquí, porque no vamos a trasladar nuestra fábrica a ningún otro país, ni vamos a fusionar entidades que arrojen un cierre de establecimientos, ni vamos a amortizar puestos de trabajo. Precisamente la dinámica del turismo es todo lo contrario.

El retraso en la vacunación va a poner de nuevo contra las cuerdas al sector turístico en el próximo verano: ante la feliz perspectiva de contar con un verano en situación de normalidad, nos encontramos en una posición en la que ya firmamos repetir un verano como el del pasado año. Esa luz al final del túnel ya no se ve en el corto plazo, sino que es un tenue reflejo al que no llegaremos hasta dentro de unos cuantos meses. Y cada día nos levantamos con el miedo en el cuerpo de las nuevas variantes que pudieran complicar todavía más esta situación y encadenar más meses de crisis salvaje.

También hay que recordar que en este escenario de verdadera tragedia el sector del turismo deslumbra con sus luces largas: a pesar de las pérdidas acumuladas, ha aprendido que mejorar es la mejor de las estrategias y ha puesto en circulación 260 millones de euros para transformar hoteles, crear nuevo producto y presumir de verdad de eso que presumen todos: de calidad, de innovación, de sostenibilidad y de digitalización.

No es comprensible como las empresas hoteleras se están quedando fuera de toda línea de ayudas y se está regando a otros sectores que están produciendo menos que en 2019, pero están produciendo. Y más incomprensible aún es la insensibilidad o desconocimiento con la que se están repartiendo ayudas que, al final, no darán ningún resultado.

Cuando nos hablan de pérdidas del 30%, perdónenme, pero nos entra la risa floja… ¿El 30%? Si nosotros estuviéramos perdiendo el 30% no estaríamos pidiendo nada, sólo estaríamos trabajando más y más para recuperar cuanto antes esas pérdidas. Y todo ello teniendo en cuenta que el turismo no puede almacenar producto. Lo que no se haya vendido hoy no se podrá volver a vender mañana ni el próximo año. Serán pérdidas permanentes e irrecuperables.

Nadie se debe olvidar de que la situación del turismo la ha provocado la estrategia del Gobierno valenciano en la lucha frente al virus: un cierre perimetral que impide la movilidad desde finales del mes de octubre ha impuesto una clausura de hecho para la mayor parte de establecimientos. Quizá el cierre perimetral fuera una actuación necesaria para controlar la situación sanitaria, pero el Gobierno no puede huir de su responsabilidad y compensación económica de las consecuencias creadas.

No nos podemos imaginar un Gobierno como el valenciano o el nacional que menosprecie a lo que es la joya de su economía. Aquello de lo que presumir de verdad y un motor de reparto de riqueza en el resto de los sectores: cada euro que factura el turismo provoca 1,5 euros adicionales de arrastre para el resto de las actividades económicas. Las pérdidas en el turismo han supuesto pérdidas de al menos 1.500 millones de euros para la agricultura, ganadería, pesca, servicios, etc… Ayudando al turismo a recuperar su pulso ayudamos también a muchos otros eslabones de esta cadena perfecta que durante setenta años no ha dejado de contribuir a la prosperidad económica y social de esta Comunitat.

Turismo y hoteles son dos elementos indisolubles. No existen el uno sin el otro. Por eso, el turismo y el sector hotelero son los verdaderos elementos de valor de la economía valenciana que hay que proteger. Igual que se protegió al Guernica hasta que llegara la democracia a España, hay que proteger al turismo y a los hoteles hasta que llegue la normalidad.

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