En Educar es Todo pensamos que la educación es clave para erradicar la corrupción y para reflexionar sobre este tema hablamos con nuestro filósofo de cabecera, José Carlos Ruiz, que nos ofreció ideas muy interesantes para educar contra la corrupción y fomentar el pensamiento crítico.

La importancia de la mirada del otro y de la admiración para educar contra la corrupción

Nos contó José Carlos que Platón en La República habla del mito del anillo de Giges: “un pastor después de un terremoto se encuentra un anillo que cuando le da la vuelta se convierte en invisible. Al pastor, que se llama Giges, se le ocure llegar a conseguir el poder por medio de la invisibilidad. Se corrompe: mata al rey, yace con la reina”. Es decir, cuenta José Carlos, “Platón nos viene a decir que la corrupción tiene mucho que ver con la mirada del otro, con cómo evadir el juicio moral que el otro hace de ti”. Considera nuestro filósofo que “hemos perdido, también en los procesos educativos, la importancia de la mirada del otro hacia el proceso de la construcción de la identidad”. Sócrates pensaba que las personas se corrompen o se comportan mal por ignorancia pero ahora yo creo que tiene más que ver con la asunción del poder.

“Hay muchos motivos por los que la gente empieza a entrar en dinámicas de corrupción, pero en los procesos educativos creo que tiene mucho que ver con la pérdida de la mímesis, es decir esa fuente de admiración que nosotros hemos tenido siempre hacia un referente cercano al que tú querías agradar en esos procesos de admiración”, dice José Carlos, defendiendo la autenticidad y la honestidad como vacuna contra la corrupción. Y lo cierto es que, indica, la sociedad actual nos lo está poniendo muy difícil, “especialmente para los jóvenes, porque hay una lucha encarnizada por singularizarte. Hay una homogeneización muy grande, la globalización nos ha puesto a todos en un plano muy homogéneo y esa lucha por singularizarte hace que cualquier cosa valga para captar la atención del otro”, incluso “llegar a corromper tu propia imagen: hay un proceso por el que nos estamos falsificando, metiendo filtros, a narrar una biografía virtual que no tienen y lo saben, pero les da igual porque la someten a una exposición pública con tal de ganar la atención del otro.

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Abogar por la fidelidad a unos principios y la esperanza en el futuro para educar contra la corrupción

Otro de los procesos educativos relacionados con la corrupción, afirma José Carlos, es “la pérdida de la fidelidad a unos principios”. En la actualidad, “el hecho de guardar fidelidad a algo, incluso a unos principios morales, se empieza a ver como una rémora que tienes que arrastrar y que te impide progresar hacia ese bienestar emocional o esa satisfacción en torno al principio del placer”. De hecho, “cualquier cosa vale con tal de obtener ese principio del placer que ya se está imponiendo al principio del deber bajo cualquier circunstancia”. Concluye José Carlos que “percibir la fidelidad como una cuestión que te impide ese progreso hacia el placer está haciendo mucho daño y está facilitando esos procesos de corrupción”.

“¿Cómo trabajar el valor de lo público para que la gente no se corrompa?”, se pregunta Ruiz. Nos cuenta que en Bután, que dicen que es el lugar más feliz del mundo, “potencian las fiestas locales porque se habían dado cuenta de que la cohesión tiene que ver con la convivencia o con la ocupación vivencial del espacio”. Del mismo modo, la virtualización dificulta esa convivencia y ese compromiso que se adquiere por la mirada, por el tacto, por ese núcleo de dependencia vivencial.

José Carlos lamenta que “estamos perdiendo la capacidad de poner en valor para nuestros jóvenes el legado, el futuro. Les hemos esquilmado la capacidad de pensar en el futuro de forma positiva”. Sin una visión esperanzadora de futuro, “esa persona no tiene la capacidad de comprometerse para fabricar ese futuro optimista. Y esto facilita una vía de acceso a corromperte con tal de disfrutar del presente ya que el futuro se te está esquilmando poco a poco”. Por eso, urge “recuperar esa categoría de futuro como un elemento de construcción bueno para ellos”.

Por último, José Carlos nos invitó a “hacerles entender a los jóvenes cuáles son las consecuencias de ser corrupto o de estar inmerso en un proceso de corrupción”. Lejos de una visión simplemente punitiva, José Carlos explicó que “una persona que se corrompe llega a un proceso de aislamiento que no le merecerá la pena a medio o largo plazo, porque los demás pierden la capacidad de confiar en él” . Si nuestros hijos ven y entienden “esos procesos de aislamiento, de falta de confianza, de hiper individualismo”, aquí podríamos encontrar “una vía de escape pedagógica para trabajar contra esta corrupción que poquito a poco nos invade”, concluyó José Carlos Ruiz.