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LA CONTRACRÓNICA

Elche CF: Dos palos para la fe

Los postes y los graves errores individuales convierten la semana del Elche en una especie de vía crucis, en el que las derrotas ante Villarreal y Real Sociedad pueden aumentar las dudas

Kiko Casilla muerde su camiseta de rabia tras encajar el 1-0 frente a la Real Sociedad.

Semana horrible para la fe del Elche. No tanto por los resultados ni por las sensaciones en cuanto a la competitividad del equipo, pero sí por la manera de conceder goles. ¿Errores? Sí. Se pueden cometer y se deben aceptar como parte del juego. Pero hay errores y errores. Y los cuatro que lleva el conjunto franjiverde este curso (Kiko Casilla contra el Atlético, Gonzalo Verdú ante el Levante y Enzo Roco en los dos últimos partidos) son para desesperarse. La imagen de Casilla al encajar el tanto de Oyarzabal, dando un puñetazo a la criticada hierba del Reale Arena, creo que representa fielmente el sentimiento franjiverde en ese momento. La famosa cara de tonto, otra vez.

Porque el Elche volvió a dar motivos para tener fe, más buena que mala, siguiendo el otro tema de la semana. Primero se topó con los palos reales, con dos para ser concretos (Benedetto, en su primera acción de pillería dentro del área; y Piatti, en lo que hubiera sido un auténtico golazo). Y después se topó con los palos metafóricos, dos también, en forma de dolorosas derrotas ante dos rivales top que nacen de fallos increíbles.

¿Se entrenan los errores de Kiko, Roco y Verdú?

Escribá apuntó algo en lo que no le falta razón. Errores como los cuatro que ha cometido el equipo franjiverde en este inicio de curso son difíciles de entrenar porque son absolutamente inesperados. Pero hace falta empezar a concienciarse porque ya no estamos hablando de una acción aislada. Cuatro repeticiones en siete partidos dan que pensar. Es cierto que este Elche arriesga más que el de años anteriores. Trata de jugar con la línea defensiva más adelantada y de no meterse en la cueva. También intenta salir desde atrás, no siempre con éxito, bien por fallos o porque los saques en largo del portero cogen a los centrales en salida y, si se pierde el primer duelo aéreo (sin Lucas Boyé eso ocurre mucho), el equipo queda a merced de un posible ataque inmediato.

No es cuestión de cambiar de idea ni de echarse atrás por estos fallos, pero hay que apuntarlos y estudiar la manera de subsanarlos. Y, sobre todo, hay que estar encima del futbolista, cuya confianza no debe ser minada en momentos como este. Roco se fue al parón FIFA a un grandísimo nivel y, desde su regreso, parece aún con jet lag. Y no solo por sus fallos de los últimos días. Si es necesario parar, mejor que perder la confianza de un jugador para el resto de la temporada. La fe del futbolista debe ser inquebrantable. Si no, tendremos un problema. En estos momentos, la del central chileno ha sufrido dos duros palos. El equipo le debe hacer creer.

El derecho a equivocarse

Cualquier manual de psicología tiene en el derecho a equivocarse uno de sus puntos principales. Pero al ser humano le cuesta aceptar el error como parte de la vida. Ocurre en muchos ámbitos. Preferimos escondernos y callarnos por miedo al qué dirán o a fallar que intentarlo y, si es necesario (casi siempre lo es), fallar y levantarnos para volver a intentarlo.

En el fútbol se equivocan todos. Árbitros, futbolistas, entrenadores, aficionados, directivos, periodistas... El caso está en saber admitir el error y en tratar de subsanarlo. Y, dicho sea de paso, en que la otra parte sea capaz de «perdonar». Permítanme el lujo de las comillas porque creo que hay veces que un error no conlleva necesariamente el perdón, pero nos empeñamos en que así sea.

Recientemente tenemos ejemplos de esto. Escribá se equivocó al acusar de mala fe a Muñiz Ruiz. Se explicó, se excusó y no debería ir la situación a mayores. En el planteamiento inicial, con ese sorprendente 1-4-4-2 en rombo, también erró. Lo solucionó con cierta rapidez y su equipo mejoró. Durante el partido, además de Roco también cometieron errores bastante graves Diego González (midiendo mal una pugna con Lobete) y Mojica (despeje desde el lateral al centro, que dejó solo a Oyarzabal ante Casilla). Ambos se redimieron con una actuación perfecta a raíz de esos fallos. Eso es el derecho a equivocarse. Levantarse y hacer las cosas bien.

Benedetto y la teoría del ketchup

Otro día más sin ver puerta para el «Pipa». Sin embargo, esta vez dejó dos acciones que perfectamente podrían haber acabado en gol. Y ambas de nivel. Primero supo detectar la zona a la que iría un peligroso centro de Mojica, le robó la cartera al central y encontró el remate en una posición incómoda. Solo el palo le quitó la fe en el gol. Y luego supo asistir con tino a Lucas Pérez, dejándolo cara a cara con Remiro. Su compañero falló por muy poco.

Está claro que no está siendo el inicio soñado para uno de los fichajes estrella. El bote de ketchup de Benedetto, ahora mismo, está atascado. Con actuaciones como la de la primera parte en San Sebastián, es cuestión de darle algún golpe para que caiga la salsa. Ojalá en ese momento cambie la racha y los goles salgan a borbotones. Esto también es cuestión de fe. Y de que esta no reciba más palos.

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