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El hombre que ha cambiado la historia reciente del Elche

En los 30 meses y dos temporadas y media que ha estado en el Elche le han valido para convertirse en un ídolo para la afición franjiverde

Pacheta, manteado por sus jugadores tras conseguir el ascenso. LOF/Antonio amorós

Todo comenzó en el vetusto campo de El Clariano de Ontinyent. El Elche estaba moribundo tras la derrota ante el conjunto valenciano que entonces dirigía Vicente Parras y que contaba con varios canteranos franjiverdes que no habían tenido cabida en el primer equipo. De la mano de Josico, el conjunto franjiverde deambulaba como una alma en pena y nadie daba un duro por un transatlántico en Segunda B cuyo único objetivo era el ascenso.

Al final del partido, los futbolistas dieron un golpe en la mesa en el mismo vestuario. Las cosas no podían seguir y si no se producía un cambio en el banquillo la misión de regresar a Segunda era más una utopía que otra cosa.

El entonces director deportivo, Jorge Cordero, decidió apostar por Pacheta, un entrenador que había regresado de su aventura en Tailandia y que anteriormente no había podido lograr el ascenso con otros gallitos de Segunda B como Cartagena, Hércules y Oviedo.

Sin embargo, aquel 27 de febrero de 2018, de la mano del entrenador burgalés, el Elche comenzó su resurgir como el Ave Fenix y Pacheta, a base de trabajo, esfuerzo, y dosis importantes de psicología en el vestuario inició un camino que le ha llevado a ser en la actualidad un técnico de prestigio y reconocido en el fútbol español.

En apenas dos temporadas y media, el entrenador de Sala de los Infantes ha entrado, por méritos propios, en el olimpo de los entrenadores de la casi centenaria historia del club ilicitano y se ha convertido en el hombre que ha cambiado la historia reciente de la entidad franjiverde, sacándola del pozo de la Segunda B y llevándola a la Liga de las Estrellas.

Capacidad de unir vestuarios

Desde el primer momento se ganó el reconocimiento y el cariño del vestuario. Supo unir a una plantilla de «estrellas» de la categoría de bronce que no habían dado el resultado esperado ni con Vicente Mir ni con Josico. En un grupo III con rivales como el Mallorca o el Villarreal B supo sacar los mejor de cada futbolista y con un fútbol valiente y arriesgado convenció a la grada del Martínez Valero, que incluso le aplaudió a pesar de varios empates.

El juego del Elche cambió por completo y aún siendo terceros los franjiverdes eran claros favoritos al ascenso. Tras eliminar a Real Murcia, Sporting B y Villarreal B, el conjunto ilicitano regresó a la categoría de plata y dio un paso fundamental cuando el club se debatía entre la vida y la muerte. Con el ascenso, Pacheta ya se convirtió en todo un ídolo para el franjiverdismo, que lo adoraba y reconocía su trabajo por la calle.

Pero eso fue solo su primer peldaño en su ascensión a los altares del Martínez Valero.

La temporada siguiente cumplió uno de sus sueños como era entrenar en Segunda División y con uno de los presupuestos más bajo de la categoría y con una plantilla limitada, porque el dinero debía destinarse a pagar otras deudas que arrastraba la entidad, logró el objetivo de la permanencia con cinco jornadas de antelación y a pesar de que en enero le arrebataron a su goleador Sory Kaba.

El desgaste de un club con la presión histórica del Elche estuvo a punto de hacerle abandonar. Pero Pacheta había encontrado en la ciudad de las palmeras su hábitat idóneo para crecer individualmente a nivel profesional y colectivamente de la mano de la entidad franjiverde.

Su carácter amable y abierto le permitieron ganarse el cariño de muchas instituciones y personalidades de toda la provincia. Pacheta se había convertido un icono del fútbol provincial.

Pero su meteórica carrera como franjiverde aún le tenía reservado más sorpresas y agradables retos que nadie podía imaginar. Con un año más de experiencia y con el quinto presupuesto más bajo de Segunda División, la misión era mejorar la clasificación de la temporada anterior, tener una permanencia tranquila y si se podía soñar con estar cerca del «play-off» de ascenso bien. Y sino, no pasada nada, el objetivo estaba cumplido.

Su equipo, a pesar de un comienzo de Liga con dudas, enderezó el camino hasta llegar a principios de marzo a situarse en plazas de promoción de ascenso tras una brillante victoria en Vallecas. El hecho de haber perdido a otro jugador fundamental como Gonzalo Villar tampoco influyó en el rendimiento. Y es que Pacheta es un auténtico maestra a la hora de superar las adversidades.

Curtido en infinidad de heridas

Cuando mejor estaba su equipo, llegó la pandemia del coronarais, la Liga se suspendió, luego se reanudó, llegó el famoso «Caso Funebridad». Pero a base de pico y pala y curtido por infinidad de heridas, el entrenador burgalés siguió imprimiendo su carácter al equipo. Su capacidad de liderazgo y de psicólogo está fuera de toda duda. Es capaz de convencer y de animar hasta el más pesimista.

Y a los currantes y a los insistentes la vida, en la mayoría de las ocasiones, los recompensa. Todo ese sacrificio por los campos de Segunda B sin conseguir los éxitos deseados, la aventura tailandensa y polaca dejando a su familia en España ha curtido a un entrenador, que ha alcanzado su cenit con el ascenso del Elche a Primera.

Dejar el club ilicitano ha sido un palo duro, pero Pacheta se ha ganado un nombre en el fútbol español y como técnico, además como persona, se ha ganado el cariño de mucha gente.

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