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Irse de casa a precio de coste

El precio final de una vivienda en régimen de cooperativa suele ser un 20% más bajo que el de una promotora normal

Unsos jóvenes miran precios de pisos. | Jose Lores

A pesar de las consecuencias económicas de la pandemia, los jóvenes quieren emanciparse y muchos de ellos barajan entre sus opciones la compra de una vivienda. Así lo demuestra el último informe de Fotocasa, donde se desprende que el 55% de encuestados de entre 18 y 24 años prevé adquirir una vivienda en un plazo de dos a cinco años vista. ¿Y cuál es la opción que prefieren los jóvenes? Las casas en régimen de cooperativa. En concreto, dos de cada tres jóvenes que está buscando casa prefiere esta opción para adquirir su primera vivienda, según LACOOOPEstudios. María Matos, directora de Estudios de Fotocasa, cree que una de las razones por la que se deciden por esta alternativa es la planificación de pago que acompaña a estas viviendas, ya que «se suelen comprar sobre plano, por lo que el socio irá pagando los plazos a medida que se construye».

Este fue uno de los factores que llamó la atención de Lucía y Hugo que, después de varios años de alquiler, decidieron lanzarse a la compra de un chalet en régimen de cooperativa. «Teníamos dos años por delante para gestionar nuestra economía. El único inconveniente fue volver a casa de mis padres durante ese tiempo. No podíamos estar pagando el alquiler y esta casa a la vez», recuerda Lucía. A pesar de esto, «mereció la pena. Nos hemos ahorrado mucho dinero en comparación con un casa comprada a un particular, por ejemplo», asegura.

Este ahorro del que habla Lucía ronda en torno al 20% respecto al precio de una vivienda de una promotora. Esto es así porque son «a precio de coste: se paga solo lo que cuesta construir la vivienda», explica Augusto Abril, fundador de LACOOP, quien añade que además, la entrada se puede fraccionar en mensualidades para facilitar el pago.

Sin ir más lejos, una vivienda de obra nueva en Móstoles supera los 250.000 euros, mientras que por cooperativa, un piso en la misma localidad madrileña oscila alrededor de los 185.000 euros. ¿A qué se debe esta diferencia de precios? Fundamentalmente a que no existe un promotor inmobiliario, sino que los socios, además de ser los adjudicatarios de las viviendas, son sus copromotores. «Esto quiere decir que, al no haber promotor inmobiliario, no hay que pagarle comisión alguna, que es aproximadamente un 20% del valor de la vivienda, y que coincide con el ahorro del socio cooperativista», añade Abril.

Otro de los factores que contribuye al ahorro son las ventajas fiscales. Este tipo de inmuebles están exentos de pagar el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados y el IVA. También está exento del 95% del IBI, tributan el 20% del Impuesto de Sociedades y sólo pagan el 5% de la cuota del Impuesto de Actividades Económicas. Además, la directora de Estudios de Fotocasa explica que «en una cooperativa el socio tiene poder en la toma de decisiones desde el inicio del proceso y se puede beneficiar de la reducción de gastos de notaría, registros y la gestión que conlleva».

Pero no es oro todo lo que reluce y esta opción también tiene sus inconvenientes. Para empezar, el precio de la firma no siempre es el que se acaba pagando. «Uno de los riesgos a los que te enfrentas con este tipo de viviendas es que el precio final no está cerrado. Puede haber desviaciones que encarezcan el total», advierte Mato, como pueden ser el retraso de las licencias y permisos, imprevistos en el proceso de construcción o encarecimiento de los materiales.

Además, comprar la casa sobre plano y esperar a que se construya puede resultar algo inquietante para los compradores. Es cierto que estas viviendas se pueden empezar a disfrutar en una media de dos años, pero la espera puede alargarse. Es lo que le pasó a Isabella, que tras decidirse a comprar un piso en Alcorcón no fue hasta diez años después cuando comenzó a disfrutarlo. «Elegimos un piso de tres habitaciones en 2009 pensando en el espacio para los niños, que por aquel entonces tenían 8 y 12 años. También imaginamos los veranos en la piscina», explica esta propietaria que, al contrario de Lucía y Hugo, tiene claro que no le mereció la pena el ahorro económico. «Nos entregaron las llaves el año pasado. Mis hijos ya tienen su vida hecha. Ahora mi marido y yo nos encontramos en una casa enorme para nosotros dos con zonas comunes que no utilizamos», relata.  

En este sentido, Abril aconseja «no tener prisa por irse de casa de los padres» y asesorarse bien sobre la operación, así como de los pasos que deben dar para conseguir una financiación a su medida antes de lanzarse a la compra de una vivienda, ya sea en régimen de cooperativa o por promotora normal. Además, no está de más investigar sobre las ayudas públicas que existen dirigidas a jóvenes.

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