Hay puntos que saben a gloria y ese fue el que consiguió el Elche ayer en Villarreal. Jorge Almirón le ganó claramente la partida táctica a Unai Emery y el orden y la solidaridad defensiva del conjunto franjiverde maniató al «Submarino Amarillo», que por primera vez en toda la temporada se quedó sin marcar gol en el estadio de La Cerámica. Un feudo donde solo el Real Madrid había conseguido empatar en la presente Liga.

La igualada permite a los ilicitanos mantener su ventaja de tres puntos con las posiciones de descenso y coger oxígeno después de ver como en esta jornada muchos de sus rivales directos han logrado puntuar.

Fue un punto a base de esfuerzo y de sacrificio ante un cuadro villarrealense que apenas puso en aprietos la portería de Edgar Badia. El portero catalán solo tuvo que intervenir con apuros en el minuto 72 para sacar una mano milagrosa a disparo del japonés Take Kubo. Ese lanzamiento otro de Gerard Moreno, dos minutos antes, que salió rozando el poste fue la poca aportación ofensiva del Villarreal, que chocó, una y otra vez con el muro defensivo del Elche.

Es cierto que los franjiverdes tampoco crearon peligro, pero algo que podía entrar dentro de lo previsto ante el potencial de un rival como el villarrealense, que era el mejor equipo como local y que está construido para intentar conseguir metas altas.

De salida, Almirón realizó tres cambios con respecto al anterior encuentro frente al Cádiz. Dio entrada a Fidel, Josan y Raúl Guti. Mantuvo la defensa de cuatro, pero con alternativas. Cuando el Villarreal atacaba, Josan y Tete Morente, que ocupaban las bandas, se metían en los laterales, provocando una zaga, en algunas ocasiones, de hasta seis jugadores, con Barragán y Josema más centrados. Fidel jugó en el centro del campo ayudando en la construcción a Iván Marcone y a Raúl Guti, dejando a Pere Milla solo en ataque.

El «Submarino Amarillo llevó el peso del juego y el dominio del balón, pero sin crear peligro. Cuando la pelota llegaba a las inmediaciones del área, los franjiverdes imponían su juego defensivo. Un disparo en un golpe franco de Estupiñán a los diez minutos, fue el único de los locales durante todo el primer tiempo.

El Elche, poco a poco, se fue atreviendo e intentó mantener más el balón para tratar de sorprender a la contra. Tete Morente lo intentó con un disparo lejano sin consecuencia.

En el inicio del segundo tiempo parecía que el partido iba a dar un vuelco. Emery dio entrada a Paco Alcácer y a Take Kubo. El japonés buscó las jugadas individuales y el uno contra uno. Y el delantero valenciano lo remates dentro del área. Los franjiverdes vivieron algunos minutos de agobio, pero sin más.

Gonzalo Verdú protege el esférico ante el delantero internacional del Villarreal Gerard Moreno. doménech castelló/EFE

Una vez ajustada de nuevo la defensa, la fortaleza del conjunto ilicitano volvió a construir un muro impenetrable para los castellonenses. Incluso, hubo varias contras en las que el Elche pudo hacer daño, pero le faltó algo de convicción y de acierto en los últimos pases.

El desgaste fue haciendo mella en los jugadores del Elche y eso lo intentó aprovechar el Villarreal. Pero los franjiverdes pudieron mantener el tipo a base de un esfuerzo extra y de una capacidad física, que le permitió aguantar hasta el final sin debilitarse.

La conexión Take Kubo-Gerard Moreno parecía que iba a encontrar un resquicio en el muro que había construido Almirón. Pero el japonés se encontró con Edgar Badia, que tuvo poco trabajo, pero volvió a realizar un despeje salvador a una mano. Y el internacional español vio como su disparo salió rozando el poste.

Emery trató de quemar todas sus naves. Puso en el terreno de juego a Coquelín por Iborra, pero vio como Alcácer sufría una lesión muscular, que le obligó a abandonar el terreno de juego cuando apenas llevaba media hora. Incluso, en los últimos minutos sacó al canterano Fer Niño, hijo del exfranjiverde Fernando Niño. Pero los pupilos de Almirón, además de su sacrificio y buena disposición táctica, también supieron sacar a relucir su experiencia para frenar el juego y cortarle el ritmo al Villarreal.

Los minutos fueron pasando y solo una genialidad podía cambiar el rumbo del encuentro. Pero no apareció.

Almirón, fiel a su costumbre, no movió el banquillo, porque le estaba gustando lo que estaba viendo. Tan solo en los últimos instantes sacó al colombiano Lucumí por un desfondado Josan y a Nuke Mfulu por Tete Morente, que se sacrificó mucho en labores defensiva. Con la presencia del franco-guineano, el Elche ganó oxígeno y músculo en el centro del campo. Fidel, que se encontró muy cómodo jugando por dentro, se escoró a la banda.

Los franjiverdes no pasaron ni los agobios finales y hasta llegaron en un par de ocasiones a la portería contraria. Al final, el empate fue totalmente justo y el conjunto ilicitano suma su cuarto empate consecutivo.

Son pequeños pasos, pero que avanzan en su camino hacia el objetivo de la permanencia. Ahora falta mejorar en el Martínez Valero, donde los franjiverdes sí que necesitan empezar a ganar ya el domingo al Granada.

Pere Milla junto a Parejo. doménech castelló/EFE

Almirón siguió fiel a su costumbre y volvió a realizar solo dos cambios

El técnico del Elche, Jorge Almirón, parece que no es muy amigo de agotar todos los cambios si le gusta lo que está viendo en el terreno de juego. Ayer volvió a realizar solo dos sustituciones y las llevó a cabo en el minuto 82. Nuke Mfulu y el colombiano Jeison Lucumí, que no jugaba desde el encuentro frente al Valencia, salieron en los últimos minutos para oxigenar el equipo por unos agotados Josan y Tete Morente, quienes tuvieron que multiplicar sus esfuerzos en la banda ayudando mucho en labores defensivas. Es el tercer partido consecutivo en el que el preparador argentino no utiliza los cinco cambios reglamentarios. Frente al Levante hizo tres y contra el Cádiz, dos. Ayer repitió.