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Análisis

¿Por qué perdió Nino la ilusión?

El jugador explicaba ayer que "lo importante es que el objetivo del equipo se cumplió", pero no escondió su frustación al "no haber podido ayudar en el campo"

Nino posa para los medios tras la rueda de Prensa de ayer Antonio Amorós

Nino regresó al Elche y vivió el mayor disgusto deportivo de su vida, el descenso a Segunda B. Tenía ofertas para seguir en otros equipos, pero decidió enfundarse las botas de tacos duros y bajar al barro. A partir de ahí, el ascenso del Elche fue lento pero constante, hasta que el pasado año, con un vestuario honesto y trabajo duro, el club conseguía, contra casi todo pronóstico, llegar a la categoría de oro del fútbol español. 

Nino no cabía en su camiseta franjiverde, estaba orgulloso, enorme, henchido. Había contribuido a devolver al equipo de sus amores a donde se merecía y su físico seguía intacto aunque ya había cumplido los 40. Esa temporada jugaba 41 partidos, marcando 8 goles y dando 5 asistencias.

Pacheta contó siempre con él. La edad no era un problema. Además, en su trayectoria solo había tenido una lesión importante. Fue con 33 años y "evidentemente entonces me surgieron dudas" sobre si continuar. "Por suerte me quedé bien y seguí, pero tampoco pensé en llegar a los 40 o 41. Sí es verdad que me siento un privilegiado en genética y mentalidad de querer siempre sumar", afirmaba el jugador en su rueda de Prensa de despedida. 

En este acto Nino afirmó con la voz quebrada que "este año ha sido muy duro, no he podido disfrutar y he tenido que ayudar de otras maneras. Sinceramente, la ilusión por seguir jugando al fútbol se ha acabado". La crudeza de sus palabras no pasaron inadvertidas para nadie en la sala. Se hizo un silencio atronador cuando un profesional como él reconocía que ya no tenía ilusión. Siempre había asegurado, además, que la edad no era importante para él. Pero ayer se le escapó: "Para mí lo primero es la edad. Hay entrenadores... Nadie me ha regalado nada. Es la exigencia del fútbol y lo he respetado en todo momento. He intentado ayudar de toda manera. Y al final se ha conseguido el objetivo que era lo importante". 

Y volvió a mentar la palabra edad: "La decisión es una prolongación de todo el año. Trabajas para competir pero si no tienes las opciones, y tienes una edad... Al final decides con la valoración de todo el año, de toda la carrera y crees que es el momento. Te llega". Y una vez más, tras preguntarle por qué ahora le da tanto valor a la edad cuando antes nunca lo había hecho: "Habrá también que preguntarle a los entrenadores... Para mí yo pienso que es el primer punto, la edad. Y todo es respetable". 

No se explicó o no quiso explicarse Nino. La emoción le provocaba lanzar algunas frases inconexas, que a veces parecían tener poco sentido... O mucho. Pero al escucharlas, todos los presentes trajeron de inmediato a sus mentes la imagen de Almirón y muchos pensaron que Nino quería ser Nino hasta el final. No solo un gran jugador sino sobre todo una gran persona. Y no quería echarle la culpa a nadie

Quizá, el técnico argentino no conociera la trayectoria de Nino. Seguramente no lo habría visto jugar la temporada anterior y se había fijado demasiado en ciertos datos de su DNI. Igual esa inercia siguió después instalada en el nuevo cuerpo técnico. Es cierto que a Nino le faltaba competición cuando llegó Escribá. No le habían permitido coger ritmo. Solo 269 minutos en 16 partidos de LaLiga y nunca entrando como titular.

Lo cierto es que Nino no disfrutó de oportunidades para, pese a su gran historial, volver a reivindicarse. Pisó muy poco el verde durante la temporada y tampoco fueron minutos de calidad, ya que la mayoría de ellos se dieron al final de partidos con escasas -por no decir nulas- posibilidades para el Elche.  

Quizás Nino quería decir que los entrenadores -Almirón y Escribá- han tenido demasiado en cuenta su edad. Pero no lo dijo.

La rueda de Prensa de ayer tuvo dos momentos clave. El ya mencionado fin de la ilusión: "No he podido disfrutar o ayudar en todo lo posible al equipo. Soy una persona muy competitiva y me gusta estar en el terreno de juego. Ha sido muy complicado y la ilusión se ha acabado. Así de claro. A día de hoy no tengo ninguna ilusión por volver a jugar y quiero tanto a esta profesión que no quiero faltarle al respeto". Y, en segundo lugar, unas palabras que seguro que a quien es padre nunca se le van a olvidar: "Es duro cuando llevas todo el año escuchando a tu hijo preguntarte: ¿Papi, juegas mañana? Y tú contestado: No juego, Alejandro. No juego, Alejandro. Eso, todos los fines de semana... Pero el momento tenía que llegar. La vida sigue…”.

De hecho, "Nino siempre ha sido un superviviente y nadie me ha regalado nada", aseguraba el cañonero de Vera. Y nuevas ventanas se abren cuando una puerta se cierra. El deportista tiene las miras puestas en ser entrenador. Tiene curso, conoce y ama al deporte rey por encima de todas las cosas. "El fútbol me trajo aquí, donde me dio a mi mujer y a mis hijos. Estoy eternamente agradecido a Elche y al Elche CF. Esperaba no romper a llorar pero son muchos sentimientos, no de tristeza sino de alegría". Y es que los grandes, los héroes de verdad, no son de hierro, sino de carne y hueso. Y también lloran. Y saben vaciarse por un sentimiento y afrontar los proyectos con todo su ser. Nino logrará lo que se proponga. Sin duda. Y ya ha conseguido ser eterno no solo en un equipo y su ciudad, sino allá por donde ha pasado. ¡Siempre Nino!  

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