Los polígonos industriales ya no pueden ser únicamente una sucesión de naves de hormigón y asfalto. Hace tiempo que las empresas se esfuerzan por crear en sus sedes entornos de trabajo que resulten cómodos y atractivos para sus clientes y, sobre todo, para sus empleados, conscientes de la importancia que han cobrado estos factores a la hora de captar y retener el talento que necesitan. Un esfuerzo que habitualmente choca con la realidad que se encuentran en el exterior.

Por eso, los recintos que quieran albergar a las empresas más punteras deberán adaptarse a estas nuevas exigencias y crear entornos más humanos, con más zonas de esparcimiento y dotaciones para estos trabajadores.

Eso es, al menos, lo que creen desde la entidad de conservación de Las Atalayas, que acaba de presentar el Plan Director con el que quiere superar la concepción de polígono con el que fue concebido para convertirlo en «ciudad empresarial», según su propia nomenclatura. Una especie de libro blanco con la que guiar las actuaciones que el Ayuntamiento de Alicante y la propia entidad de conservación –que antes de finalizar el año quiere convertirse en Entidad de Gestión y Mantenimiento- deben realizar en los próximos años para mejorar el recinto, y cuya redacción ha corrido a cargo del equipo de Miracle Arquitectos.

El director de Las Atalayas, Vicente Seguí, es consciente de la dificultad de la tarea que tiene por delante porque, mientras otros polígonos cercanos, como el Parque Empresarial de Elche, incorporan este tipo de planteamientos desde su creación, no hay experiencias de la transformación de un recinto ya existente, como la que pretende acometer la entidad de conservación. Eso sí, también tiene claro que el documento redactado es de máximos, y que habrá que ir dando pequeños pasos. «Se trata de que cada obra de mejora que se haga se ejecute siguiendo estos parámetros», explica Seguí.

Así, una de las primeras iniciativas en la que ya se trabaja es en el apaciguamiento y la reordenación del tráfico dentro del propio recinto, con la creación de lo que el equipo redactor ha denominado las «no rotondas» y las supermanzanas. Este último es un concepto que ya se está utilizando en ciudades como Barcelona para distribuir la circulación de vehículos por grandes vías y dar más espacio a los peatones en el resto de calles enmarcadas dentro del perímetro designado. De lo que no se tiene constancia es de su aplicación en entornos industriales.

Mapa que recoge cómo serían las dos supermanzanas que contempla el plan director de Las Atalayas.

En el caso de Las Atalayas se crearían dos de estas supermanzanas, que abarcarían todo el contorno el polígono cuando se ejecute la ampliación de 300.000 metros cuadrados que está prevista, y lo dividiría a través de la avenida de la Antigua Peseta, la principal vía del recinto. En las manzanas que quedan en el interior se dejaría únicamente un sentido de la marcha frente a los dos actuales, lo que permitiría suprimir las rotondas y los cruces, de forma que en cada intersección dos de las esquinas opuestas quedarían unidas por un espacio peatonal, que se transformaría en zona verde. La «no rotonda».

Ejemplo de cómo sería una "no rotonda" para apaciguar el tráfico y crear espacios peatonales en los cruces.

Una fórmula con la que se ganarían hasta 9.000 metros cuadrados de espacio para el descanso y el esparcimiento en todo el recinto.

Arquitectura táctica

La Agencia Local de Desarrollo y el departamento municipal de Tráfico ya trabajan en la propuesta para realizar las primeras pruebas en los próximos meses. Lógicamente, al tratarse de un cambio de una envergadura considerable, la intención es testar primero cómo funcionaría, mediante lo que se denomina arquitectura táctica en algunos de estos cruces seleccionados. Una especie de prueba piloto en la que, primero, se realizará el cambio mediante pintura en la calzada y otros elementos que no impliquen grandes obras irreversibles.

«La idea es que los trabajadores puedan salir de sus empresas y tener un lugar donde descansar un rato o comer al aire libre, si quieren», explica el director de Las Atalayas. De hecho, si el cambio prospera, al reducirse a un solo sentido de circulación, también habrá más espacio para el aparcamiento y para dotar de arbolado y sombra a las propias calles. En cualquier caso, Vicente Seguí también recalca que la prioridad sigue siendo que el polígono sea funcional, es decir, que estos cambios no supongan ningún tipo de obstáculo para que las distintas empresas puedan seguir recibiendo los suministros que necesitan y puedan dar salida a su carga con total comodidad.

Un gran parque

De cara al futuro, lo que se pretende es aún más ambicioso, con la creación de aparcamientos disuasorios en determinados puntos del polígono y el fomento de otros transportes alternativos para los desplazamientos en su interior. Pero, además, el plan director también propone aprovechar la rambla inundable que delimitará el recinto en su zona sur tras la ampliación para crear un gran parque público con dotaciones deportivas, espacios para mascotas, espacios lúdicos y hasta culturales.

Así serían los aparcamientos en las calles de Las Atalayas si se ejecuta su plan director.

«Se trata de que Las Atalayas también sea ciudad y que estas dotaciones contribuyan a hacer más atractivo el recinto para las empresas, pero que también puedan ser utilizadas por el conjunto de ciudadanos, que pueden venir, por ejemplo, a hacer deporte como van a otras partes», insiste el director de Las Atalayas.

El propio plan director destaca la importancia que ya tiene este polígono para el municipio de Alicante y la provincia, ya que la facturación de las empresas que acoge –Sprinter, Suavinex, Famosa, Blinker o Aliaxis, entre otras muchas- supera los 1.700 millones de euros anuales y dan trabajo a más de 6.000 personas.