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Comatel, del juego de azar a los hoteles

El grupo, que empezó con máquinas electrónicas para bares, eleva ventas por el negocio online

Fidel Molina, José Antonio Molina y Ramón Rojo, propietarios de Comatel. | M.A. Montesinos

La pandemia del coronavirus ha reforzado la facturación del grupo de juego Comatel a pesar del cierre de los bares por el incremento de las apuestas online durante el confinamiento. Comatel nació en 1990 en València como una firma de distribución de máquinas electrónicas para bares y en 31 años se ha convertido en un gigante con cuarenta empresas dedicadas al juego, el arrendamiento de edificios, la restauración con la franquicia propia Barrio Bar y el negocio hotelero con una cadena de establecimientos de lujo implantada en València y que prepara su expansión nacional. La compañía facturó el año pasado 156 millones de euros, un 16% más que en 2019, cuando obtuvo una cifra de negocio de 134 millones. La empresa tiene actualmente 378 trabajadores.

Comatel es una firma familiar liderada por los hermanos Fidel y José Antonio Molina y por Ramón Rojo. El promotor del grupo es Fidel Molina, un emprendedor manchego emigrado a València que inició la aventura hace 31 años. En aquel momento desempeñaba la función de director comercial en una empresa del sector del juego con capital belga, pero radicada en Málaga. Molina fundó Comercialización de Material Electrónico (Comatel) para ayudar a su amigo Ramón Rojo, que acababa de perder el empleo. «Los dos somos de Ciudad Real y a él lo despidieron de la empresa de Málaga en la que yo también trabajaba. Ahí decidí irme y montar Comatel. Empezamos comercializando placas de videojuegos», precisa Fidel Molina. La compañía tuvo éxito desde el principio con la distribución de máquinas de pinball y videojuegos, y empezó a comercializar las conocidas como tragaperras.

Importar máquinas

Fidel Molina comenzó a viajar en busca de productos que marcaran la diferencia y se lanzó a importar máquinas de Austria, Reino Unido y Japón. «Nosotros somos la mayor empresa independiente del todo en el mercado español. Importamos las máquinas, las homologamos para la normativa española con laboratorios de la Administración o independientes. Tenemos el título para la homologación de las máquinas en cada una de las 17 comunidades autónomas. El resto de empresas que hay en el sector son multinacionales», explica.

El primer gran golpe del grupo llegó de la mano de ACE, un fabricante británico con el que rubricó un acuerdo para distribución de sus máquinas en exclusiva en el mercado español. La operación abrió las puertas a Comatel de otros grandes fabricantes como el japonés JPM (que forma parte del grupo de videojuegos Sega).

El punto de inflexión en el crecimiento se produjo en 1997, cuando Comatel cerró un contrato con la firma austriaca Funworld para introducir en España la primera máquina de pantalla táctil (Photo Play), que se alzó con el 80% de la cuota de mercado con más de 25.000 unidades vendidas en solo tres años.

Desde entonces, la compañía valenciana ha firmado múltiples acuerdos, entre ellos uno con uno de los mayores operadores de apuestas deportivas online, BeConstruct. Gracias a esta alianza, Comatel lanzó la plataforma de juego online Paston.es y se ha hecho un hueco en el sector de las apuestas deportivas. «El consumo de juego en España es bastante estable, aunque con la pandemia ha cambiado. El cierre de los bares ha desplazado el consumo a casa. Nosotros hemos aumentado la facturación en 2020 gracias a la expansión de la división de juego online», destaca Molina. A pesar del buen momento que viven las apuestas deportivas, el empresario confiesa su preocupación por las limitaciones que está poniendo el Gobierno. «El juego online necesita publicidad y mucha inversión en redes. Con los límites que está poniendo el Ministerio de Consumo, el negocio caerá. No entendemos el ataque que hay en España al sector. No pasa en ningún otro lugar del mundo», incide. El presidente de Comatel, que confiesa que no apuesta porque nunca le ha atraído el juego, destaca que la compañía ha crecido a base de reinvertir las ganancias en otros sectores. Su músculo financiero les ha permitido crear desde cero la cadena de lujo MYR Hoteles (el nombre viene del acrónimo Molina y Rojo), que está en plena expansión pese al frenazo que supuso el golpe de la pandemia al turismo. El grupo tiene establecimientos junto a las zonas más turísticas de València y, tras completar su despliegue en la capital del Túria, busca entrar en Madrid, Alicante, Málaga, Sevilla y Granada. El grupo ha descartado Barcelona «por la incertidumbre administrativa», lamenta.

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