Verano de 2000. El Elche había puesto fin a una década calamitosa, que le había llevado de Primera a la travesía por el infierno de Segunda B. Regresó a la categoría de plata en 1997, pero volvió a caer a la de bronce en un año, para recuperar su plaza en 1999. La temporada anterior al estío que nos ocupa, los franjiverdes al fin abandonaron el ascensor.

En su segundo año consecutivo en el fútbol profesional, el Elche quiso hacer un proyecto ambicioso. Felipe Mesones, un histórico del banquillo ilicitano, se puso al frente de la nave. La renovación en la plantilla fue casi total, con la llegada de nombres como Vizcaíno, Iván Rocha, Javi Navarro, Serban o Changui. Sin embargo, la guinda del proyecto fue un campeón del mundo: Mazinho.

Anselmo Navarro, expresidente franjiverde, cogió el coche y se fue a Vigo a convencer a un futbolista que ya pensaba en la retirada a sus 34 años tras una exitosa carrera en el fútbol brasileño, italiano y español, coronada por la conquista del Mundial de Estados Unidos de 1994 con la selección brasileña, en la que fue titular en el centro del campo junto a Dunga y Mauro Silva. Eran los escuderos del fabuloso tándem formado por Romario y Bebeto en ataque.

Los kilómetros de Navarro dieron fruto, ya que logró convencer a Mazinho para firmar por el Elche. El 26 de julio de 2000, el mediocentro brasileño llegó a Elche y fue presentado en olor de multitudes, en un estadio Martínez Valero con una gran presencia de aficionados. El futbolista, que lució el dorsal 28 durante su puesta de largo como franjiverde, estuvo escoltado en todo momento por Lico, Ramón Sánchez y el propio Anselmo Navarro.

Querer y no poder

La ilusión se desató en Elche desde la misma pretemporada, pero la realidad se presentó demasiado pronto ante el Elche y el propio Mazinho. El jugador ponía todo el empeño en tratar de ser competitivo, pero los problemas físicos prevalecían sobre su calidad contrastada. Tanto fue así que ni siquiera llegó a completar el curso como ilicitano, ya que colgó las botas en Navidad. En su currículum dejó 17 partidos de Liga y uno de Copa con el Elche, los postreros de su exitosa carrera.

El 20 de diciembre de 2000, en el estadio Ipurúa de Eibar, Mazinho disputó su último encuentro como profesional. Curiosamente, pese a los mencionados problemas físicos, el exfutbolista de Valencia y Celta nunca fue sustituido durante sus meses en el Elche, en una señal de la confianza depositada desde el club en la mejora de su rendimiento. La temporada estuvo lejos de cumplir con los objetivos del verano, ya que los ilicitanos evitaron el descenso a última hora, en el famoso partido del Compostela, ya sin Mazinho en sus filas.

Reencuentro por sus hijos

El vínculo de Mazinho y el Elche no se rompió con el paso del tiempo. El exfutbolista y Anselmo Navarro siguen guardando una gran amistad desde aquella época. En 2011, cuando el Barcelona B de Thiago Alcantara visitó el estadio Martínez Valero, el exfranjiverde estuvo en la grada junto a su buen amigo.

Mazinho jugó unos meses en Elche y sus hijos Thiago y Rafinha, profesional en la actualidad, lo hicieron en las categorías inferiores del Kelme. Valeria, la matriarca del clan, jugó en el equipo de voleibol de la ciudad. El mayor de los niños, Thiago, también dejó muestras de su calidad en los patios del colegio Aitana, pese a su bisoñez. La familia estuvo pocos meses en la ciudad, pero dejó un buen recuerdo. El recuerdo propio de un campeón del mundo.