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Raíces & Management

Juventud, Divino Tesoro

Juventud, Divino Tesoro

Estamos inmersos en un cambio de ciclo a nivel mundial que nos hace replantearnos infinidad de usos y costumbres tanto a nivel individual, como ciudadanos de a pie, como a nivel empresarial y profesional.

Los cambios en la forma de comprar, trabajar y disfrutar del ocio y la familia están ocurriendo a una velocidad vertiginosa. La conciliación de trabajo y familia también lo está haciendo, impulsada por la vivencia de la pandemia.

Hoy quiero poner el foco en nuestros jóvenes, en sus expectativas e inquietudes y en cómo visualizan la situación actual.

En un reciente estudio de la Cámara de Comercio respecto a la juventud, las conclusiones a las que llevaba la muestra son que más del 30% de los jóvenes querrían ser influencers, otro casi 35% querrían ser funcionarios y tan solo un 3% o 4% generar un negocio y convertirse en empresarios. Es decir, que de cada tres jóvenes alicantinos tan solo uno se ve trabajando en una empresa privada como profesional y uno de cada diez de éstos como emprendedor.

Si tenemos en cuenta que son las empresas privadas las que generaran la riqueza y el empleo en nuestro país y en el mundo, las que sostienen con el pago de impuestos el estado del bienestar, no parece que tengamos a día de hoy un futuro muy halagüeño.

Pero hoy no es el día para hacer la típica reflexión en la que se culpa a los jóvenes por desear ese futuro. Hoy pienso que toca hacer una reflexión muy amplia para entender por qué está pasando esto y también hacer autocrítica.

¿Cómo nos ven los jóvenes? ¿Qué es lo que les motiva? ¿Por qué tienen esa expectativa o por qué piensan así? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer para cambiarlo si consideramos que ese camino les llevaría a la frustración, a ellos y al caos a nuestro modelo de vida?

Cuando yo era pequeño, quizás eran los deportistas de élite los espejos en los que nos mirábamos. Los motivos eran variados, pero entre ellos estaban su liderazgo e influencia (hoy mal evolucionado el concepto hacia el término seguidores con los dichosos likes), sus ingresos económicos, sus gestas deportivas y demás. Esto sigue existiendo con casos como Rafa Nadal o los hermanos Gasol, pero se han sumado con el desarrollo de los móviles y las redes sociales los denominados influencers. Estas son personas que, por su capacidad de relación online y creación de contenidos gratuitos (normalmente), hacen lo que les gusta, tienen a mucha gente que les sigue y algunos de ellos, pocos, generan ingresos publicitarios relevantes. Me parece una opción como cualquier otra, es legítima. Pero lo que me hace reflexionar es lo que hay detrás. Los deportistas de élite lo conseguían en base a un esfuerzo, dedicación y trabajo absolutos y el filtro que existía para llegar a ese éxito (deportista de élite) hacía que la gran mayoría de los que lo intentaban no lo conseguían.

Y aquí va a pasar exactamente igual. Muchos de nuestros jóvenes visualizan que ser influencer «está de moda», permite tener una visibilidad, notoriedad y supuestos seguidores que les hacen pensar que son importantes. La motivación no es ya salarial sino emocional. Quieren triunfar por el camino mas corto, de forma rápida y con inmediatez, y los que lo van a conseguir estoy seguro de que serán muy pocos, con lo que la mayoría de ese 30% que comentábamos al principio tendrán que cambiar de idea y dedicar su vida a otra cosa. Aquí, toda cobertura estatal para que puedan vivir sin enfocarse a un trabajo (por ejemplo, el salario mínimo vital) es, en realidad, un elemento desincentivador de vocaciones profesionales que lo que me lleva a pensar es que si hubiera centenares de miles de jóvenes viviendo de subsidios acabaríamos cambiando el modelo de bienestar capitalista por el comunista, ese que todos sabemos que es pan para hoy y hambre para mañana porque no existe un solo país del primer mundo en calidad de vida que se sostenga bajo ese régimen.

Y estamos viviendo esta realidad que ocurre de forma sorprendente y dramática donde tenemos la mayor tasa de paro juvenil de Europa con un grado de formación universitaria enorme y, sin embargo, los empresarios están teniendo que ir a buscar perfiles jóvenes por los países del este de Europa o Latinoamérica para encontrar mecánicos, electricistas, camareros y albañiles. Esos perfiles que se denominan «oficios» y que a día de hoy tienen una remuneración muy superior a lo que puede conseguir un recién titulado universitario en carreras como Derecho, Económicas, Humanidades o similares.

La verdad es que es para mirarnos el ombligo porque lo estamos haciendo francamente mal.

Las universidades se van a tener que reinventar. En primer lugar, porque el aprendizaje basado solo en conceptos ha quedado del todo obsoleto y solo con la incorporación de experiencias, prácticas y una alineación entre empresas/universidades se podrá dar a los estudiantes un paquete de aprendizaje que les permita tener una mejor capacidad y empleabilidad. Y en segundo lugar, porque, debido a la bajísima natalidad que tenemos en España, en solo diez años el número de estudiantes se va a reducir de forma considerable y sin alumnos muchas serán insostenibles.

Por lo tanto, es, sin lugar a dudas, el momento de impulsar, arropar y dignificar la Formación Profesional, porque existe una necesidad latente en España para hoy y para el futuro, que tiene que ver con la sostenibilidad de nuestra calidad de vida y nuestro modelo como país.

A nivel de «deberes», los empresarios tenemos la necesidad de salir e implicarnos para generar vocación. Ya existen zonas de España, como Castilla y León, donde los empresarios se acercan a los colegios y las universidades con este objetivo. Aquí tendríamos que empezar a hacerlo ya.

Y, hablando de realidades, se acaba de cumplir el 30+1 Aniversario de Jovempa, la Asociación de Jóvenes Empresarios de la Provincia de Alicante, que es una asociación modélica tanto por el número de asociados (650), como por su vertebración por toda la provincia con sus siete comarcales, siendo la única en España con esas características. Feliz aniversario y todo nuestro apoyo.

Los jóvenes emprendedores son el futuro y tenemos la obligación de apoyarlos, por ellos y por nosotros. Los jóvenes empresarios de hoy son los empresarios de mañana.

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