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Contracrónica Elche-Valencia

El espejo niega el triunfo

Bordalás volvía a Elche y ponía a prueba a Francisco, saliendo victorioso en un partido que se decidió porque se jugó en el escenario que el alicantino maneja perfectamente

Francisco y Bordalás se saludan antes de empezar el partido en el Martínez Valero

Cualquier duelo contra un equipo de José Bordalás se sabe que va a ser duro, sea en la última jornada jugándote la vida o en las semifinales de un torneo veraniego. El técnico alicantino impregna de puro ADN competitivo a cada club al que va. Lo hizo hace ya más de una década en el Elche, construyendo una base que posteriormente fue aprovechada y perfeccionada para escribir una historia que por todos es conocida. Lo ha seguido haciendo después, en Alcorcón, en Vitoria, en Getafe, ahora en Valencia. Cuesta recordar un fracaso de Bordalás, quizás porque cuando lo das todo y, en su caso, consigues que tus jugadores lo den todo por tu idea, la palabra fracaso desaparece de tu diccionario. 

En ese camino se encuentra Francisco en el Elche. Llegó casi de rebote, sin quorum en el entorno, casi como Bordalás en su día. Y está consiguiendo aglutinar a todo el mundo en torno a sus ideas. Sin embargo, ayer le tocó hincar la rodilla ante una especie de espejo en el que mirarse. Todos conocemos la historia de Blancanieves, en la que la malvada reina pregunta a su espejo mágico quién es la más bella del reino. Al Elche le tocó ponerse frente a ese espejo y ver cómo la respuesta no gustaba. Bordalás sigue siendo el más guapo de este reino en el que el fútbol se empieza a comprender desde la competitividad.

Ese espejo negó el triunfo o, al menos, la opción de puntuar a los franjiverdes. El Elche cayó demasiado en el tipo de partido que Bordalás sabe inculcar a sus futbolistas para que manejen a la perfección. Lo hizo porque es parte de ese ADN que ha hecho reaccionar al equipo en los últimos meses. Jugar cuando se puede y que no se juegue cuando interesa. Así se ganó, por ejemplo, al Villarreal. Así se ha perdido contra el Valencia.

El propio Elche es su peor enemigo

El mayor peligro ahora mismo para el Elche sería un exceso de confianza. Este sábado no lo tuvo del todo, pero sí en parte. No es casualidad encajar gol en los primeros minutos de cada parte, aunque el primero fuese anulado por un fuera de juego milimétrico en una acción a balón parado muy mal defendida. Este Elche, el Elche de Francisco sabe competir con el agua al cuello. Y si se relaja tiene pinta de que acabaría liando una permanencia que tiene al alcance de su mano, sea cual sea el resultado del Cádiz en esta jornada.

En este juego de nervios tan propio de los finales de curso futbolísticos hay que saber manejar también la lengua. Pasó con Pastore frente al Barça y con Mojica y Barragán ante el Valencia. Acordarse de la madre del colegiado, que no tiene culpa alguna en las decisiones de su hijo, sale como mínimo a precio de cuatro partidos. Con el mediapunta argentino dolió poco porque su participación en el equipo es residual, pero con el lateral colombiano es un serio contratiempo de cara a partidos muy difíciles que están por venir. La excusa de la reacción en caliente valdrá una vez conseguido el objetivo, pero si el renglón que está escribiendo este Elche de Francisco se tuerce puede acabar saliendo muy caro dicho calentón.

Un arbitraje amado y odiado

La mención a la acción de Mojica vale para introducir en escena la actuación arbitral de Ortiz Arias, alabada por Bordalás y criticada por técnico y jugadores del Elche. Poco entendible esa sensación de nerviosismo, más allá de que no gustaran ciertas formas o el añadido de la segunda mitad, que posiblemente se quedó algo corto.

Analizando el arbitraje en su conjunto poco más se le puede achacar a este joven colegiado que, al menos desde la lejanía, no dio la sensación de altanería o menosprecio que sí dan otros árbitros de Primera División. Pareció explicar bien las acciones, incidió mucho en sacar faltas y saques de banda desde su sitio (algo muy olvidado hoy en día) y no tuvo reparos en revisar el VAR aún en una acción tan limítrofe como la del gol anulado al Valencia ni en avisar a Barragán de algo que el resto de presentes en el Martínez Valero estaba detectando.

En ese aspecto también ganó la partida Bordalás. Y lo reconoció Francisco, admitiendo esa ola de nerviosismo que sacó de quicio a sus jugadores, pero de la que no te tiene que sacar un árbitro sino tu propia capacidad de concentración y control. Solo así se gana a un equipo de Bordalás, siendo tan o más competitivo, inteligente, avispado y efectivo. Eso le faltó al Elche ante el espejo.

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