El bueno de Chiquito de la Calzada, que nos abandonó el pasado sábado, hubiera definido al Elche, tras su derrota ante el Formentera (0-1), como un «fistro» de equipo, o mejor dicho, un «fistro pecador». El primer «chiquitismo» iría dirigido a los 14 jugadores franjiverdes que pisaron el campo, y el segundo, el de pecador, al técnico Vicente Mir, que no acertó ni en el campo, ni en la sala de Prensa, donde sacó a relucir la falta de actitud de sus pupilos, una acusación que suele dejar heridas dentro de los grupos futbolísticos que luego son difíciles de cicatrizar.

La verdad es que el Elche fue una caricatura de equipo desde el primer al último minuto. No supo nunca cómo jugarle al equipo balear, volvió a perder el centro del campo, algo ya habitual y que comienza a preocupar, las bandas nunca desequilibraron y el rival le sacó los colores porque fue sólido a la hora de defender, pero también mejor en el momento de la verdad, cuando se encara el área rival.

Si después de un partido calamitoso encima te empeñas, como lo hizo Golobart, en regalar los tres puntos en el 85, al cometer un penalti absurdo que significó el gol de Juan y la expulsión del central franjiverde, pues no hay nada que hacer. El 0-1 final resulta justo porque los baleares fueron mejores ante un conjunto ilicitano perdido, previsible y sin ideas. La trilogía futbolística del desastre.

El Elche confundió desde el inicio la paciencia, que había pedido Vicente Mir al entorno para afrontar el encuentro, ante un rival como el Formentera muy bien montado atrás, con la pasividad. El manejar los tiempos del partido con el pasotismo y falta de presión al rival en todas las zonas del campo. Y el saber estar con la falta de actitud en muchos de los jugadores que saltaron al campo.

Así es imposible derribar ningún tipo de murallas. Los ilicitanos no encontraron la fórmula en ningún momento. Fueron un equipo previsible y sin velocidad por bandas.

Vicente Mir introdujo tres cambios en el once inicial con relación al duelo de la última jornada frente Villarreal B. Gonzalo Verdú, Collantes y Benja entraron en lugar de Primi, Javi Flores y Sory Kaba. La primera sustitución, por decisión técnica, mientras que las otras dos por lesión. El preparador franjiverde apostó por dos extremos puros como Collantes e Iván Sánchez, mientras que Benja, después de sus problemas en su rodilla durante la semana, tuvo la oportunidad de salir desde el pitido inicial.

Las bandas estaban llamadas a romper a los baleares, pero el deseo nunca se convirtió en realidad. No se dominó en ningún momento el centro del campo y en los uno contra uno en los extremos no existió ni velocidad, ni tampoco desequilibrio. El Formentera fue el único que con el paso de los minutos se fue creyendo que podía sacar un gran botín ante el todopoderoso Elche. Hasta en tres ocasiones, en la primera parte, puso en aprietos a José Juan y dio la sensación de ser un grupo que sabía a lo que jugaba y que quiso siempre el balón ante la desesperación del aficionado franjiverde.

Unos cambios poco efectivos

En la segunda parte tampoco varió nada y Vicente Mir se lió en los cambios. Fue peor el remedio que la enfermedad, que diría el castizo.

Lo más lógico hubiera sido la entrada al campo de Lolo Plá por un Collantes, sin chispa, y dejar caer a la banda izquierda a Iván Sánchez, un extremo puro, y ofrece todo el carril derecho a Tekio. Pero optó por Peris, un lateral, como extremo izquierdo, mientras Iván Sánchez trataba de meterse entre líneas.

Prueba de que erró en su cometido es que terminó el partido bajando a Peris al lateral, incapaz de abrir la muralla balear por esa zona del campo, y adelantó a Edu Albacar en labores de extremo, con el fin de buscar algún centro que pudiera solucionar el atasco futbolístico del equipo ilicitano

Junto a Peris también metió a Provencio, en lugar de Manuel Sánchez, al que Mir señaló al final, tratando de ganar el centro del campo, pero tampoco el madrileño varió el guión del encuentro.

Además, cuando salió Lolo Plá, demasiado tarde, lo hizo en lugar de Benja, un futbolista que puede solucionarte un partido en un centro desde la banda, algo que estaba buscando con los cambios.

Todo un desastre difícil de digerir que provoca incertidumbre y desasosiego en el entorno. Se puede perder un partido, pero nunca como se hizo ayer ante un rival que sobre el papel es inferior. El Elche está obligado a saber a lo qué juega y tener los argumentos futbolísticos para afrontar este tipo de duelos ante rivales bien montados. Luego, se puede ganar o no.

La derrota llega en un mal momento, en vísperas de visitar al líder Real Mallorca, que suma once puntos más que los franjiverdes, y con un calendario de aquí a Navidad complicado y en el que se necesita un grupo con hechuras que sepa en todo momento dónde está. El de ayer fue un «fistro» de equipo, que diría Chiquito de la Calzada.